Seis décadas después, los uruguayos tenemos muy presente la victoria de Uruguay ante Brasil en la final del Mundial de 1950. Sin dudas es un hecho histórico y, considerado por muchos una hazaña,  una victoria épica. A sesenta y cuatro años del partido, recordamos el hecho y evaluamos la importancia que aún tiene en la vida cultural de nuestro país.
Que la victoria de Uruguay fue una hazaña pocos lo niegan. No tanto porque la selección uruguaya fuese inferior, futbolísticamente, que la brasilera -que no lo era-, sino por toda la situación en la que se dio el partido. Era la final de un Mundial organizado por Brasil, en donde ese país tenía la intención de salir campeón por primera vez en su historia, con el orgullo de hacerlo en su casa y así consolidar el profesionalismo del fútbol brasilero a nivel mundial.
Era un partido jugado en un estadio -Maracaná- a estrenar, que era el más grande del mundo en la época, y donde, en la final, se concentró la mayor cantidad de público que jamás había asistido a un espectáculo de fútbol.  Era  la definición de un campeonato mediante un cuadrangular en el que Brasil venía de ganar 7-1 a Suecia y 6-1 a España. Mientras que Uruguay había empatado con España y ganado con dificultades a Suecia, por lo cual Brasil, además de ser claro favorito para la final, sería consagrado campeón solo con un empate.
Por estos motivos, ya antes del partido todo Brasil vibraba con un “seguro” triunfo. Según el periodista Diego Martini en su reportaje “El ‘Maracanazo’: una hazaña explicable”, se vendían diferentes artículos con el lema “1950 Brasil campeao do mundo”, los políticos (era año electoral) saludaban a los jugadores como si ya fueran campeones, y los diarios ya tenían sus titulares prontos con la consagración de Brasil como campeón.
Tal era la certeza del triunfo que, según relató Alcides Ghiggia a Martini, el día antes del partido tres dirigentes uruguayos se presentaron en la concentración celeste para pedirles que no hicieran “papelones”. “Llamaron a Obdulio, Máspoli y Gambetta. Les dijeron que ya habíamos cumplido, que tratáramos de portarnos bien y si nos hacían cuatro goles estaba bien”. De hecho, algunos dirigentes y periodistas volvieron a Montevideo rato antes del partido para no presenciar la derrota uruguaya. Ante la charla con los dirigentes, el capitán Obulio Varela alentó a sus jugadores a no dejarse llevar por esa actitud. “Nos dijo su famosa frase: `Los de afuera son de palo´ y eso nos tocó íntimamente”, contó Ghiggia al periodista Martini.
Por todo esto fue que aquel 16 de julio reinó la incredulidad, el estupor y el desconsuelo en Brasil, y la inmensa felicidad en el pueblo uruguayo cuando Ghiggia anotó el gol de la victoria para Uruguay. Este partido, que podría ser recordado como una final  más en la historia de los mundiales, se convirtió con el tiempo, y hasta la actualidad, en la derrota más trágica del fútbol brasilero, solo igualada -según algunos- por la reciente derrota ante Alemania, y en una verdadera hazaña para el fútbol uruguayo, considerada la más importante gesta en la historia del fútbol mundial.
El “Maracanazo” hoy. A tal punto caló hondo en nuestro país, que es uno de los ejemplos más claros de la “garra charrúa” que se atribuye al fútbol uruguayo, personificada en aquella época por Obdulio Varela. Ha marcado no solo a nuestro fútbol, sino que incluso forma parte de nuestra idiosincrasia, dada la importancia que tiene el fútbol en nuestro pueblo.
Sala de Redacción dialogó con el periodista Atilio Garrido, autor del libro “Maracaná. La historia secreta”, en la cual se basó la película estrenada este año. Al preguntarle sobre la importancia  que aún tiene el aniversario del “Maracanazo”, el periodista opinó que “la importancia de la fecha es gigantesca, no solo para Uruguay, sino para el mundo y para Brasil. Lo vimos ahora en el Mundial del 2014 con la publicidad del fantasma del 50, que generó conmoción”.

