Desde hace décadas la comunidad científica y los activistas promueven la lucha contra la mayor amenaza medioambiental: el cambio climático. Este 31 de octubre comenzó en la ciudad de Glasgow, Escocia, la 26ª Conferencia de las Partes (COP26) de la Convención Marco de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Cambio Climático. 

Este encuentro, donde participarán más de 20.000 personas de 196 países, representa una de las últimas oportunidades -según expertos- para reducir los impactos de diversos efectos climáticos que han azotado en distintas partes del mundo. Líderes empresariales y funcionarios gubernamentales presentan sus compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que se buscará la solución para ayudar financieramente a los países de bajos recursos que no han contribuido a la crisis climática.

En 2009, durante la Cumbre Climática de la ONU en Copenhague, los países más ricos acordaron colaborar con US$100 mil millones a las naciones menos ricas para adaptarse al cambio climático, pero esta promesa no se cumplió. Según la revista científica Nature, las frustraciones por el fracaso de la ayuda financiera contribuyen a aumentar las tensiones antes de la COP26.

La última oportunidad

Los gases de efecto invernadero (GEI) se encuentran presentes en la atmósfera y resultan esenciales para la supervivencia de los seres humanos y millones de seres vivos. Al impedir que parte del calor del sol se propague hacia el espacio, la tierra se vuelve un lugar habitable para todas las especies. Sin embargo, el desarrollo global y cómo la sociedad depende cada vez más de los combustibles fósiles, han vuelto este efecto contraproducente. Actividades como la industria, agricultura y la ganadería -además de la contaminación masiva producida por los medios de transporte- incrementan la temperatura del planeta al emitir y aumentar la presencia de estos gases en la atmósfera. 

Un informe de la ONU sobre el estado de la ciencia del clima advierte los futuros impactos del calentamiento global en el planeta. Desde el colapso de la capa de hielo -ya anticipado por el deshielo de los glaciares-, cambios en la circulación oceánica y pérdidas masivas de bosques. Cientos de especies vivas y vegetales se encuentran amenazadas, y la brecha social aumentará cada vez más ante la escasez de recursos y el aumento de la pobreza. 

A pesar de que no es la primera vez que representantes de todo el mundo se reúnen por el cambio climático, las expectativas del cuerpo de científicos estuvieron puestas en la COP26. Investigadores afirman para la revista Nature que la conferencia tendría un resultado exitoso si los gobiernos definieran un conjunto de compromisos nacionales para frenar las emisiones de carbono. Acciones como cerrar las plantas de energía que funcionan con carbón, la eliminación gradual de vehículos que utilizan motores de combustión interna y el aumento de tecnologías de energía limpia, serían un gran paso para lograr el objetivo del acuerdo de París, donde los países acordaron tomar medidas para limitar el calentamiento a 1,5–2° C. 

Pero esta transformación masiva en la producción de energía no será sencilla, y si bien los resultados son favorables para el medio ambiente, las consecuencias sociales y económicas paralizan el accionar de las naciones. Renunciar a los combustibles fósiles no es sencillo para aquellos países que dependen de su producción, convirtiéndose también en la fuente de trabajo de la población. Sin embargo, según investigadores, el paso a una energía limpia generará una tasa de empleos más amplia. 

La comunidad filantrópica también se pondrá manos a la obra bajo un proyecto que tiene la finalidad de salvaguardar la tierra y los derechos territoriales indígenas. En Brasil -donde se extiende parte del bosque tropical más grande del mundo-, la ley suprema faculta la demarcación de una Tierra Indígena (TI) que permite establecer la extensión real del territorio que poseen las poblaciones originarias. De esta manera, se asegura la protección a los límites demarcados y se evita la invasión por parte de terceros. A pesar de que estos pueblos son protagonistas en la conservación de la biodiversidad, han existido diversos conflictos vinculados a la vulneración de sus derechos por parte de la industria maderera y la agroindustria. 

Los resultados de la COP26 generan un montón de especulación y opiniones divididas. Más allá del positivismo esperanzador de muchos, parte de los negociadores opinan que no se llegarán a cumplir los objetivos antes de 2030 (plazo límite de la agenda de desarrollo sostenible) y mucho menos se logrará neutralizar las emisiones para el 2050. En los comentarios previos a la Conferencia de las Partes, la ONU expresó “podemos salvar nuestro mundo o condenar a la humanidad a un futuro infernal”. A su vez, remarcó que es necesario adoptar una perspectiva a largo plazo para que las futuras generaciones “puedan esperar la paz, las oportunidades y la dignidad para todos en un planeta saludable”.

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