Los periodistas de ABC Color protestan en contra de la muerte de su colega, Pablo Medina, el 21 de octubre de 2014. AFP PHOTO / Norbrto Duarte

“Auxilio, auxilio, le dispararon a Pablo”, alcanzó a decir la líder campesina que ocupaba el asiento del acompañante antes de que se cortara la comunicación. Del otro lado de la línea Sixto Portillo, quien recibió la llamada desde el celular de Medina, intentó sin éxito volver a comunicarse. Inmediatamente se encaminó a la comisaría de Ára Vera para hacer la denuncia, pero cuando la policía llegó al lugar, ya era tarde. Pablo Medina de 53 años yacía muerto a pocos metros de su vehículo con cinco disparos en el cuerpo, principalmente en la cara y el torso. Su acompañante, Antonia Maribel Almada de 19 años, debió ser llevada a un hospital, donde falleció horas después por una herida de bala.

Ese jueves 16 de octubre comenzó como un día cualquiera para el periodista que desde hacía 16 años trabajaba en el diario paraguayo ABC Color. Como corresponsal sentía especial interés por las historias vinculadas al contrabando, la deforestación ilegal y el narcotráfico. En los últimos años Medina había recibido amenazas de muerte en varias oportunidades al igual que otros compañeros del diario. No resultaba extraño, el tráfico de marihuana y cocaína en la frontera brasileña es “un tema siempre riesgoso, no se sabe qué puede pasarte mañana”, declaró el periodista Aníbal Gómez al diario El Mexicano.

Por eso Pablo Medina tenía escolta policial, sin embargo sobre las 9 de la mañana se subió a su auto solo. Ese día tenía una entrevista pautada en la colonia indígena Ko’ë Porä, a unos 45 kilómetros de Curuguaty, departamento de Canindeyú. Medina estaba trabajando en una investigación destinada a denunciar las masivas plantaciones ilegales de marihuana que existen en la zona fronteriza y la ruta de tráfico que representa esa localidad para el contrabando. Un trabajo que había hecho antes, sin embargo esta vez se sumaba un condimento más: el periodista intentaba probar que las bandas de traficantes de marihuana en el condado norteño están lideradas por funcionarios políticos.

Armando Rivarola, el jefe de redacción de ABC Color, dijo al portal Paraguay.com que Medina había sido amenazado por Vilmar Acosta, intendente municipal de Ypehu y militante del oficialista Partido Colorado de Paraguay. Según lo declarado por varios periodistas vinculados a la investigación, la participación de Acosta y su familia es “un secreto a voces” y las amenazas provenientes del intendente son frecuentes. Frente a estas declaraciones, el presidente del partido Horacio Cartes dijo que se investigará hasta las últimas consecuencias y que no habrá “color ni partido que se tome en cuenta”.

Según lo informado por el ministerio público el miércoles 29 de octubre se expidió una orden de captura contra Flavio Acosta de 29 años, una semana antes se había ordenado el arresto de sus tíos Wilson Acosta y el intendente Vilmar Acosta. Los tres principales sospechosos del asesinato de Medina se encuentran prófugos y con paradero desconocido.

Los hechos. Sobre las 13:30 del mediodía de un jueves soleado, el periodista regresaba en su auto disfrutando del paisaje. A la altura del poblado de Villa Ygatimí, en el condado de Itanaramí, según informes preliminares, se detuvo a tomar unas fotos. Quienes lo conocían relataron después que Pablo sentía pasión por la fotografía. En algún momento dos delincuentes vestidos con ropas camufladas se acercaron al lugar donde se encontraba Medina y comenzaron a disparar. En total fueron cuatro balas calibre 9 milímetros en el pecho y un escopetazo en el rostro los que provocaron la muerte instantánea del periodista. Antonia Almada, que se encontraba dentro del vehículo, recibió un disparo en el pecho y pudo realizar una llamada telefónica antes de perder el conocimiento. Los asesinos escaparon en una motocicleta hacia el bosque, luego de asegurarse de que Medina estuviera efectivamente muerto.

Con este brutal asesinato ya son tres los periodistas muertos en 2014 a manos de narcotraficantes. Fausto Alcaraz Garay fue baleado el 16 de mayo y Edgar Fernández Fleitas, quien denunciaba en su programa de radio actos de corrupción, fue asesinado el 19 de julio.

Para Pablo Medina el departamento de Canindeyú representaba la muerte desde mucho antes, casi como si se tratara de un mal augurio. En el año 2001 su hermano Salvador, un exitoso periodista radiofónico, fue asesinado a balazos luego de llevar adelante una campaña de denuncia contra la corrupción política en ese departamento paraguayo. Pablo, que ya trabajaba en ABC, se alejó temporalmente de este tipo de investigaciones. Pero la vocación pudo más. Al poco tiempo regresó a su labor de denuncia, retomó su trabajo sacando a la luz las redes de narcotráfico y las operaciones “narcopolíticas” que operan impunemente en Paraguay.

Cuando fue masacrado en plena ruta, Pablo Medina venía de realizar una cobertura sobre el uso de pesticidas tóxicos en el campo y sus implicaciones en la salud de los pobladores. Sus compañeros de ABC Color se despidieron, en una edición especial dedicada al corresponsal, con estas tristes palabras: “hoy nos toca al gremio periodístico llorar la muerte de Pablo Medina, un trabajador responsable y honesto, cuyo pecado fue cumplir con su deber de informar a la sociedad sobre lo que ocurre en este mundo infernal”.

Valentina Basanta
 

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