Richard Read vive en Malvín, un barrio al que quiere mucho y al que está arraigado desde hace tiempo. Vestido de entre casa, abrió el portón del garaje y guió el camino hacia la barbacoa. Una vez adentro, no es difícil darse cuenta de que el lugar tiene mucha historia y que por ahí pasaron un sinfín de políticos de todos los partidos y amigos del histórico dirigente sindical. Un parrillero, una barra y una gran mesa en el centro: “Nosotros acá hacemos tertulia, años haciendo debate en esta mesa”, arrancó en entrevista con Sala de Redacción. Durante 36 años Read fue dirigente de la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida, de cuyos cargos de dirección se retiró en 2018. No obstante, actualmente lidera el desarrollo y la instalación de centros educativos gestionados desde el sindicato.

¿La “libertad responsable” es un camino sin salida para el presidente de la República, Luis Lacalle Pou?

– Al principio, el gobierno actuó correctamente y, sumado a lo que estaba pasando en Europa -que generó un shock muy fuerte en los uruguayos-, hizo que nos metiéramos todos adentro. El presidente surfeó la ola inicial y tuvimos 30 o 40 días que nos asombraron a todos. Pero después apareció otro problema: descubrimos una parte de la sociedad que estaba “maquillada” y nos encontramos con gente que directamente no comía si no le preparabas una olla en una esquina. Había 300 mil uruguayos que si no salían todos los días a buscar la changa no la traían. Una situación que empujaba sobre el problema sanitario y que, poco a poco, obligó a la gente a salir a la calle. El gobierno fue abriendo la actividad en distintos rubros y pasamos un invierno de pandemia bastante leve. Pero, con el tiempo, tanto el presidente como sus ministros se fueron descansando. Se deslumbraron con los primeros resultados y eso derivó en un gobierno que creía que tenía al coronavirus bajo control. Hoy la situación es grave y, más allá del avance de la vacunación, no parece que hayamos encontrado una salida. Veo a un presidente que, al margen de contar con dos hombres en su equipo como [el ministro de Salud Pública, Daniel] Salinas y [el secretario de Presidencia, Álvaro] Delgado, que generaron una gran confianza en la sociedad, se abroqueló asumiendo la responsabilidad de todas las decisiones y se quedó solo. Se trata de una situación difícil, que no sé si me gustaría vivir. Por un lado, te piden más confinamiento y frenar la movilidad; por el otro, no parar la economía. Conozco al presidente y es una persona que se ajusta a la ley y a la Constitución. Dar palo por estar en la calle no es para cualquiera. Entonces, recurrió a la libertad responsable. Una idea que solo es posible en un país asiático: en Japón, con una cultura milenaria y una democracia sólida; o en China, donde hay una dictadura. En América Latina tenemos gente ignorante, pobre, gente acostumbrada a recibir dádivas del gobierno en lugar de que les enseñen a trabajar. Pedir la libertad responsable no es para esta región.

-El gobierno parece apostar a que la situación se estabilice a partir de la vacunación.

Se avanzó mucho con la vacunación, aunque aún no tenemos resultados concluyentes. Hay quienes cuestionan la efectividad de algunas vacunas y también están aquellos que creen que deberían haberse tomado medidas de confinamiento, en paralelo con el proceso de vacunación. Las vacunas son parte del mundo comercial. Por más que se trate de un tema sanitario, también operan los mercados. Es llamativo todo lo que se dice sobre la vacuna de AstraZeneca, por ejemplo. No puedo no pensar que no existe una intención comercial detrás de eso. Además, estamos teniendo una actitud un poco ridícula: nunca nos importó qué era lo que nos pinchaban en el brazo y ahora nos convertimos en una especie de sommelier de vacunas: que si es rusa, china, imperialista. Todos los días los científicos nos dicen que cualquier vacuna es mucho mejor que no haberte dado ninguna. Uruguay está en los primeros lugares del mundo en el avance de la vacunación, pero también lo está en el índice de infección. Es muy difícil que la vacuna sola contrarreste la ola de contagios que hay actualmente. Va a llevar un tiempo y, a contramano de lo que dicen muchos, esto va a volver a la normalidad en noviembre o diciembre.

¿Y la infraestructura sanitaria que heredó este gobierno?

– Es de las mejores. El Sistema Nacional Integrado de Salud dejó una contención que no solo se refleja en la infraestructura y en la logística, sino también en que Uruguay debe ser uno de los pocos países del mundo donde la gente pobre puede acceder a un CTI. ¿Es una herencia del Frente Amplio (FA)? No, para nada, el FA mejoró la estructura de algo que ya venía desde muchos años atrás, desde el Uruguay batllista.

¿Las medidas económicas fueron suficientes?

– El problema de la pandemia se resuelve, sin duda, con un abordaje sanitario, pero también poniendo dinero. Y no me refiero al mero asistencialismo, sino a contribuir en tres sectores que son los más importantes en una situación como ésta: los seguros de paro, las pymes [pequeñas y medianas empresas] y los trabajadores informales. Los seguros de paro mantienen al empleado vinculado a su trabajo, ganando 50% de su salario. Las pymes dan trabajo a 830 mil personas, son nuestro verdadero pulmón laboral; si cierran, no abren más, y desde que empezó la pandemia cerraron 10 mil. Y a los trabajadores informales hay que asistirlos financieramente. Sin dejar de lado la actuación del Mides [Ministerio de Desarrollo Social], con las 270 mil personas registradas [beneficiarias de políticas sociales] que tiene, a quienes habría que generarles subsidios en los servicios básicos -luz y agua-. Esto se puede realizar comprometiendo 2,5% del Producto Interno Bruto (PIB). El gobierno anunció medidas en sectores bien específicos y en alguno de ellos con un impacto real muy bajo. Una inversión de 900 millones de dólares -1,5% del PIB- que, a mi juicio, podrían ser mejor aprovechados.

