“La llegada de extranjeros en busca de trabajo a Uruguay se ha visto claramente modificada y acrecentada en los últimos diez años”, afirmó en diálogo con Sala de Redacción Federico Muttoni, analista laboral y director de la consultora Advice. Si bien el flujo migratorio disminuyó levemente a raíz de la coyuntura generada por la pandemia, Muttoni señaló que es “muy probable” que tienda a crecer, ya que “los inmigrantes están muy bien valorados [en el mercado laboral], sobre todo por su amabilidad, buena disposición, ganas y flexibilidad en horarios”.
Los datos de la Dirección Nacional de Migraciones, disponibles hasta diciembre de 2021, muestran también, hasta el comienzo de la pandemia, una fuerte tendencia creciente del ingreso de extranjeros al país: se contabilizaron más de 500.000 en los últimos tres años, sea por motivos de trabajo o por ocio.
Las personas migrantes buscan, en primer lugar, la inserción laboral. Advice analizó una muestra de 15.038 postulantes extranjeros que buscaban trabajo en llamados hechos por la consultora entre 2010 y 2021. La información obtenida destaca postulaciones al rubro de comercios y servicios (14%), casi el doble que el segundo sector más demandado, el de profesionales, con 8%; el rubro de la salud, de la cocina y de la construcción, son los siguientes sectores en los que se encuentran mayormente distribuidos los migrantes, según el estudio de la consultora. Estos datos tienen puntos de contacto con lo que ve, a través de su experiencia, María Eugenia Robaina, licenciada en Psicología y especializada en Recursos Humanos e integrante del equipo de Asesoría Laboral de Idas y Vueltas -ONG que ayuda a los migrantes en Uruguay- quien expresó que “el sector más habitual para la inserción laboral del migrante son los servicios, los call centers, los cuidados de personas y el trabajo como guardia de seguridad”.
Respecto al tiempo en el que logran insertarse en el mercado laboral, el director de Advice aclaró que es un aspecto muy relativo y que depende del rubro y de las estrategias de búsqueda de cada migrante, y que hay quienes lo consiguen rápidamente y otros tardan más. En general, remarcó que los extranjeros “muchas veces están dispuestos a trabajar en horarios en los que los uruguayos no, o irse para el interior, entonces a veces consiguen trabajo más rápido que los propios uruguayos”. Sobre esto, Robaina expresó que por lo general el migrante ingresa a un trabajo de peor calificación al que está preparado, por un tema de urgencia y de costear las cosas básicas, por lo que su prioridad es insertarlos en el mercado laboral, ya que “si se reducen a lo que están preparados, se dificulta mucho más”.
Además, la asesora laboral de la ONG agregó que es un gran desafío lograr “traducir los puestos en los que se desempeñaron los migrantes en sus respectivos países, al mercado uruguayo” y que en muchos casos “su conocimiento y utilización de internet es muy poco o nulo, y deben experimentar el fenómeno conocido como la “alfabetización digital”. En complemento, Muttoni comentó acerca de la importancia de que los nombres de los cargos de los postulantes extranjeros estén más ajustados a los nombres que se usan en nuestro país: “a veces los cargos son de directores, gerentes, cuando en Uruguay quizás el mismo cargo se llamaría analista, eso genera que muchas veces no lo consideren por parecer sobrecalificados”.
En cuanto a la formación y preparación de los migrantes, Muttoni ratificó que “los datos del informe de la consultora, indican que los extranjeros que llegan a Uruguay están bien educados o formados, la mayoría tienen formación universitaria completa o en curso”. El informe refleja que 31% de los inmigrantes tiene la formación universitaria completa, 14% en curso, y 19% que no ha terminado la secundaria. Si bien los datos reflejan un panorama general y se toman sobre una muestra determinada, la realidad de los migrantes que llegan a la ONG es la opuesta, Robaina contó que el migrante “viene con poca preparación y conocimiento del país” y que son pocos los casos donde realmente la persona se encuentra preparada: “generalmente llegan con poco dinero y escasos recursos”, concluyó.