Garrido recordó que en este Mundial el propio director técnico brasilero, Scolari, le prohibió  a los jugadores hablar de 1950. Incluso tras el 7-1 ante Alemania, el jugador Neymar declaró: “no queremos ser todos Barboza”, en referencia al arquero  brasilero de aquella final.
Otra prueba de  lo que sigue siendo el Maracanazo para ellos es la declaración del jugador Cafú, que fue campeón del mundo dos veces con Brasil y que, según recoge El Observador, había declarado antes del mundial que el mismo era una oportunidad para “exorcizar un trauma nacional”, ya que era la revancha de poder ganar un mundial en casa por primera vez.
Vivir de la historia. Durante mucho tiempo se han escuchado versiones de que los uruguayos no deberíamos mirar tanto la historia, que a pesar del orgullo, la victoria del Maracaná pertenece al pasado, y que deberíamos dejar atrás esa “nostalgia” que nos genera. Alejandro Giménez Rodríguez, en su libro “La Pasión Laica. Breve historia del fútbol uruguayo” recuerda que el propio Obdulio Varela siempre decía que ese triunfo “nos hizo más mal que bien”, que “no nos podemos ahogar en los recuerdos” y que “hay que manejarlos, no dejarse dominar por ellos”.
Incluso el actual técnico de la selección Oscar Tabárez opina que el “Maracanazo” tuvo un efecto negativo en las generaciones posteriores. Según “El País”, antes de este Mundial Tabárez declaró al diario Folha de Sao Paulo que “cuanto menos hablemos de eso, mejor. El “Maracanazo” tuvo un efecto negativo: a las generaciones posteriores llegó el mensaje, subliminalmente, de que campeones eran ellos y no los de hoy. Como si nada de lo que se hiciera tendría el mismo sentido del Maracaná“.
Con respecto a las versiones de quienes dicen estar “cansados” del tema y de que el mismo es una gran nostalgia, Garrido opinó que esta visión es “un error, porque en todas las ramas en que se expresa una sociedad, no conocer la Historia significa el grandísimo error de no saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Y en el caso futbolístico justamente la gran historia y la gran gloria que tiene conquistada Uruguay es a través de su conocimiento por parte de toda la población, aunque sea mínimamente, de que somos cuatro veces campeones del mundo, tenemos quince campeonatos sudamericanos, ocho Copas Libertadores. Esa historia que es tan rica y que no tienen otros países es lo que a la hora definitiva le permite a los que defienden la camiseta de Uruguay, lograr hazañas que son imposibles. Y el no tener pasado glorioso es el karma que tienen otros países de Sudamérica, por ejemplo, Chile o Colombia. O sea que es un gravísimo error los que opinan que no hay que mirar hacia atrás.  Gracias a esa historia que construyeron otros famosos es que se ha ido haciendo esa cadena de éxitos que se van sucediendo en el tiempo y que son cada vez más difíciles. No es nostalgia, es recordar la historia gloriosa que tiene este pequeño país, que no la tiene nadie”.
Acerca de si es posible que en la actualidad se vuelva a dar una hazaña como la del 50, Garrido opinó  que “nos cuesta mucho porque jugamos contra dos adversarios: contra el que está en la cancha y contra los poderosos de la FIFA , que no les sirve que un país como el nuestro sea campeón del mundo. Es difícil, pero en esas instancias finales aparece eso de la historia que es lo que nos hace ser poderosos y volver a dar golpes como ese”.
Es así que una vez más, volvemos a recordar la hazaña del Maracaná de 1950. Una vez más nuestro pueblo se siente orgulloso de aquella gesta comparada a la historia de David y Goliat. Y así, a pesar de las opiniones en contrario, los uruguayos renovamos, un año más, la incorporación de esa hazaña futbolística en nuestra memoria colectiva. “No te quedes en Maracaná, pero prendételo como una escarapela y recordarlo cada 16 de julio”, dice el estribillo de una canción popular.
Natalia Macedo
 

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