Las elecciones internas del 30 de junio marcaron un hito para los partidos menores. Más allá de los cuatro que ya cuentan con representación en el Senado —Partido Nacional, Frente Amplio, Partido Colorado y Cabildo Abierto—, hay diez que siguen en camino hacia octubre. Uno de ellos es la alianza Unidad Popular-Frente de Trabajadores (UP-FT), que se presentó bajo el lema de Asamblea Popular, y consiguió 2.174 votos, según el escrutinio de la Corte Electoral. Para la alianza, esto significa la posibilidad de retornar al Parlamento después de un período sin banca.

La sede de Unidad Popular, ubicada en el centro de Montevideo a poca distancia de la avenida 18 de Julio, es pequeña, como suelen ser las casas de partidos en desarrollo. La bandera roja y verde de la agrupación cuelga junto a un cuadro de José Gervasio Artigas.

Gonzalo Martínez, el representante elegido de cara a las elecciones nacionales es disperso al hablar y hace poco contacto visual, pero tiene, a sus 34 años, el entusiasmo propio de los políticos más jóvenes. Con un intercambio de mates de por medio, conversó mano a mano con Sala de Redacción días antes de la instancia electoral.

―Fuiste diputado suplente de Eduardo Rubio, por Asamblea Popular en el período 2015-2020, y tenés un historial de militancia de izquierda, ¿cómo fueron esos primeros acercamientos con la política?

―Vengo de una familia de trabajadores y de militantes de izquierda. Mi padre fue preso político por ser militante y sindicalista. Yo nací después de la dictadura pero en casa siempre se estuvo conversando de política. De forma muy temprana empecé a tener vínculos con el mundo y con las ideas de la militancia de izquierda. Incorporé esos valores, esa forma de vida. Empecé a militar a nivel estudiantil: primero en secundaria, después en formación docente y finalmente me vinculé con el sector juvenil del Movimiento 26 de Marzo, que en ese momento todavía estaba dentro del Frente Amplio [FA].

―¿Y el acercamiento con la Unidad Popular cuándo se dio?

―Fue gracias al 26 de Marzo. En 2014 empecé a tener responsabilidades vinculadas a la propaganda de Unidad Popular y cuando se definió el equipo vino la posibilidad de participar en el Parlamento, yo era uno de los primeros suplentes de Eduardo Rubio. En 2015 se tuvo los votos suficientes y pudimos ingresar al Parlamento. A mí me tocó asumir la responsabilidad de procesar la información en las discusiones de las Rendiciones de Cuenta. También fuimos parte de la comisión investigadora de ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado] que demostró que los directores de hospitales públicos estaban desviando fondos y hacían contratos con empresas privadas de las que ellos eran dueños o socios. Se desmantelaban las camas del CTI de los hospitales para pagar a los privados y no arreglaban las ambulancias públicas para contratar las privadas. Todo eso implicó que directivos de ASSE fueran removidos. 

―Hablás mucho sobre el vínculo con la educación y la docencia. Estás estudiando profesorado de historia, ¿te parece que eso te brinda otra perspectiva en la escena política?

―Yo creo que toda persona vinculada a la educación tiene una sensibilidad social más desarrollada. Cuando uno tiene amor y vocación por la educación, independientemente de cuál sea el nivel, es porque uno está predispuesto a sentir en carne propia los avances, las dificultades y las carencias que tiene nuestro pueblo. Cuando a un estudiante le va bien, uno se pone contento y cuando viene descalzo en pleno invierno con hambre, uno se indigna. La indignación y la rabia, la tenés que canalizar hacia donde corresponde, convertirla en un motor de lucha y ponerle la carga ideológica. 

―¿De qué sirve esa carga ideológica?

―El aspecto ideológico te permite ubicar los problemas y las soluciones. Yo soy el único de mi familia que tiene estudios terciarios, la vocación docente se generó por una cuestión de vida y la militancia me permitió conocer múltiples realidades. Para tener una buena propuesta precisás un diagnóstico actualizado y lo más completo posible.

―En el último período Unidad Popular quedó por fuera del Parlamento, ¿qué implica esta unificación con el Frente de Trabajadores? ¿Se puede decir que surge por una necesidad de expansión?

―Tenemos varios objetivos, no es tener un lugar en el Parlamento por sí solo. Uno quiere organización política con representación parlamentaria y tener parlamentarios con organizaciones políticas. Cada vez que el progresismo llega al gobierno tras una derrota, parece entrar en una fase más complicada. Pasó en Argentina con el kirchnerismo, en Brasil con Lula y Uruguay no es la excepción. [Yamandú] Orsi [candidato a la Presidencia por el FA], por ejemplo, dijo que no quieren cambiar la política macroeconómica, aceptó la política neoliberal públicamente. El FA desde hace un largo tiempo se fue corriendo hacia el centro, incluso hacia la derecha.

