Santa Fe High School, en Texas, el pasado 18 de mayo / Foto: Bob Levey, AFP

En las primeras horas de la mañana del viernes, un ex estudiante, llamado Dimitrious Pagourtzis, llegó al centro educativo Sante Fe High School, liceo que se encuentra a unos 50 kilómetros de la ciudad de Houston del estado de Texas, en Estados Unidos (EEUU). El joven llevaba botas militares, una gabardina y por debajo de su abrigo largo tenía una pistola y un revólver calibre 38, propiedad de su padre. Irrumpió en su ex salón de clase y abrió fuego contra quienes fueron sus compañeros, que salieron corriendo por la puerta del aula, lo que dejó un saldo de nueve estudiantes y una profesora asesinados y 14 heridos. Pagourtzis quiso suicidarse, pero él mismo se entregó a las autoridades, que recorrieron el campus y se sorprendieron al encontrar artefactos explosivos. El presidente de la república, Donald Trump, calificó de “terrible” al tiroteo y lamentó que este tipo de sucesos “han estado ocurriendo por demasiado tiempo” en el país. Los números muestran que ya son 22 las matanzas ocurridas en los centros educativos de EEUU en lo que va del año, lo que significa un promedio de una por semana.
A lo largo de las seis décadas que van de 1940 a 1999, hubo alrededor de 55 muertos como consecuencia de 22 tiroteos en escuelas de EEUU, según relevó un estudio publicado en la revista académica estadounidense, Jornal of Child and Family Studies. A lo largo y ancho de todo el planeta, el país de América del Norte es conocido por la interminable lista de conflictos bélicos en los que se ha visto involucrado, sin mencionar su largo historial de problemas raciales, que pueden rastrearse desde sus albores fundacionales. Mientras el tiempo pasa, para explicar las causas de este tipo de masacres civiles ha tomado fuerza la idea de que la culpa es de la extendida proliferación de armas.
EEUU representa 4,4% de la población mundial, pero posee en sus manos el 42% de las armas, según datos del catedrático de la Universidad de Alabama, Adam Lackford. En algunas zonas del país, resulta sumamente accesible conseguir un arma. Por ejemplo, el estado de Florida tiene unas restricciones relativamente indolentes para las armas de fuego si se lo compara con otros estados de ese país; para las pistolas de mano, solo se requiere una revisión de antecedentes penales para comprar armas de fuego y un período de espera de 72 horas . El 14 de febrero de este año ocurrió un tiroteo en una escuela secundaria de Parkland, sureste Florida, que dejó al menos 18 muertos y cerca de 12 heridos.
En el mismo estado, alrededor de 2500 estudiantes salieron de las aulas a las 10 de la mañana del 20 de abril. Los alumnos salieron cantando “suficiente es suficiente”, con carteles con mensajes como “la vida de los niños > rifles de asalto” e hicieron un minuto de silencio por las víctimas de los tiroteos. La manifestación se realizó por el episodio en Parkland y también en conmemoración de un nuevo aniversario de la masacre de Columbine, en la que dos jóvenes armados mataron a 12 estudiantes y una profesora en 1999. Los manifestantes pidieron varias medidas, entre ellas prohibir las armas de asalto, los barriles de alta capacidad y los aceleradores de disparos, además de la comprobación de antecedentes universales obligatorios, y la implementación de períodos de espera entre la compra de un arma y su transferencia.
En contexto
Un estadounidense tiene 300 posibilidades más de morir por ataque de arma de fuego que cualquier otro habitante del planeta. De acuerdo a la Oficina de la Organización de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, EEUU registró una tasa de homicidios de 4,88 muertos por cada 100.000 ciudadanos, mucho más alta que la de otros estados desarrollados como Austria (0,51) o los Países Bajos (0,61), pero también superior a otros en vías de desarrollo como Albania (2,28), Bangladesh (2,51) y Chile (3,59).
