El 5 de agosto fue apodado a nivel mundial como el “Black Monday” luego de que se observaran fuertes caídas en los mercados financieros asiáticos y europeos. El índice Nikkei 225 de Japón registró su peor desplome desde 1987 al caer hasta un 12,4%. Por otro lado, los principales índices de Wall Street también presentaron fuertes caídas: el Dow Jones, el S&P 500 y el Nasdaq retrocedieron alrededor del 2%.

No obstante, esta caída en los mercados financieros no solo afectó a Asia y Estados Unidos. En el caso de Uruguay, el efecto se vió reflejado en la suba del dólar (que había alcanzado el mayor valor en 21 meses) y en un aumento del riesgo país. Sin embargo, el martes, con la calma en los mercados el dólar en Uruguay retrocedió y el riesgo bajó de 102 puntos básicos a 91 unidades.

Sala de Redacción conversó con Nicolas Pose, doctor en Ciencia Política, magíster en Economía Política Internacional, investigador y docente de la Universidad de la República, para comprender por qué este fenómeno preocupa, cómo afecta y qué consecuencias traerá al país. 

-El pasado lunes 5 de agosto sucedió un fenómeno en Japón que conmocionó las finanzas a nivel planetario ¿Qué fue efectivamente lo que sucedió?

-Lo que sucedió fue una abrupta caída —la mayor desde 1987— del índice que refleja la evolución de la cotización de las principales empresas que cotizan en la Bolsa de Tokio. Esto es particularmente relevante porque esta bolsa es la segunda mayor en términos de transacciones financieras a nivel mundial, solo por detrás de la Bolsa de Valores de Nueva York. Esto generó el pánico (fenómeno muy común en las finanzas internacionales) de que esta caída se propagara hacia otros mercados, hacia otras bolsas de valores o hacia la cotización de otros activos. Se generó un temor generalizado de que estuviéramos al borde de una nueva crisis financiera internacional.

-¿Qué motivó la ocurrencia de esa caída?

-Hay varias causas que originaron el fenómeno. Distintos análisis sugieren que un desencadenante tuvo que ver con una suba de la tasa de interés por parte del Banco Central de Japón. Recordemos que Japón, a diferencia de países como Uruguay, enfrenta desde hace años el fenómeno de la deflación, esto es la caída nominal de los precios. Para enfrentar ese fenómeno, el Banco Central de Japón ha aplicado tasas de interés muy bajas (incluso en ocasiones negativas) lo que ha fomentado el fenómeno del “carry trade“, que es la toma de deuda denominada en yenes a tasas muy bajas para luego ir hacia otros activos con mayores rendimientos. Lo que sucedió es que el Banco Central subió la tasa de interés de una forma inesperada para los actores financieros (esperaban una corrección del alza más adelante), y eso generó que los activos denominados en yenes perdieran valor relativo. Hubo un fuerte desprendimiento por parte de los inversores de estos activos denominados en yenes que se reflejó en esta caída del índice. A su vez, esto estuvo propiciado por un fenómeno que ocurrió en paralelo que fue la publicación de los datos laborales de Estados Unidos, con resultados menores a los esperados en términos de creación de empleo, lo que sugiere una eventual recesión en ese país. Recordemos que la economía japonesa está orientada a las exportaciones y el mercado estadounidense es un mercado muy importante para su producción. Esto también incidió negativamente sobre la cotización de sus compañías.

Finalmente, el tercer factor relacionado es lo que algunos analistas señalan como un potencial desarme de lo que sugieren es una burbuja en términos del valor de las empresas de inteligencia artificial. De acuerdo con unos análisis, sus activos están sobrevalorados. Esto es importante para los países asiáticos porque buena parte de su ecosistema productivo se orienta a la producción de equipamiento tecnológico y electrónico, como la producción de chips que sustentan a la inteligencia artificial, que depende de la evolución de ese negocio para seguir teniendo un comprador firme de los bienes que producen.

-¿Qué se puede esperar en el futuro cercano sobre este fenómeno y sus repercusiones en Uruguay, es decir, una economía de pequeña escala y tomadora de precios?

-Por lo general, cuando se dan este tipo de fenómenos se produce una inclinación de los capitales hacia los activos percibidos como más seguros. En ocasiones, ésto repercute en una salida de capitales de los mercados emergentes y un fortalecimiento del dólar.