Los datos recabados por Advice reflejaron una gran presencia de personas de Venezuela (12%), el segundo país del que el estudio registra más migrantes después de Argentina (59%), y se destaca un aporte importante de países de Centroamérica (11%), con un predomino de Cuba, Costa Rica y República Dominicana, entre otros. En cuanto a las edades, el estudio mostró que 42% de los postulantes extranjeros que buscaron insertarse en el mercado laboral tenían entre 31 y 40 años, y detectó un aumento importante de la franja de jóvenes de entre 21 y 30 años (32%); un patrón reiterado a lo largo de los años fue el predominio masculino, que conformó 58% de las postulaciones.
Sentirse en casa
Idas y Vueltas fundada en 2003, se propone recibir y acompañar a todas las personas que arriban al país -ya sea población migrante, refugiada o solicitante de asilo-. Les ofrece asesorías técnicas en áreas como la salud, trabajo, vivienda y documentación para generar oportunidades de crecimiento y adaptabilidad en el país; el peso de estas ayudas creció a la par del aumento de la llegada de migrantes, puesto que en sus primeros años, la ONG funcionaba fundamentalmente como espacio de reunión en Uruguay y de comunicación con quienes habían dejado en el exterior. Su sede principal está ubicada en Montevideo, en la Ciudad Vieja, más precisamente, en la esquina de Juan Carlos Gómez y Piedras. En 2017 abrió una oficina en el Chuy, ya que existe un gran flujo de migrantes que atraviesan esta “frontera seca” entre el territorio brasileño y uruguayo.
Esta organización reciben a los migrantes en la oficina, les informan acerca de su situación, les solicitan sus datos, buscan conocer si vinieron solos, con familia y, si la tiene, cómo se compone, indagan acerca de su formación y la situación que tenía en su país. “La función radica en brindarles información de cómo funcionan los portales, la búsqueda de empleo, la entrevista y aspectos culturales sobre qué valoran los empleadores en nuestro país”, resumió Robaina. De esta forma, se monitorean los principales problemas que tiene cada migrante, los cuantifican y los derivan a otros sectores de la ONG.
La organización no recibe un sustento económico estatal, sino donaciones o ayudas de organismos internacionales, como Unicef. Su difusión se logra a través de recomendaciones, del “boca a boca” de los propios migrantes, y también a través de oficinas de organismos públicos, con quienes mantienen un contacto diario. En el último año Idas y Vueltas atendió a 1.600 personas, “en su mayoría son mujeres, en un rango de edad entre 30 y 40 años, generalmente procedentes de países como Venezuela o Cuba”, afirmó a Sala de Redacción Andrea Malet, psicóloga del área de la Salud de Idas y Vueltas. Robaina destacó la fuerte presencia cubana en la ONG, y expresó que en términos generales, llegan a Uruguay “sin tener una casilla electrónica, y sin saber de qué trata un curriculum vitae”, debido a que presentan un funcionamiento muy distinto del sistema de trabajo y economía. Algo similar comentó Muttoni, quien advirtió que hay quienes arriban sin tener estrategias de búsqueda de trabajo, como un curriculum, porque en sus países tienen otras costumbres.
Malet transmitió que la primera instancia en la que las personas migrantes se presentan es “fundamental”, ya que muchas veces “llegan al espacio de bienvenida de los miércoles, con gran ansiedad y carga emocional”. Además, expresó que “el adaptarte a una cultura diferente donde muchas veces los migrantes esperan otra cosa de la que realmente es, genera una desidealización muy fuerte”. Sin embargo, remarcó que es importante que luego de superar esta etapa “puedan generar redes de contacto y apoyo”.
El beneficio del encuentro parece ser, también, de ida y vuelta. Malet contó que participar en esta organización “da una gran satisfacción cuando te agradecen la ayuda, ya que estás colaborando para cambiarle la vida a alguien”. En complemento, Robaina mencionó que le llama la atención “la predisposición, ganas y compromiso” con la que llegan los inmigrantes, y que “el proceso de ver cómo llegan a la oficina, cansados y con caras tristes y luego ver cómo le buscan la vuelta y salen adelante con el pasar del tiempo, es algo maravilloso”.