Los festejos por el bicentenario han dado lugar a desconciertos varios. Las particularidades del proceso histórico en la Banda Oriental han impuesto fórmulas un tanto ambiguas para eludir detalles; así, fue necesario identificar la Batalla de las Piedras con “la gesta emancipadora”, pero en el entendido de que no hablamos de independencia. La Banda, con el espíritu de la Revolución de Mayo, contribuyó a la derrota del poder español, pero siguió siendo provincia, eso sí, díscola. El surgimiento del Estado uruguayo contradecía el concepto artiguista de la confederación, la noción de patria grande que orientó la Liga Federal, y esa contradicción, entre confederación artiguista y estado independiente, fue una piedra en el zapato para edificar la continuidad histórica que permitiría capitalizar el formidable atractivo del gran derrotado. Las fuerzas artiguistas que combatieron a portugueses y brasileños dejaron de ser artiguistas cuando apuntalaron el surgimiento del nuevo estado. La misma dificultad para sortear los obstinados hechos históricos enfrentaba la pretensión de enlazar aquel pueblo en armas que comandó Artigas con el Ejército Nacional que acumulará indignidades (Salsipuedes, Paysandú, Triple Alianza). Pero lo cierto es que el bicentenario consagra, con tufo de marketing, aquella afirmaciòn reiterada y nunca desmenuzada, de que el Ejército Nacional había nacido antes que el Estado. Ocurre entonces que la proclama del bicentenario del Ejército generó airadas reacciones, quizás por la especial coyuntura en que se desarrollaron los festejos en la ciudad de Las Piedras. Sala de Redacción recibió dos textos sobre el tema: uno (“¿200 años de qué?“), escrito por Bruno Giordano, del staff de estudiantes-redactores de SDR; otro (“La construcción de una mentira”) es una colaboración de William Puente, periodista uruguayo radicado en Buenos Aires. Ambos textos, escritos con pasión, se complementan y contribuyen a fomentar la reflexión y la discusión.