Es una figura reconocida por su constante trabajo en las ciencias sociales y en la politología.

Gerardo Caetano guarda en su memoria un pasado fugaz en el fútbol profesional: vistió la camiseta de Defensor Sporting y de la selección uruguaya, y tuvo la oportunidad de enfrentar al futbolista argentino Diego Maradona antes de jugar el Mundial Sub 20 en 1977. De joven sufrió pérdidas familiares que le causaron dolor, pero tomó impulso para seguir adelante y cumplir sus sueños. En diálogo con Sala de Redacción, Caetano aseguró que el deporte y la literatura fueron pilares fundamentales para sobrellevar esos momentos duros.

¿Quién es Gerardo Caetano?

Gerardo Caetano es una persona que tiene una historia de la que me siento orgulloso. Yo no borro huellas, siempre he tenido esa filosofía. Esa historia tiene una matriz que es mi familia, pero que también son un conjunto de valores que desde chico me han marcado. Es un poco una aventura, una trayectoria en la que he puesto en juego esos valores.

Se crió en el barrio la Blanqueada y vivió su niñez rodeado de sus padres y hermanos; era el menor de la familia. Estudió en el colegio católico y privado Marista Santa María, y desde temprana edad se vinculó con sus dos pasiones: la lectura y el fútbol. “Mi hermano se ríe hasta hoy de que en la siesta aprovechaba para leer lo que había en la vuelta, por ejemplo, el diccionario francés Larousse ilustrado”, contó Caetano a SdR. A su vez, agregó que en el colegio se le presentó un gran desafío: “Tenías que ser un buen estudiante o un buen futbolista, y yo tenía la suerte o la mala fortuna de que andaba bien para las dos cosas”.

Sin embargo, ese “hermoso recuerdo”, como él lo describe, tomó un giro repentino, ya que perdió a su padre a los 14 años, a su madre a los 17 y a su hermano mayor a los 19. De forma trágica, “esa familia nuclear se trunca en cinco años, que coincidieron con el comienzo de la dictadura. Con mi otro hermano quedamos prácticamente solos”. Además, admitió a SdR que la muerte de su padre “fue un momento muy difícil, ya que “era muy chico y me marcó mucho”. En ese momento empezó a trabajar: “Hacía cobranzas, vendía artículos de papelería y al mismo tiempo jugaba en las juveniles de Defensor”.

¿Qué obra literaria te ayudó a sobrevivir esas pérdidas?

Yo leía mucho. Leía desde chico revistas de deportes y mi padre decía que me iba a pasar lo mismo que a Don Quijote, que de tanto leer novelas de caballerías se convirtió en uno. Y bueno, fue una profecía, porque terminé siendo futbolista profesional. Pero también leí muchísimas adaptaciones infantiles de grandes obras de literatura universal. Luego cuando era adolescente, empecé a leer decididamente mucha obra de literatura e historia, y hay un libro que recuerdo con enorme pasión y que me marcó mucho en ese momento; fue la magnífica biografía sobre Martín Lutero [teólogo alemán]. La reforma protestante de Alemania a través de su figura me marcó mucho, la recuerdo con mucha fuerza.

El autor de Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay. Guerra Fría, reacción y dictadura, su último libro junto a Magdalena Broquetas, se define a sí mismo como una persona pasional y sostiene que para llevar a cabo un proyecto debe “transferir esa pasión”. De forma temprana se dio cuenta que sus dos “oasis” no podían convivir, y esto se multiplicó cuando debutó de manera profesional en el club Defensor Sporting y fue citado para disputar el Mundial Sub 20 en Túnez: “Yo no podía dedicarme a la historia y al mismo tiempo ser futbolista. O era una cosa o la otra y yo sabía que iba a optar por la historia”. Sin embargo, esto no evitó que disfrutara del fútbol, en donde “podía canalizar muchas cosas de mi contexto personal y del colectivo [comienzo de la dictadura]”.