―¿A Uruguay le hace falta un partido de izquierda?

―Hay una necesidad de reunificar la izquierda, porque al fascismo también lo frena. Esto no es un dato menor. Capaz que hoy en Uruguay parece alocado hablar de fascismo pero empezaron a haber expresiones con [Guido] Manini Ríos, con Cabildo Abierto y con la gente en su entorno que se envalentona con declaraciones que son propias de esa ideología. Si uno mira, en términos históricos, al fascismo lo frenó la izquierda, los comunistas. En América Latina son las organizaciones de izquierda las únicas que le pueden poner freno, y si el progresismo no avanza en ese camino estamos complicados.

Si uno mira, en términos históricos, al fascismo lo frenó la izquierda, los comunistas. En América Latina son las organizaciones de izquierda las únicas que le pueden poner freno, y si el progresismo no avanza en ese camino estamos complicados.

―¿Cuáles son los otros objetivos de UP-FT?

Otro objetivo es promover el plebiscito de la reforma de la seguridad social, que hoy implica el triunfo en octubre. Las contradicciones del FA también se expresaron dentro del PIT-CNT, hubo una discusión muy fuerte y nosotros fuimos una palanca que empujó la situación para que haya plebiscito. El tercer elemento de la alianza tiene aspectos tácticos: la necesidad de tener una victoria electoral. Eso implica llegar al Parlamento siendo una voz amplificadora de las causas populares del movimiento sindical. 

―¿Por qué creen que el FA ya no es de izquierda?

―Cuando empezaron a ingresar organizaciones y dirigentes históricamente vinculados a la derecha, como Rodolfo Nin Novoa, y a triunfar las ideas socialdemócratas encabezadas, por ejemplo, por Danilo Astori, el FA empezó a tener una discusión interna que contraponía dos modelos. Se discutían el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA) y prevaleció la posición del ALCA. El FA se oponía a los tratados de libre comercio y terminó impulsándolos. Históricamente, la izquierda defendió el derecho a la seguridad social universal, pública, estatal y solidaria, pero ellos mantuvieron las AFAP [Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional]. Cuando estaba la posibilidad de eliminar la ley de impunidad [N.º 15.848], con mayoría parlamentaria en tres periodos, no lo hicieron. Toda esta situación nos llevó a comprender que el FA se alejó de los principios y de los valores históricos de la izquierda, que rumbeó hacia una posición de centro y en algunos casos, explícitamente a la derecha. 

―¿Qué es para vos ser un partido auténticamente de izquierda? 

― Un partido de izquierda es una organización antiimperialista y anticapitalista. Si vos querés preservar la humanidad, los recursos naturales y los animales, tenés que enfrentar al capitalismo, porque la naturaleza del capitalismo es destructiva. Destruye los recursos naturales, al ser humano, a todo lo que está en su camino con tal de cumplir su objetivo. Si se quiere ser revolucionario y de izquierda, hay que ser anticapitalista y antiimperialista, y eso en Uruguay implica enfrentarse a las políticas que lleva adelante el neoliberalismo y el imperialismo.

―¿Y el progresismo?, ¿lo definís en contraposición?

―Definirse progresista es una abstracción. Si comparás a la burguesía con los feudales, eran progresistas porque implicaba la superación de un modo de producción que estaba en descomposición. Decir que hoy nos preocupa la educación, la salud, la vivienda […] eso lo dice la derecha también. El progresismo no ha propuesto un camino auténticamente antiimperialista, anticapitalista y revolucionario.

Foto: Erica Rosas Valdez.

―Dijiste que hay una gran variedad de candidatos pero con poca diversidad de propuestas, ¿en qué se diferencia la UP-FT?

―La mayor diferencia es que nuestra organización se define públicamente de izquierda en cada una de las propuestas y los principios que promovemos. Nadie puede decir que somos tibios. Hemos elaborado una plataforma programática que implica empezar a revertir situaciones que vive nuestro pueblo desde una perspectiva de izquierda. Hay políticas macro que para llevarlas adelante hay que tener el gobierno y otras tienen una dimensión viable desde el ámbito parlamentario, que es el objetivo que nosotros podemos alcanzar en esta etapa. Hoy es difícil, por ejemplo, cuantificar cuántos puestos de empleo generaríamos, ya que es el gran discurso de todo el mundo y una promesa vacía. Sin embargo, estoy seguro de que lograríamos una dinámica en la economía nacional que generaría empleo y salarios dignos. Queremos resolver las necesidades de nuestra gente.

Nuestra organización se define públicamente de izquierda en cada una de las propuestas y los principios que promovemos. Nadie puede decir que somos tibios.

―Uno de los problemas que destacan es el de los impuestos, ¿es una cuestión de distribución?