La flexibilización del Mercosur

Consultado sobre las gestiones del gobierno para alcanzar una mayor flexibilización comercial en el Mercosur, Read respondió que Uruguay necesita diversificar el comercio exterior, lo que quedó claramente de manifiesto después de la crisis de 2002. En suma, señaló que se trata de un pedido que otros gobiernos hicieron antes bajo las presidencias de Jorge Batlle, Tabaré Vázquez y José Mujica. En ese sentido, valoró que el FA “debería ser más explícito y apoyar la postura del presidente, porque nos van intereses comerciales serios en este tema”.

¿Cómo está cumpliendo el papel de oposición el FA en estas circunstancias?

– Al FA lo veo en una situación muy incierta, vacilante. No estoy diciendo que no se adecuó a hacer una oposición constructiva en un contexto de pandemia, sino que aún no asimiló que perdió la elección. Se enoja con los que no lo votaron, en lugar de hacer una autocrítica. [El ex vicepresidente, Raúl] Sendic, la regasificadora, el petróleo, la mentira del puerto de aguas profundas, todo eso hay que revisarlo. A favor puedo hablar horas, pero también puedo hablar horas en contra de muchas cosas que hizo el Frente en sus gobiernos. Pedir en este momento lo que no hiciste en 15 años, con mayoría parlamentaria y bonanza económica, es consecuencia de la falta de autocrítica. Me refiero al tributo que planteó Danilo Astori [en un proyecto de ley] para gravar a los capitales [de uruguayos residentes en el país] que están depositados en el exterior, por ejemplo.

¿Cuánto tiene que ver con todo esto la falta de líderes de peso como Tabaré Vázquez o José Mujica?

– Poco, porque su influencia continúa siendo marcada. Vázquez falleció hace unos meses, estuvo gran parte del primer año del gobierno de Lacalle Pou. Y más allá de que en este momento no están tan activos, Mujica y Astori aún mantienen su influjo en las estructuras partidarias. Hay una nueva generación de actores políticos en el FA, sumado al sectarismo de creer que son los únicos dueños de la verdad.

Lacalle Pou dijo en un medio extranjero que “es muy difícil saber qué y quién es el FA”.

– Viniendo de un presidente que representa a todos los uruguayos es un desplante innecesario.

Pero más allá de lo acertado -o no- de la declaración, ¿puede haber algo de verdad en lo que dijo?

– Hoy el FA es una góndola con todas las ofertas. Hay varios discursos. Eso no es bueno porque revela falta de unidad y de dirección. No va a existir un FA -sea del tamaño que sea- hasta que no haga una revisión de su pasado. Aparece un FA deshilachado, que cumplió 50 años y ni siquiera tuvo una proclama única. Son muchos los que están queriendo marcar su perfil y no se percibe una alineación de los sectores. Es urgente también preguntarnos hasta dónde la figura de su presidente, Javier Miranda, con el desgaste que tiene, está representando al partido como se debe.

Carolina Cosse fue electa intendenta de Montevideo con el apoyo del Partido Comunista y el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, pertenece al MPP. ¿Quién es el contrapeso moderado en el FA?

– El espacio moderado dentro del FA, que [Danilo] Astori representó mucho tiempo, al igual que la Vertiente Artiguista y el Partido Socialista, hoy no tiene conducción ni liderazgo. El FA perdió 187 mil votos moderados en la elección de 2019. Pero hoy los espacios no se llenan con liderazgos, se precisa equipo. Hay un déficit enorme en las estructuras, que no construyen opinión y es un problema de la política en general. A la política le está faltando adhesión ciudadana; no desde la obligatoriedad del voto, sino que la gente vuelva a enamorarse de la política como instrumento para alcanzar una sociedad mejor. Y esto se logra a través de la credibilidad.

¿El FA puede volver al gobierno en la próxima elección?

– Primero hay que ver cómo termina este gobierno. Hoy tiene dos grandes frentes a resolver: lo sanitario y lo económico. En cinco o seis meses muy probablemente habremos avanzado en el combate a la pandemia y quizá estemos volviendo a la normalidad. La economía va a mejorar porque habrá un buen piso para tomar impulso, aunque van a quedar secuelas. Más desocupación, más pobreza y más violencia. Hay mucha gente en el FA que está preocupada por esto y quiere trabajar para mejorar. El tema es que hoy al Uruguay político no lo salva un mesías, lo salvan los equipos.

¿El futuro político de Richard Read es en el FA?

– Sin dudas. Soy frenteamplista, aunque no milito orgánicamente desde 1993. Me ofrecieron cargos importantes, pero nunca acepté porque el sindicato era mi vida. Siempre me sentí bien, pleno en ese lugar. Mi futuro político es como ese jugador de fútbol que es parte de un equipo de la B y lo citan para jugar en la selección. Nunca se va a negar. Uno juega en la política y quiere que sus ideas prevalezcan. Me veo como parte de un equipo.

¿Te definirías como un pragmático?

– No soy un pragmático, tengo una sólida definición ideológica. Eso no quiere decir que no sepa reconocer que hay diferentes caminos para alcanzar los mismos objetivos. No importa el color del envase si el contenido es el mismo.

Bartol y su salida

Read se mostró sorprendido por la salida de Pablo Bartol como titular del Mides y consideró que “puede aportar mucho en el camino por resolver los problemas sociales del país”. A partir de conocer de cerca su trabajo en el centro Los Pinos, en Casavalle, señaló que “tiene una gran vocación por lo social y que, quizás, no encontró la forma de lidiar con un mundo político de mirada corta y menos justo de lo que uno quisiera”.

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