Desde la promulgación de la Carta de Derechos de 1789, en EEUU la portación de armas es legal y a la vez un derecho constitucional. La Segunda Enmienda constitucional establece al respecto: “(…) siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad del Estado libre, el derecho del pueblo de poseer y portar armas no será infringido”. En 2010, la Corte Suprema ratificó que ninguna ley estatal ni federal puede negar el legítimo derecho de tener armas. No obstante, como el país es un estado federal que permite a cada uno de sus miembros organizar sus propias leyes sin ir contra la Constitución, es posible ver variaciones en la regulación del uso y tenencia de armas de fuego. Por ejemplo, en Rhode Island y Pensilvania quien esté interesado en adquirir un arma debe realizarse un estudio psicológico previo.
Al menos desde 1920 se registran masacres en los centros educativos del país de Hollywood. El 18 de mayo del 1927, Andrew Kehoe realizó una serie de explosiones en la escuela de enseñanza elemental en Michigan. Detonó una bomba dentro de la escuela y cuando la gente estaba fuera de la institución, Kehoe detonó su auto, que estaba estacionado y con él adentro. Hubo 45 muertos y 58 heridos, cifra que convirtió a la matanza como aquella que dejó más víctimas, entre las que fueron realizadas en centros educativos. En suma, a partir de 1979 comenzó a darse un aumento constante de las balaceras en escuelas, según recoge el Journal of Child and Family Studies.
Tendencias
A los niños y niñas les gusta jugar y siempre estar activos. Los adolescentes son curiosos y, a veces, impulsivos. Podría suceder cualquier cosa si uno de estos jóvenes tuvieran armas de fuego en las manos. Quien quiera tener un arma en EEUU debe ser mayor de 18 años si quiere una pistola -que tiene un cañón menor de 40.2 cm-, o de 21 si su deseo es tener un arma larga como el rifle -o sea, de cañón mayor de 45.2 cm-. Los tiradores que abrieron fuego en escuelas o universidades son mayormente estudiantes de las propias instituciones. Al menos 60% de los tiroteos analizados en las escuelas de EUA en el siglo XX fueron perpetrados por adolescentes de 11 a 18 años, contra 77% desde del año 2000.
“Una tendencia alarmante es que la mayoría de los tiradores del siglo XXI han sido adolescentes, lo que surgiere que ahora es más fácil para ellos acceder a las armas, que es más frecuentemente sufren de problemas de salud mental o que carecen de habilidades para resolver conflictos”, dijo a la agencia AFP Antonis Katsiyannis, investigador de la Universidad de Clemson, en Carolina del Sur. Katsiyannis agregó que “en menos de 18 años, hemos visto más muertes relacionadas con tiroteos en las escuelas que en todo el siglo XX”.
Las escuelas estadounidenses parecen campos de batallas a causa de las balas que con frecuencia atraviesan los pasillos de los centros educativos. Una posible solución sería una regulación más estricta del comercio y uso de armas, pero existen corporaciones, como la poderosa Asociación Nacional del Rifle, que no cederían fácilmente. Otros piensan que los profesores o las maestras deberían tener armas de fuego para protegerse y tener más seguridad escolar, como lo ha hecho el propio Trump: “Si el entrenador [Aaron Feis, quien perdió la vida tratando de salvar a varios estudiantes durante el tiroteo de Parkland] hubiera tenido una pistola en su casillero (…) le habría disparado [al atacante] y ese habría sido el fin del asunto. También están quienes plantean que como la posesión de armas de fuego en EEUU está tan arraigada a la cultura, si las prohibieran el resultado podría ser peor. Los datos marcan que los estadounidenses tienen más armas per cápita que los residentes de cualquier otro país, ya que, según un estudio de 2017 del Centro de Investigaciones Pew, 4 de cada 10 civiles poseen una pistola o viven en una casa con armas de fuego.
Branden Luis Figarola

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