Vergüenza, silencio y tabú son términos que muchas veces se ven ligados al hablar sobre suicidio en nuestro país. En la actualidad, son cada vez más las iniciativas que buscan hacer frente a esta situación y generar un cambio. Campañas como #NiSilencioNiTabú de UNICEF o la Campaña Nacional de Concientización y Prevención del Suicidio Adolescente, ambas apoyadas por el Ministerio de Salud Pública (MSP), han abogado por la necesidad de hablar de este tema en espacios públicos y medios de comunicación. 

En esta línea, está claro que la problemática de la salud mental en el Uruguay no es nueva. El país tiene actualmente una de las tasas de suicidios más altas del mundo. De acuerdo con el Departamento de Estadísticas Vitales del MSP, 23.2 de cada 100 mil habitantes decide suicidarse, siendo el promedio mundial de 11 cada 100 mil. Se trata de un tema especialmente agravado por la baja cantidad de población del país; datos preliminares del MSP revelan que por tercer año consecutivo, en Uruguay murió más gente de la que nació (31.381 nacidos vivos registrados frente a 34.677 fallecidos).

Cambiando el paradigma

“La Última Foto” es una campaña de prevención del suicidio que, mediante una muestra fotográfica a cielo abierto acompañada de charlas y talleres de sensibilización, busca borrar el estigma que rodea al suicidio y abordarlo desde el diálogo en interacción con la sociedad. La exposición presenta las últimas fotos tomadas a personas que se quitaron la vida, compartidas por familiares y allegados a las víctimas que se posicionan por primera vez como protagonistas de una campaña de este estilo en el país. 

La iniciativa se desarrolla en conjunto entre la organización Resistiré (que se dedica a la prevención del suicidio realizando charlas y talleres), el Grupo Comprensión y Prevención de la Conducta Suicida de la Universidad de la República – Udelar (investiga y analiza el suicidio desde diferentes disciplinas y abordajes) y el Centro de Fotografía de la Intendencia de Montevideo (documenta, genera y difunde imágenes fotográficas de interés).

Una de las actividades principales de la campaña es el taller Hablemos del suicidio: Una cuestión colectiva, que ofrece un espacio para dialogar libremente sobre el tema. Sala de Redacción estuvo presente en una de sus ediciones, que tuvo lugar en el Anexo del Palacio Legislativo.

Palabras libres

El taller Hablemos del suicidio: Una cuestión colectiva contó con tres instancias de entrada libre y gratuita. Mediante un diálogo abierto, familiares y allegados de víctimas del suicidio — denominados sobrevivientes —, reflexionaron sobre sus experiencias personales y compartieron sus historias de vida. 

El principal objetivo del taller fue desarrollar un espacio seguro para manifestarse sobre un tema que por mucho tiempo fue considerado un tabú. Las palabras de los presentes, calladas por años detrás de sentimientos de vergüenza y culpa, encontraron un lugar que las reciba. Se compartieron muchas historias, algunas por primera vez, que reflejaron el dolor latente del duelo. Otras intervenciones fueron reflexiones sobre el suicidio y sus causas con el eje principal en la comunicación, la empatía y el apoyo afectivo de la comunidad como principal forma de prevención.

Este taller fue una muestra de lo que “La Última Foto” intenta producir en la sociedad: cambiar el consenso general sobre el suicidio, pasar del silencio al diálogo para prevenir y derrocar estigmas. Como afirmó la doctora Claudia Arismendi en la presentación del taller: “no sólo los expertos pueden hablar del tema, todos podemos”. De esta manera colocan la responsabilidad de la prevención en manos de toda la sociedad, para que deje de ser un mero hecho aislado e individual y se vuelva una cuestión colectiva.

“Para el compromiso que tenemos en abatir esta oleada venimos a despertarlos, venimos a derribar mitos. Debemos revelar enigmas, secretos familiares, ponerles voz y palabras. Existe un silenciamiento a esta problemática. El suicidio se puede prevenir”, intervino Arismendi. 

“Ya no tenemos que pedir permiso para hablar de trastornos de suicidio (…) es parte de los derechos que tenemos como ciudadanos y ciudadanas: se puede hablar, se debe hablar”, declaró Ana Monza, psicóloga y panelista invitada en el taller. “Finalmente estamos en este punto, llegamos acá”, resumió.  

Prevenir desde otras áreas 

Para los organizadores es importante dejar de ver esta problemática como un tema exclusivamente de salud mental y comenzar a tratarlo en sociedad, para así lograr abarcar sus aspectos culturales e históricos. 

En este sentido, las organizadoras de “La Última Foto” destacaron que es prioritario continuar avanzando en lo que respecta a trabajar sobre suicidio en instituciones educativas. En 2023, la Asociación Nacional de Educación Pública (ANEP) publicó la Guía de Promoción de Salud y Prevención de Conductas Suicidas, algo en lo que se hizo particular énfasis durante la charla, con el objetivo de profundizar en estas iniciativas destinadas a centros de estudio como una apuesta al futuro.

Otro punto a tener en cuenta a la hora de la prevención del suicidio es el de la perspectiva de género y la diferencia generacional de las personas afectadas. Monza destacó la diversidad del público que acompañaba la jornada y comentó que, al definir políticas públicas es imprescindible tener en cuenta que “mujeres y varones sufrimos el dolor emocional y transitamos nuestras crisis vitales de formas distintas”. Agregó que “tampoco es lo mismo ser adolescente que ser una persona mayor, un niño o un joven” por lo que es necesario tener cautela con las formas de tratar la problemática e intentar que el desarrollo sea acorde al público al que se destina. 

Militancia comunitaria

Parte del personal que ayuda al funcionamiento de la campaña “La Última Foto” son estudiantes universitarios de carreras como Ciencias Sociales y Psicología —principalmente provenientes de la Udelar— que buscan complementar la experiencia con sus focos de estudio. Es posible encontrar también ciudadanos sin afiliación con la organización que se acercan a colaborar y generan así una especie de militancia comunitaria.

Después de una intensa capacitación previa, los voluntarios tienen el trabajo de dialogar con la gente que se acerca a la exposición, explicar sus cometidos, repartir folletos y hasta contener a personas que van a pedir ayuda o a comunicarles su historia personal sobre el suicidio.

Federico, un joven voluntario, charló con Sala de Redacción y dijo que “la realidad es más impactante a lo que vemos en la capacitación. Mucha gente que se acerca queda impactada al ver la exposición y conocer las cifras de suicidios en el país (…), nosotros somos la primer persona que está ahí para contener ese shock”.

El joven manifestó que si bien no se trata de un punto de intervención o tratamiento directo a víctimas, son muchas las personas que se acercan para ser escuchadas: “Somos receptores de historias muy fuertes que la gente nos comparte (…) cuando una persona viene a contar su historia o sus angustias les mostramos las herramientas que pueden usar. Ayudamos a que la gente se abra y nos comunique lo que sienten”. 

“Se trata de generar un impacto para prevenir. El diálogo y las charlas que surgen de esa impresión son lo que busca la campaña”, comentó Federico. Y agregó: “Cuando vi la solicitud para voluntarios, dije ‘acá tengo que estar’, porque además de ser sobreviviente pienso que éste es el camino. Hablar es el camino.”

Según Arismendi, para las agrupaciones que forman parte de la campaña es una prioridad “focalizar la participación en promover la visibilización”. Para esto, es fundamental fomentar espacios en los que se trate a la problemática del suicidio como una cuestión colectiva en la cual la sociedad represente una parte activa. 

Juan Lans y Romina Massud

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