Casas de grandes jardines, tranquilidad y silencio conforman el paisaje desde la ruta. Sólo se escucha el ruido de algún auto cada varios minutos. Durante una tarde primaveral de noviembre no se siente el viento y tampoco hay donde refugiarse del sol porque los árboles están dentro de las fincas privadas. La entrada hacia cualquiera de los barrios es vigilada atentamente por guardias de seguridad: cercos de alambre de púas, telas negras que impiden mirar hacia adentro, cámaras y torres de vigilancia ubicadas en distintas partes del terreno velan por la privacidad de los habitantes.
Al seguir por el mismo camino, hay casas que no están dentro de los predios privados: sencillo pero orgulloso, Villa El Tato se erige en medio de los seis barrios privados que conforman La Tahona y de los barrios Las Higueritas y Carmel. En Villa El Tato viven más de 600 personas: gran parte de su población trabaja en los barrios privados como choferes, jardineros o empleadas domésticas, por eso un día de semana no se ven muchas personas por la calle, salvo algunas que caminan con uniforme. Las casas, pequeñas y separadas entre sí por cercos, parecen reproducirse entre las calles de tierra; si no hubiese tantas entre los terrenos baldíos podría parecer un lugar en el medio de la nada. Como cualquier barrio, cuenta con su propia plaza, una iglesia y casas con carteles en donde se lee la palabra “kiosko”. Canciones viejas de cumbia salen de algún parlante, aunque cada tanto son interrumpidas por el ruido de alguna moto o de algún perro que ladra. Un montón de árboles parecen vigilar la entrada como si fueran guardias de seguridad.
Sobre Camino de los Horneros niños, niñas y adolescentes vuelven a sus casas en Villa el Tato después de un día de estudio. Un poco alejado del barrio, en medio de terrenos vacíos, está ubicado el Centro Educativo Asociado (CEA) 47: una escuela con 111 años de historia y una UTU se unen en el mismo predio, rodeados de árboles y tranquilidad. La construcción de ladrillos salta a la vista detrás de una reja, con el pabellón nacional flamante a pesar de no ser fecha patria; al fondo, un contenedor hace de aula de clase. En las inmediaciones no hay ningún liceo, la UTU es la única institución educativa a la que pueden concurrir en el barrio los adolescentes que finalizaron Primaria.
Actualmente hay tres proyectos de barrios privados en desarrollo en la zona, pero se siguen expandiendo, por lo que se proyecta la compra de terrenos cercanos y la construcción de nuevas casas. Se espera que se duplique la cantidad de habitantes en Camino de los Horneros en un período de dos a cinco años, según dijo el director del Gabinete Territorial de la Intendencia de Canelones Sergio Sheffield a El Observador.
Balsa y Asociados es la empresa que lleva a cabo este tipo de proyectos. Al principio mostró su interés por los terrenos contiguos a la escuela y finalmente por el propio terreno del CEA. La empresa se contactó con el director de la escuela, Jorge Fernández, quien informó a las autoridades.
Los CEA forman parte de un proyecto de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP): permiten la continuidad educativa de los y las estudiantes y están ubicados en lugares alejados o de difícil acceso que no cuentan con muchas líneas de transporte público, explicó a Sala de Redacción el profesor Walter Fernández, asesor del consejero electo por los docentes del Consejo Directivo Central (Codicen), Julián Mazzoni. Es el caso de esta zona, que sólo cuenta con transporte dos veces al día para ir a Montevideo.
Piden los papeles
Al sonar el timbre que anuncia el fin de la jornada, un grupo de niños y niñas salen a jugar a la pelota, festejan un gol entre risas. “Es importante que no se cambie de lugar la escuela porque los hijos de los pobladores tienen un gran sentido de pertenencia al lugar”, afirmó Fernández.
Con 111 años de existencia y familias de hasta cuatro generaciones que han concurrido al lugar, la escuela es muy querida por la comunidad. Padres, madres, ex alumnos y ex alumnas se enteraron de la intención de compra y reubicación de la escuela; Adriana Rosa, concejala del municipio Villa El Tato por el Frente Amplio, dijo a SdR que la comunidad estaba convencida de que el terreno había sido donado a la ANEP por el antiguo dueño, pero de igual manera se decidió investigar.
Daniel Ramos fue uno de los encargados de movilizar a los vecinos. Como ex alumno, la escuela tiene un valor sentimental muy grande para él: “en esa escuela gateé, lloré, no me quería ir. Mi vida en mi infancia era ahí dentro”, contó a SdR. Su vida estuvo muy vinculada a esa escuela, vivió al lado de ella toda su niñez y su padre fue funcionario allí. Muchos otros ex alumnos también le tienen cariño, por eso organizan comidas en beneficio de la escuela e incluso inauguraron un aljibe en honor al que había años atrás. La escuela anteriormente funcionaba como escuela granja, allí se plantaba y cultivaba para abastecer de alimentos a la escuela. El edificio anterior fue tirado abajo un par de años atrás, por lo que la construcción actual es relativamente nueva.
El grupo al que pertenece Ramos se ha reunido varias veces: la primera fue para informarse sobre lo que estaba sucediendo; en la segunda reunión se redactó una nota para enviar a la ANEP y a Robert Silva, presidente del Codicen, en la cual le expresaron deseos de reunirse, pero no obtuvieron respuesta. En representación del grupo, Rosa y Ramos solicitaron una entrevista con la directora general de la ANEP, Graciela Fabeyro, pero quien los atendió fue Agustín Briano, secretario de la subdirectora de la ANEP, Olga de las Heras. De acuerdo a Ramos, si bien en la reunión se tomó nota de todo lo dicho, no se obtuvo respuesta. El grupo decidió convocar a ediles y se solicitó una cédula catastral. Una bisnieta del antiguo dueño del terreno afirmó que el terreno había sido donado para la construcción de la escuela, sin embargo, en la relatoría de la escuela aparece que el predio fue vendido a un muy bajo costo, pero no hay documentación que lo avale.
Al ver la preocupación de la comunidad sobre la posible mudanza, la empresa administradora de los barrios desistió del proyecto, pero los papeles del terreno siguen siendo un problema. El tema está siendo tratado en la Junta Departamental y entre los escribanos de Codicen; se busca que el terreno pase a la órbita de la Intendencia de Canelones y que sea cedido en comodato por 30 años a la ANEP. Esto tiene que ser aprobado por mayoría especial en la Junta Departamental, ya que excede un período de gobierno. También significa que cada 30 años deberá volver a aprobarse.
La zona continúa extendiéndose, cada vez son más los uruguayos y uruguayas que deciden mudarse a barrios privados, desde jerarcas de gobierno, hasta deportistas y distintas personalidades. Luis Suárez está construyendo una ciudad deportiva sobre Camino de los Horneros y cada vez más empresas deciden instalar sus servicios en la región.
Como una imagen salida de Brasil, construcciones precarias rodean los barrios privados. Tras una calle y con cercas de cada lado, los estilos de vida son completamente opuestos. Si bien “en principio se vio a los barrios privados como una oportunidad de trabajo”, no fue así, ya que el trabajo brindado es “precario”, según Rosa, quien afirmó que ayudar es “dar un trabajo digno y herramientas para que la persona se pueda defender por sí sola”, pero “ellos dan limosna”. Es notable la cantidad de vigilancia presente en la zona, al punto de que no se puede ver hacia dentro del barrio privado: “Están ellos encerrados ahí, con todo alambrado, y nosotros del otro lado”.