Jornadas que superan ampliamente la “Ley de ocho horas” (Ley N°5.350) como límite laboral, o que no conocen de condiciones básicas de descanso, son una realidad a la que muchos feriantes se ven sujetos en su trabajo diario. Julio Díaz, presidente de la Asociación de Feriantes del Uruguay (AFU), dijo a Sala de Redacción (SdR) que “es imposible que el feriante labure solamente 8 horas, ni que tenga una hora de descanso. Es muy especial, muy diferente. Hay días que no podes tomar ni un vaso de agua”.

La feria ejerce un rol social muy importante que es, en parte, el resultado de una exigencia laboral muy fuerte. Sin embargo, ese esfuerzo vinculado al trabajo y al estilo de vida, a los ojos de los propios feriantes, no son reconocidos por la sociedad. “¡Son horas! Muchas horas de sacrificio que tampoco las aguanta cualquiera. Te levantas a las 3 o 4 de la mañana y no sabes a la hora que volves a tu casa; si vendes en poco tiempo o si te tenés que quedar hasta más tarde”, expresó Díaz.

Cuando es un día con gran movimiento, la exigencia escala a niveles muy altos: “Tenés que armar, ya te cae la gente, tenés que despachar, y cuando te querés acordar tenés que desarmar respetando los horarios reglamentados”, explicó. Según Díaz la feria trasciende vidas, él desde hace mucho más tiempo que sus 68 años forma parte de un puesto que fue heredado por su padre. “Para ser feriante tenés que haber nacido feriante”, reveló como factor que distingue al trabajador y su inicio en la labor.

El desgaste físico resulta ser un factor determinante que no todos son capaces de sobrellevar. En relación con esto, el referente de AFU opinó que “no es para cualquiera”, ya que quien inicia en la feria de manera repentina no soporta las condiciones laborales del día a día; es el peso de la logística que rodea a lo que de afuera se ve como “sólo vender productos”.

La incertidumbre es con lo que convive el feriante y como en todos los trabajos hay días buenos y malos; pero el hecho de trabajar en la feria sujeta al trabajador a variables que están fuera de su propio control. Condiciones como el frío, la lluvia, el calor, el movimiento de gente, la etapa del mes y el dinero que circula entre los clientes, entre muchos otros, pueden afectar el trabajo: “¡Se pierde plata! El feriante está acostumbrado muchas veces a fundirse y tener que esperar seis meses para poder levantarse de nuevo”, contó Díaz.

El rol social de la feria

La feria es uno de los pilares sociales de la economía popular uruguaya y lo que hizo que acentuara su valor en la sociedad fue su presencia en tiempos de crisis. Como ejemplo, Díaz recordó “la salvación” que fue este instrumento en la pandemia por el Covid-19:  “¡Siempre estuvo la feria! En los momentos difíciles del país, la feria sobrepasó a aquellos que no reconocían su importancia”, afirmó.

Un lugar al que puede recurrir cualquier persona, donde la oferta y demanda es permanente, donde se compite por el precio más barato y el que aprovecha es el cliente. “Se vende mercadería para todos los bolsillos, hay de primera, de segunda, de tercera; hay mercadería que queda en un cajón y se regala. Es muy bondadosa la feria” comentó Díaz.

Ubicadas en la calle de cualquier barrio, las ferias ofrecen variedad y facilidad de acceso para cualquier persona y, según sus trabajadores, superan incluso a las grandes cadenas comerciales en ventas. Esto se extiende hasta el punto en el que Díaz sugirió que “el 90% del pollo que se vende es en la feria”.

Por otra parte, la ayuda que la feria ofrece no se restringe únicamente al cliente. El presidente de la AFU explicó que en estos lugares trabaja gente que no podría trabajar en ningún otro lado ya sea “porque no tienen domicilio, porque perdieron la libertad o por miles de motivos; en la feria tienen un trabajo y bien remunerado”.

El feriante “no vive mal”, aunque “no hace fortunas”, cuando eso pasa es un caso “puntual”. Es un negocio en el que “a veces se pierde y a veces se gana”. Según la asociación un aproximado de 50% de los feriantes cumple con las condiciones necesarias de formalización, dentro de lo que se comprende IRPF, IVA, BPS, entre otros.  Esto se trata de uno de los mayores cambios que se han producido en los últimos años en el mercado de la feria. En años anteriores, según Díaz, “no se pagaba absolutamente nada” pero en la actualidad para tener un puesto formalizado el feriante debe tener pago de piso, guardia en la feria, baños y gastos que, en algunos casos, implican la necesidad de contratar un estudio contable.

El rol necesario de AFU

Fundada en 1954, la Asociación de Feriantes del Uruguay (AFU) tiene por objetivo “nuclear y representar a comerciantes que realizan venta de productos alimenticios y otros de origen nacional integrantes de la canasta familiar en las ferias vecinales”. En definitiva, se propone mejorar las condiciones de las ferias, evidenciar problemas cotidianos de los feriantes, promover beneficios y colaborar en el interés social por el cuidado del espacio público y el ambiente. Además, pretende ser un nexo entre feriantes, vecinos y autoridades.

Díaz, desde su posición como presidente, reconoció los importantes resultados que la asociación ha concretado a partir de más de medio siglo de trabajo: “La AFU fue responsable de hacerles entender a los trabajadores que la formalización y los derechos vienen con las obligaciones”.

La Asociación llegó a ser fundamental en momentos donde la propia feria se vio en crisis debido a la desorganización y falta de control en las logísticas y hoy en día hay un cambio cualitativo por el que las ferias comenzaron a considerarse empresas. Son responsables de mantener 700 puestos formalizados en los que se respeten sus derechos, los horarios y se cumplan obligaciones.

Díaz destacó que los objetivos más importantes de la AFU son que la competencia sea leal, que los derechos de los trabajadores se respeten y que el campo laboral feriante se formalice: “Es la lucha más grande que tenemos, desde el primer día, y la vamos a seguir peleando durante el tiempo que sea para solucionarlo, en representación de la voz de los feriantes”.

Acérquese, vecina
Entre semana las ferias funcionan de 5:00 a 15:00 y sábados y domingos de 5:00 a16:00. Quienes frecuentan la feria lo hacen una sola vez a la semana, generalmente en la de sus barrios. Según la AFU un feriante, como mínimo, trabaja en cinco ferias a la semana, mientras que la mayoría tiene un total de seis ferias de martes a domingo. Las ferias registradas dan como resultado un total de 22 ferias al día repartidas en Montevideo, concluyendo en una cantidad de 600 ferias al mes.

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