María Mascaró, artista visual, y Martha Escondeur, pintora y escultora, alimentan su creatividad al observar a su alrededor, de ahí construyen mundos ficticios que invitan al espectador a fundirse con nuevas emociones, sensaciones y sentimientos. Las une el hecho de ser autodidactas y que han desarrollado sus propias técnicas y estilos inconfundibles que se distinguen rápidamente al ver sus obras.
Cuando era pequeña, María Mascaró, —Montevideo 1971—, empezó a pintar de manera autodidacta y años más tarde se inscribió en el taller de Guillermo Fernández, pintor y profesor que formó a muchos artistas uruguayos, destacado por recibir el Premio Figari. Por su parte, Martha Escondeur —Santa Lucía, 1957—, dio sus primeros pasos en el arte a temprana edad y a los 12 años realizó su primera exposición. En aquel momento no había dónde formarse, relató la artista, pero aclaró que tuvo la buena fortuna de vincularse con grandes maestros que la aconsejaron. Por este motivo, reveló que ha aprendido del ensayo y error, y que esto le ha servido para poder desarrollar un estilo propio. Acotó que si hubiera nacido en esta época, estudiaría en talleres de otros artistas, como es habitual ahora, aunque apuntó que “reconoces inmediatamente” al maestro que hay detrás y dices “‘este es alumno de’, porque conserva ese mismo estilo”.
Las tres maneras Mascaró
¿Cómo evocar la creatividad? Mascaró contó sus tres métodos. El primero es a través de la denominada serendipia: sucede cuando se está en tranquilidad, enfocada en cualquier cosa menos en crear una nueva obra. El momento serendipia es cuando se desprende una idea en un segundo, “la idea te baja de una”, explicó chasqueando los dedos. Fue así como creó su instalación Interiomidad. “Me imaginé la foto así, después lo que hice fue bajarla a tierra”, expresó, refiriéndose a la obra, y admitió que no le suele suceder tan seguido.
La segunda “manera” es “linkear ideas”: leer, informarse, visitar galerías, museos y exposiciones. La artista explicó que de esta forma se generan ideas que desembocan en obras. Su tercer método es coleccionar archivos que a futuro estimulen la creatividad para legitimar la próxima obra. “No sé si es bueno o malo, pero me gusta coleccionar cosas, es muy común en el artista, coleccionar cosas que le llamen la atención”. Y advierte: “Tengo un orden y toda una metodología para guardarlo.”
De su colección surgió la obra Ovacionadas: Mascaró juntaba las contratapas del suplemento deportivo Ovación. “Cuando leía el diario, algo me rechinaba, no me gustaba”, dijo la artista. Un buen día echó un vistazo a la carpeta donde guardaba las contratapas y contó 50. Así cayó en la cuenta de que en sus manos tenía la próxima creación. “Cuando estoy haciendo una obra a la que le falta, no sé qué, recurro a esa colección que voy guardando”.
Mascaró siente que todos los artistas viven de la misma manera y que muchas veces la forma de transmitirlo se parece. “Es raro que a mis obras me las copien”, comentó entre risas. Considera que su manera de expresarse, su obra, surge desde la emoción. “Si veo o leo algo que me emociona, me genera una duda, o una pregunta, ahí voy a investigar”, afirmó, para concluir que “parte más de lo interno, por tratar de buscar esa respuesta, y preguntas que yo me hago, que no las sé, y las transformo en arte, para poder transmitirlas a más gente”.
Ovacionadas, de María Mascaró. Foto: www.mariamascaro.com.uy
La pasión Escondeur
Para Escondeur la creatividad nace de una pasión constante que le brota desde muy pequeña. Contó que siempre trabaja con una idea clara de lo que quiere hacer. Descubre su creatividad mientras trabaja, y cuánto más tiempo le dedica, más ideas afloran. A esto se suma el examinar lo que le rodea y tratar de fundirse con las cosas que le resultan interesantes. La escultora advierte: “Se habla mucho de la inspiración. La inspiración es una mínima parte en relación a las horas de trabajo que uno debe de tener para entrar en ese ritmo, una especie de trance, y es ahí cuando las ideas empiezan a fluir”.
“Lo creativo es la idea que voy a desarrollar, cómo la voy a elaborar, qué voy a poner, qué conceptos voy a comunicar; el arte, en definitiva, es comunicación, y lo que uno busca como artista es tocar al otro también, llegarle con un mensaje”, afirmó Escondeur. Agregó que en ese proceso no siempre surgen ideas nuevas rápidamente y señaló que “esa es una de las angustias de los artistas”. Pero hay momentos en los que ocurre lo contrario. “Hay veces que viene la creatividad de golpe y me sorprende, y digo: ‘ah, mirá, no tenía muchas ganas, y mirá lo que descubrí ahora’. Y me sorprende”, reveló.
