Foto tomada del sitio: pulso-ciudadano.com

En los últimos años el término bullying, o acoso escolar, adquirió proporciones inmensas en los medios y los centros educativos se volcaron a tratar esta problemática. Si bien se asemeja a la trama de una típica película estadounidense, nuestro país se encuentra en números rojos. Según una estadística realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Uruguay se ubica como el segundo país con peores cifras de bullying a nivel regional.
Hay varias características de este tipo de violencia que llaman la atención: no solo es ejercida por niños hacia niños de forma reiterada y en un centro educativo, si no que a diferencia de lo que suele suceder con otros tipos de agresión y según las fuentes consultadas por SdR, cuanto más alto es el nivel socio económico de los niños, más graves son los casos que se registran.
Si bien el bullying incluye violencia física, en la mayoría de los casos se manifiesta a través de la violencia verbal y emocional (apodos, chismes y bromas insultantes). La agresión verbal tiende a orientarse hacia aspectos físicos o intelectuales, situación económica de los padres y posición social dentro del colegio: “Hay niñas de 8 años que se burlan de otra diciéndole ‘tu mamá es mucama’, esas construcciones verbales no son propias de la edad. Los niños actúan como espejos de la situación que viven en sus hogares”, señaló a Sala de Redacción la psicóloga infantil Lucía Méndez, y agregó que “los padres, muchas veces de forma inconsciente, fomentan valores elitistas y discriminatorios que sus hijos reproducen en sus propios ámbitos. Si una niña ve a su madre obsesionarse con la delgadez, va a asociar la gordura con algo malo e indeseable”, continuó la psicóloga. “Si esa niña agrede a otra llamándola gorda probablemente esté proyectando su propio temor a ser rechazada por su madre”.
El hecho de que un niño se desarrolle en un medio carenciado y que sea expuesto a situaciones violentas parece no guardar relación directa con el ejercicio del bullying. Roxana Aguilera, asistente social y educadora del INAU, habló con Sala de Redacción sobre este tema: “Los niños que provienen de entornos violentos tienden a repetir este tipo de reacciones de forma explosiva y momentánea. Por el contexto del que vienen nuestro trabajo se enfoca en revalorizar positivamente sus historias”. Si bien la educadora reconoce que hay casos de agresión, no es frecuente que se extienda en el tiempo. “Los niños tienden a naturalizar lo que han vivido, es la única realidad que conocen”, analizó la asistente social.
Desde el INAU, los educadores se dedican a crear un marco de contención, la idea es “no darle acepciones negativas a las palabras, la realidad es que en la vida cotidiana no se usan términos como afrodescendiente o persona de baja estatura, nosotros intentamos a través de la revaloración que los términos negro o bajo no se vuelvan insultos, si no tienen la intención de serlo”. Las charlas grupales y las representaciones teatrales son las herramientas más utilizadas a la hora de afrontar estos temas, “se apunta a que los niños expresen sus inquietudes y se relacionen en un ámbito de respeto y compañerismo”.
En cuanto a los casos de acoso escolar mencionados, Aguilera expresó que “las niñas por lo general dicen que fueron blanco de burlas, y los varones participaron de alguna pelea con un compañero”. Las consecuencias de ser víctima de acoso a una edad tan vulnerable son tremendamente nocivas a largo plazo y generan daños muy profundos a nivel de la personalidad, según expuso la psicóloga Silvana Giachero al diario El País.
Elena Arteaga, directora del colegio Life School, destacó la incidencia que tiene para los niños el compartir el espacio educativo con niños discapacitados: “en el colegio tenemos niños integrados, o sea niños con diversas patologías como Asperger o TGD, que cursan con los demás niños. Esa convivencia que surge ayuda enormemente a reforzar los valores de tolerancia y no discriminación”. La directora contó a SdR que el trabajo con psicólogos es “constante y sostenido” y que el tema del bullying se trató de diversas maneras durante un buen tiempo.
El colegio cuenta con un alumnado bastante pequeño, así que no hemos tenido problemas de acoso. En alguna ocasión notamos que alguna niña era ignorada por sus compañeras e inmediatamente intervenimos en el asunto”, expresó Arteaga, y coincidió con que “el problema es lo que pasa en casa, ahí no podemos hacer nada”. Si bien manifestó no tener casos destacables de bullying en el colegio, tiene conocimiento de niños que han ingresado a Life School y “que sufrieron un acoso terrible en sus anteriores colegios. Sé de casos tremendos en los colegios más prestigiosos de Montevideo”.
Valentina Basanta

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