Mi padre decía que me iba a pasar lo mismo que a Don Quijote, que de tanto leer novelas de caballerías se convirtió en uno. Y bueno, fue una profecía, porque terminé siendo futbolista profesional.

                                                                                                    

Gerardo Caetano, historiador.

 —Jugaste contra Diego Maradona dos veces, una fue la despedida antes del mundial de Túnez 1977 y te tocó perder 6-0. ¿Era bueno desde su adolescencia?

Era un fenómeno. Yo siempre he sido hincha de los cracks, de los genios, para mí el genio en cualquier actividad de la vida es un ser muy especial. Maradona había venido bien de abajo, de Villa Fiorito, y a mi me gustan las historias de la gente que lucha. Lo conocí a sus 15 años, yo tenía dos años más, Maradona era el más chico de la Selección Argentina Sub 20 en la que había jugadores extraordinarios. 

En el partido despedida antes de ese mundial, la selección uruguaya enfrentó a Argentinos Juniors en el Estadio Centenario, que estaba repleto de personas. Caetano aseguró a SdR que le sucedió algo que “nunca antes y nunca más” le pasó, y es que se distrajo: “Yo jugaba de centro-delantero y de pronto me quedé parado mirándolo jugar, era una cosa muy deslumbrante”. Sobre la muerte de Maradona, admitió que “era un futbolista excepcional y eso no debió llevarlo a lidiar con que le transfieran la marca de mito [futbolístico]. En parte, esa carga fue lo que terminó con su vida”.

¿Cómo se relacionaba el fútbol con la política en plena dictadura?

Quien dice que entre el fútbol y la política no hay vínculo, o no sabe nada o sabe demasiado. Durante la dictadura, los militares, que la mayoría eran muy futboleros, quisieron usar y mandar sobre el deporte. En ese sentido, vi como altos oficiales se involucraban en decisiones referentes al tema. Primero hubo militares retirados al frente de la AUF [Asociación Uruguaya de Fútbol], y después militares en actividad que tenían cargos importantes a nivel de OFI [Organización de Fútbol del Interior]. El fracaso de la selección mayor hizo que las presiones sobre las selecciones juveniles fueran muy grandes. En Uruguay hay una cosa virtuosa, al menos en las últimas décadas, y es que el involucrarse en el fútbol no transfiere a la política; nadie acumula en clave política desde ese deporte. El caso máximo es el de Tabaré Vázquez [ex presidente uruguayo]: iba a ser presidente de la AUF pero lo vetaron desde Peñarol y el Partido Colorado. 

Caetano sufrió a sus 17 años la rotura de los ligamentos cruzados, por lo que poco a poco se alejó de las canchas. La lesión producida pocos días después de ganar el campeonato uruguayo con Defensor Sporting en el año 1976, puso en duda su continuidad en el deporte, debido a que “en ese momento era una lesión de fin de carrera”. Sin embargo, según explicó, en ese club deportivo se aplicó una estrategia que hizo que muchos jugadores prolonguen su trayectoria unos años más. 

El método consistía en ejercitar los cuádriceps de una forma “excepcional” para que la estabilidad de la rodilla se consolidará con “una fuerza muscular muy especial”. Hoy en día el ex futbolista sufre las consecuencias de ello: padece la rotura de los ligamentos cruzados en la rodilla derecha, lo que hizo que apoye su cuerpo sobre la pierna izquierda y le generó “un desgaste grande”.

Mientras jugaba en Defensor, estudiaba en el IPA [Instituto de Profesores Artigas], por lo que sus responsabilidades como estudiante y futbolista se superponían. Afortunadamente, un año después de la lesión, comenzó a trabajar en el Centro Latinoamericano de Economía Humana, lugar que define como otro “oasis”. En el año 1982 se apartó definitivamente del deporte, ya que según afirmó se lesionaba bastante seguido.

Quien dice que entre el fútbol y la política no hay vínculo, o no sabe nada o sabe demasiado. 

                                                                           

Gerardo Caetano, historiador.

