Si al momento de elaborar su currículum no puede escribir Proficiency en los conocimientos de inglés o no realizó cursos de administración o marketing, si ni siquiera estudia carreras con altas tasas de inserción laboral como ingeniería o lenguajes informáticos, entonces le espera una larga búsqueda de trabajo, según los criterios de selección que aplica Jimena Irigaray, integrante de la empresa de recursos humanos Adecco. Eso, sin considerar los test sicológicos durante las entrevistas.
La explicación se basa en que, si bien ha decaído la oferta laboral de postulantes, cada vez son más excluyentes los requisitos solicitados por las empresas. Para la psicóloga Irigaray, la búsqueda de trabajo ha cambiado tanto para los empleadores como para los trabajadores. Actualmente, las empresas tienen que salir a buscar candidatos y para algunos puestos se tardan semanas en conseguir el perfil solicitado. Ante este hecho, recurren a las compañías de recursos humanos, que también vieron cambiada su estrategia de trabajo debido a la baja de oferta de candidatos. “Antes hacíamos una publicación y para un cargo contable recibíamos 100 currículum. Hoy, si llegan 20 es mucho”, explicó.
En este nuevo contexto que, según la consultora comenzó a notarse hace un año y medio, para el reclutamiento de cargos medios y gerenciales se recurre a redes sociales como Linked In, utilizado muchas veces para captar a trabajadores ya establecidos en empresas. Este constante reclutamiento de personal ha resultado en un aumento de los incentivos –“mimos” en los términos de Irigaray- para retener a los empleados.
El faltante de mano de obra especializada provoca que candidatos con formación y experiencia tengan una buena posición para negociar su sueldo, por lo que se genera un “tire y afloje” con la empresa interesada, señalizó la integrante de Adecco.
A su vez, hoy los postulantes tienen la opción de elegir la empresa para la que quieren trabajar. La psicóloga indicó que “los candidatos no sólo consideran lo económico, sino la capacitación, el clima y el posicionamiento de la empresa en el mercado nacional e internacional”. Y agregó que “en el 90 por ciento de las entrevistas los candidatos entre 21 y 30 años preguntan si tienen posibilidades de crecimiento”.
Según Irigaray, para los cargos administrativos el “bachillerato no es equivalente a nada”, se necesita un plus: se requieren estudios de inglés, informática o contabilidad.
La capacitación no tiene por qué ser terciaria, ya que para muchas profesiones como administración, informática y marketing se pueden realizar cursos cortos y rápidos. Igualmente, formarse en el sector privado no es un requisito excluyente para competir en el mercado. En algunas áreas también existen cursos que brinda la educación pública; Adecco reconoce el buen nivel de UTU en el área de administración y marketing, así como los talleres de Don Bosco en el área de electrónica, explicó Irigaray.
Por tales ejemplos, a la hora de buscar dónde realizar cursos que permitan competir en el mercado laboral, no hay que fijarse sólo en los más exclusivos. Sobre todo si se tiene en cuenta que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) no controla a las instituciones académicas que brindan formación no formal -es decir por fuera de la terciaria-, por lo que no existen garantías en cuanto a la calidad de los conocimientos impartidos. El MEC solo cuenta con un registro cuya función radica en que las instituciones descuenten impuestos.
A su vez, hoy las empresas se centran en pedirle a las consultoras características de personalidad de los trabajadores, lo cual se analiza a través de los test psicológicos. Irigaray se manifiesta “sorprendida” de que incluso para pasantías de dos semanas se solicitan dichas evaluaciones. Los test psicológicos estándar duran dos horas y media, y se realiza una técnica tras otra (entrevistas, múltiple opción, etc.). Para muchas empresas, los test convencionales no son suficientes y solicitan más instancias de evaluación, lo que agota a los candidatos y despierta una gran “ansiedad”, agregó la psicóloga.
Hoy por hoy los estudiantes son una fuerza activa de trabajo, explicó Irigaray, por lo cual compiten en el campo laboral. En áreas donde hay faltantes de candidatos como las de ingeniería tanto civil, de sistemas o industrial, los estudiantes obtienen sueldos equiparables a los de profesionales egresados de otras áreas con más de tres años de experiencia.
La paradoja del competitivo mercado laboral se ubica, según la consultora, en que ser exitoso en la práctica del trabajo no está marcado por el lugar de egreso estudiantil sino por las “ganas de trabajar, la responsabilidad y la forma en la que oriente su búsqueda de trabajo”.
Clara Raimondi

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