En Uruguay, en el corto plazo no hemos tenido mayores repercusiones, en tanto economía que se vincula muy fuerte con la región a nivel de producción. A la vez se vincula fuertemente con la economía china, tanto a nivel de producción como de exportaciones, y ésta ha estado algo alejada de las dinámicas que implican al fenómeno.

Durante la última gran crisis financiera global del año 2008, algunos países sudamericanos —Uruguay entre ellos— tuvieron un desempeño relativo no tan malo frente a otros países y regiones del mundo. Tuvieron una rápida recuperación porque su perfil exportador orientado hacia la provisión de materias primas a la economía china generó cierta contención de los efectos de la crisis por tratarse, básicamente, de haber sido una crisis de las economías occidentales.

Entonces, podríamos decir que existe el potencial de amortiguamiento de tales dinámicas y que el impacto sobre Uruguay no es tan fuerte como podría llegar a ser en otras economías más dependientes de la evolución.

-¿Qué sectores en Uruguay podrían verse más impactados por esta situación?

-Más que sectores de la economía, pensaría en algunas firmas. Aquellas empresas que dependen del acceso a los mercados internacionales de capitales para viabilizar determinados negocios, por ejemplo, lo relativo al hidrógeno verde. Ese tipo de grandes inversiones que se apalancan en los mercados financieros pueden verse afectados si esa situación se agrava. Del mismo modo, algunas empresas vinculadas a estos grandes jugadores afectados pueden tener un perjuicio puntual, pero, en términos generales, las empresas uruguayas no participan directamente en esos ámbitos de financiamiento.

Por supuesto que el sector financiero, especialmente el privado, en la medida que un fenómeno así escale puede verse afectado. Pero pareciera que en el corto plazo no estamos yendo hacia hacia ese escenario, aunque tendremos que esperar la evolución del fenómeno en las próximas semanas para poder arribar a conclusiones más certeras.

-¿Podría la caída de la bolsa en Asia influir en los precios de productos básicos que Uruguay importa o exporta?

– Deberíamos atender a la evolución de la economía china, porque los commodities que exporta Uruguay tienen cotizaciones muy sensibles a la demanda de esa gran economía. Hasta el momento, no parece estar tan afectada por la dinámica suscitada a partir del fenómeno en Japón. Una expansión generalizada de la crisis en las economías asiáticas podría incidir en estos precios que hacen referencia. Aunque, a la vez, el funcionamiento del mercado de capitales en China es algo distinto. Si bien participa de forma muy fuerte en estos mercados, la economía china no está plenamente integrada a los mercados financieros internacionales. Su participación la ejerce a través de políticas públicas que mantienen la imposición de algunos controles a la entrada y salida de capitales. Esto le brinda al gobierno chino la capacidad de moderar algunos de los impactos más fuertes de los fenómenos que pudieran surgir y la volatilidad de las cotizaciones. Entiendo que el foco donde deberíamos poner la observación es en la evolución de la economía china.

¿La mano invisible?
El investigador de la Udelar explicó que las instituciones financieras conocidas como “bolsas de valores” pueden entenderse como mercados donde se comercializan activos financieros —sean de renta variable o fija— que conectan a interesados en acceder a determinados fondos con los agentes que los ofrecen y buscan de esta manera un retorno.
En general, los actores económicos que participan en estos ámbitos transaccionan a través de importantes sumas de dinero por lo que “fuertes variaciones en la cotización de estos activos, o bien en los índices que reflejan la evolución de los principales componentes de estas bolsas, pueden generar repercusiones muy grandes sobre la economía real”, añadió.
Pose expresó que, en tanto bienes que compiten en los mismos mercados, “existe una relación entre los instrumentos de renta fija que usualmente son emitidos por los gobiernos nacionales y los títulos privados de renta variable, que son las acciones que emiten las empresas”. Según detalló a Sala de Redacción, esto se traduce en que los inversores buscarán colocar sus fondos en aquellos activos que presenten menores niveles de riesgo y mayores niveles de rentabilidad, lo que impacta sobre las cotizaciones de cada uno de esos instrumentos. 
“Estamos atravesando un escenario geopolítico y geoeconómico de gran incertidumbre. Está la idea de que estamos transitando hacia un orden geoeconómico en materia de comercio e inversiones que deja atrás el orden liberal predominante en las últimas décadas”, resumió.

Carlos Origüela y Daphne Martiarena

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