Entrelazar sus dos pasiones “no ha sido difícil”, aseguró Caetano. Gracias al fútbol ha podido conocer el alma popular y “ciertas dimensiones de la política y de la convivencia social”. Esto se debe a que en Uruguay “el fútbol es la épica”. “En este país hay pocas dimensiones épicas, por suerte, porque las sociedades con esas características son las de la guerra”, detalló. 

Paralelamente, observa al fútbol como un ámbito de creación de filosofía popular, por lo que considera que el fútbol y la literatura son “caminos que se suman el uno al otro e incluso se complementan de forma recíproca”. El historiador contó que la unión entre el fútbol y la historia le servía cuando el profesor José Ricardo de León [su entrenador en Defensor Sporting] organizaba los martes “charlas filosóficas”, ya que “entendía plenamente muchas cosas a las que hacía referencia, gracias a mi carrera universitaria”.

Otra cosa positiva que le ha reivindicado el fútbol es el coraje: “Para mi la valentía no es la del que no tiene miedo y es un temerario, sino que es aquel que ha pasado muchísimo miedo y se las ha arreglado, a veces de las maneras más increíbles para vencer ese miedo”. Caetano afirmó a SdR que suele alinearse con sus pensamientos en el error y en el acierto, sin creerse dueño de la verdad y manteniéndose lejos del agravio. Según él, La clave de su camino es la reivindicación de su pensamiento.

Tenés dos hijos, Federico y Santiago. ¿Qué significan para vos y cómo reaccionaste cuando uno de ellos te dijo que quería ser mochilero?

Los hijos son lo más importante en la vida. El vínculo con mis hijos ha sido muy intenso, para bien o para mal. No ha sido fácil, pero hemos compartido muchas cosas. Los dos tienen mucha personalidad, son diferentes, y tienen este peso raro de convivir con su padre y con lo que hago, pero por suerte han elegido su camino. El menor es músico, pero desde hace unos años estudia relaciones internacionales. El mayor, que es el mochilero, había empezado en relaciones internacionales y luego se volcó a la psicología. Cuando me dijo que iba a ser mochilero fue una cosa muy curiosa porque nunca lo había hecho, yo tenía pánico. Sin embargo, le hizo muy bien y lo vivió con mucha intensidad, y es curioso porque el que fue mochilero es el que menos viajó, lo hizo por América Latina, pero el que ha viajado prácticamente por todo el mundo es su hermano menor.

En medio de la era de la tecnología, el politólogo aseguró que no tiene redes sociales por decisión propia, aunque le hacen llegar las reacciones de la gente ante sus apariciones públicas. “El fútbol te vacuna contra ciertas cosas y yo estoy vacunado contra la arrogancia. Para mí es uno de los defectos más terribles”, sostuvo Caetano a SdR. Durante los últimos años, ha sentido “cariño, adhesión y también mucho odio. A mi siempre me enseñaron que la labor de un intelectual es hablar con otro desde su mejor versión, no desde la peor”. Por eso, ante las críticas y agravios sin justificación, prefiere responder con el silencio.

Para mi la valentía no es la del que no tiene miedo y es un temerario, sino que es aquel que ha pasado muchísimo miedo y se las ha arreglado, a veces de las maneras más increíbles para vencer ese miedo. 

                                                                                                      

Gerardo Caetano, historiador.

—¿Qué consejo le darías al Gerardo Caetano de 17 años que atravesaba un momento duro?

A veces cuando miro para atrás y me acuerdo de ese Gerardo Caetano siento mucha compasión. No es que lo conozca tanto, pero sí recuerdo momentos duros, muy difíciles. El consejo que le daría es que tuviera una vida más liviana, que no se tomara las cosas tan a pecho, que tratara de privilegiar los detalles más simples como vivencias placenteras o trabajar un poco menos. Es una pregunta importante que no tiene retorno, porque estoy seguro que aquél haría exactamente lo mismo. No éste que soy yo, pero aquél, al consejo que le daría, no le haría caso.

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