―Nosotros creemos que hay que hacer una nueva política, hay que hacer justicia tributaria. La Facultad de Ciencias Económicas sacó un estudio que dice que la pérdida económica principal del país es la no recaudación de impuestos. La exoneración equivale al 7% del PBI [Producto Interno Bruto]. La caja uruguaya se genera en base a un impuesto que pagan los trabajadores. El 48% de lo que recauda la DGI [Dirección General Impositiva] es en base al IVA y ¿quiénes pagan más IVA? Los trabajadores. Pagan cinco veces más que lo que recauda la DGI por IRPF [Impuesto a la Renta de las Personas Físicas] la renta del capital. Quien tiene capital paga menos impuestos que el que tiene un salario mínimo, hay una gran injusticia. 

―Hablan de crear un salario mínimo vital, ¿cómo funcionaría? 

―La crisis en nuestro país es producto del modelo económico que decía antes que Orsi no quiere cambiar. Un trabajador cada tres gana 25.000 pesos o menos, y un jubilado cada cuatro gana menos de 18.000 pesos. El salario mínimo vital implica aumentar el salario que se puede equiparar a la mitad de la canasta básica como mínimo. Si un salario equivale a la mitad suponiendo que hay dos personas que tienen ingreso, vos completás la canasta. Hay que aliviar el costo de vida.

―Se proclamaron en contra de la reforma educativa que impulsó la coalición, ¿qué proponen ustedes?

―Creemos que hay que avanzar hacia una política educativa completamente distinta a la que ha regido hasta ahora. Impulsamos las bases que se generaron en el Congreso de Educación Julio Castro, que implica la autonomía del cogobierno para toda la Universidad, la participación activa de docentes y estudiantes en la toma de decisiones, el fortalecimiento económico presupuestal con un mínimo del 6%, eliminar las privatización de la educación pública y frenar la intervención del capital privado sobre las políticas educativas. 

―¿Qué opinas de la postura de un sector del FA de no apoyar el plebiscito de seguridad social?

―La reforma de la seguridad social creada por el gobierno contó con el respaldo de los principales dirigentes del FA. Que hayan sectores que no apoyen el plebiscito es de esperarse porque se corresponde con su definición ideológica, son las contradicciones que mencioné antes.

―Según la encuestadora Factum UP-FT tiene una intención de voto del 1% de cara a las elecciones de octubre, ¿a qué porcentaje pretenden llegar?

―Las encuestas son una referencia pero nuestro objetivo está más allá del porcentaje, que implicaría poder tener uno o dos legisladores —o más en la medida en que la gente nos acompañe—. También implica un nivel de inserción y de simpatía social que nos parece fundamental porque estamos participando en esta alianza, en este marco electoral, pero nuestros objetivos trascienden a las elecciones. Para tener esa trascendencia hay que tener militancia. Cuanto más militancia tenés, mayor iniciación social y mayor capacidad de incidir en la vida política del país tenés. Desde afuera del Parlamento, con gente movilizada, se pueden lograr muchas cosas. 

―Decías que el objetivo principal de la alianza es “reconstruir la unidad de la izquierda” ¿Sería posible extender la unión hacia otros partidos de la misma línea, como el Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI), por poner un ejemplo?

―Somos una alianza que se conforma en base a acuerdos políticos correspondidos a definiciones ideológicas. Si el PERI no está acá, es porque no hay puntos de coincidencia suficientes para que se incorpore a la alianza. A veces los personalismos son más poderosos que las ideas y nos parece particularmente que en este caso limitan la posibilidad de transitar para llegar a acuerdos. Estamos apostando a crecer, y ese crecimiento tiene que significar avances en la lucha, que podrá ser también incremento de votos. No estamos cerrados a ninguna alianza nueva, pero mantenemos una conducta y una definición ideológica clara porque, de lo contrario, si vos empezás a flexibilizar, empezás a reproducir aquello que estás negando.

El camino hacia octubre

El domingo 30 de junio Sala de Redacción concurrió a la sede de Unidad Popular, donde Martínez reflexionó sobre la baja participación en las elecciones —según datos de la Corte Electoral, solo votó un 36% de los habilitados—. A su entender, hay una “saturación de propuestas mediáticas”. “Estamos en una campaña con 18 partidos políticos y más de 30 candidatos, y eso evidentemente agota a la gente”, declaró.

Asimismo, manifestó que se trató de una campaña “muy baja” en contenido y calidad de discusión, pero considera que en la Asamblea Popular se hizo un buen trabajo mediante la presentación de propuestas y el vínculo con la gente en el interior del país.

Antes de las elecciones internas ya era de público conocimiento que su compañera de fórmula iba a ser la dirigente del Partido de los Trabajadores, Andrea Revuelta. Pese a esto, Martínez comentó que es “una señal política” el hecho de que la gente acompañe y solicite listas. Cuentan con que la votación “sea la base para lograr los objetivos en octubre” y confían en “tener los resultados esperados”.

Romina Massud y Marcos Taboada

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