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Mascaró considera que el arte le enseña todo el tiempo. Contó de la experiencia del desarrollo de un cuadro que le llevó meses pero el resultado no fue el que esperaba; ante la molestia y la frustración le tiró pintura blanca por encima y lo empezó de cero, relató con una sonrisa. Añadió que hoy esa obra está finalizada y el resultado es el esperado.
Así como a veces ha tenido que empezar una obra de cero, otras producciones llenan sus expectativas, y hay otras que desbordan por completo el resultado esperado. Eso último fue lo que le sucedió con Mujeres: “Superó lo que yo me había imaginado. Cuando estuve en el Museo Engelman-Ost, donde está expuesto, quedé sorprendida; cuando pasa eso, me encanta”.
Escondeur, por su parte, cuando no logra el propósito primario de la obra, suele taparla para evitar acrecentar el enojo que le produce. Algunas veces, incluso las ha quemado: “He hecho fogatas de obras, ¡ojo!”, contó riendo, y explicó que la indignación nace cuando no logra “esa chispa necesaria que comunique lo que quiero decir”.
Mujeres, de María Mascaró. Foto: www.mariamascaro.com.uy
Se hace camino al andar
Mascaró siente que está bien que se realicen exposiciones exclusivamente de mujeres. “Si vamos a ponernos equitativos, ya hubo cientos de años en los que sólo exponían hombres”, comparó. También expresó que suele prestar especial atención en las exposiciones, a cuántas artistas mujeres participan, cuántos artistas hombres y si hay disidencias de género. Siente que estas instancias son las que ayudan a visibilizar a todas las artistas femeninas que están “escondidas”.
Escondeur comentó que en el momento que comenzó a exponer cambió su firma: “Era difícil abrirse camino siendo mujer”, declaró. Al inicio firmaba como Martha Esconduer hasta que un día, cuando sus cuadros estaban en una galería en el barrio Carrasco, la llamaron desde allí: “Mirá, vino un matrimonio, casi casi te vendo este cuadro, pero la señora miró y dijo: ‘Ah, lo pintó una mujer… ¿vamos a pensarlo un poco?’”. A partir de ese momento, Escondeur comenzó a firmar como M. Escondeur, para resguardar su trabajo detrás de una inicial, que no revelara su género. La artista percibe que en la actualidad, hay libertad para mostrarse.
Ambas artistas consideran que lo sacrificado del arte es el ámbito económico. Mascaró sostuvo que para ella, en principio “vivir del arte no era viable”: “trabajé de otras cosas, estudié otras cosas, pero nunca lo abandoné, siempre le daba el espacio”, comentó.
Escondeur agregó que hace algún tiempo, el artista no estaba en contacto directo con su público, porque no podía estar presente en la galería para saber quién miraba sus obras, o a dónde iban a parar cuando se vendían. En la actualidad, en cambio, señaló que por las redes sociales el artista tiene la oportunidad de estar en contacto con sus espectadores y viceversa: las personas pueden leer, escuchar a la pintora, saber por qué realizó la obra de tal manera y qué quiso transmitir en su lienzo. La escultora recuerda una anécdota que le sucedió no hace mucho: “Vino al taller un hombre, y frente a una obra que yo siento que le puse mucho de mí, se puso a llorar. Ahí sentí que es más válido que cualquier otra cosa lo que uno realmente percibe con el arte: emocionar al otro”.
Incertidumbre en el arte
Mascaró cree que en la actualidad el arte va a tener mayor protagonismo, que va a tomar la acción de crear cosas nuevas y diferentes, de cuestionarse. Considera que la pregunta no está en el “ChatGPT” y en la Inteligencia Artificial, porque la respuesta la tienen los artistas. Escondeur, quien dijo que perdió un trabajo de escultura “contra” una impresora 3D, piensa que esas impresoras son una rivalidad, aunque manifiesta que le parecen algo fantástico. “A nivel económico, hacer una escultura de la forma tradicional, llevarlo a un bronce, sale un disparate, capaz que lo haces en 3D y te sale menos”, expresó.
La obra maestra de Escondeur sería poder reflejar las facetas de la sociedad, adentrarse en barrios carenciados. “En definitiva todos vivimos en distintos lugares, pero somos iguales, todos tenemos la misma esencia”, reflexionó. A la pintora le gustaría poder involucrarse con familias de otros sectores de la sociedad y otras realidades, por ejemplo con personas con problemas de adicciones y, aunque sabe que no será un trabajo fácil, está segura de que valdrá la pena. El entusiasmo se deja entrever.
La artista mostró que tuvo un accidente en la mano derecha; aclaró que “funciona bien”, pero señaló que fue ahí que se dio cuenta de que si ella no estaba al 100%, no existían obras. “De golpe vendes y de golpe no vendes, ¿y si no vendes qué haces? No tienes a alguien que te pague un sueldo todos los meses”, lamentó. A modo de aliento para los nuevos artistas les recomendó: “Que no se desilusionen cuando vengan los fracasos, que siempre vienen, o cuando vean que es difícil lograr entrar en el mercado; hacerte un nombre, todo eso son caminos muy duros, no te van a abrir las puertas así nomás”.