Rural del Prado 2014. Destrezas en el ruedo principal. Foto: Natalia Macedo

Más de veinte mil personas. Ese es el número estimado de visitantes a la Expo Prado en su primer domingo, casi al finalizar la jornada, según una funcionaria de la administración. Y el número no sorprende.
Después de un sábado de lluvia, la tarde de domingo de sol y de 20 grados de temperatura, invita al público a asistir en masa a la “109° Exposición Internacional de Ganadería y Muestra Agro Industrial y Comercial”, más conocida como “Rural del Prado”.
La fila para entrar invade gran parte de la vereda de la calle Lucas Obes, y el tránsito por esa avenida es más lento que el paso del hombre. En la puerta de entrada, una muchacha de la organización acomoda las filas de la boletería, amablemente, pero a los gritos. “¡Pasen por acá, por favor!”, al tiempo que señala las ventanillas para hacerse con la entrada, lo cual suma tensión al ambiente. Dentro del predio, sin embargo, se puede caminar fluidamente, salvo en ciertos tramos, donde la aglomeración hace casi imposible caminar. Lo mismo ocurre dentro de los diferentes stands de la exposición.
Al caminar por el predio se escucha en forma constante la transmisión de la “Radio Expo Prado”, a través de parlantes ubicados en lo alto de las columnas. Los conductores, Sebastián Sánchez y Fernando Tetes, anuncian las actividades más importantes de la exposición, sobre todo las que ocurren en el ruedo central. De vez en cuando, también pasan el aviso de algún niño perdido. “Tenemos dos niños perdidos, Matías y… ah, ¿ese ya apareció? Qué bueno…”, comentan en un momento.
A media tarde el público es de todas las edades. Abundan los cochecitos de bebés, los niños con globos, y los grupos de amigos. Alrededor del ruedo central la gente se concentra para ver una actividad hípica organizada por la Federación Uruguaya de Deportes Ecuestres, en la que unos jóvenes con uniforme militar,compiten por el “récord de muro”, al saltar con sus caballos sobre diferentes vallas. Hay sólo una muchacha competidora, con un caballo cubierto por una manta y una máscara del mismo color turquesa que su traje. Las personas, con termo y mate en mano, aplauden cada uno de los saltos de los jinetes.
Muy distinto es el clima dentro de los clásicos galpones bovinos, donde los enormes animales son expuestos dentro de los corrales con carteles que detallan su sexo, edad, peso y el nombre del expositor, junto a los carteles de las respectivas estancias. En su gran mayoría estas pertenecen a los departamentos del sur del Río Negro, principalmente Florida, San José, Colonia, Canelones, Flores y Soriano. En uno de los galpones el olor a heces y orina de vaca es más intenso que en los otros porque se trata de ganado de ordeñe, que es más sucio que el destinado a la faena. Cada pocos minutos puede verse a los peones que se apresuran a acercar sus baldes para atajar las necesidades de los animales, y luego tirarlas en las canaletas que atraviesan el galpón.
La gente, que parece no sentir el olor del lugar, se concentra para sacarse fotos con las vacas e incluso tocarlas. Estas en su mayoría están sentadas, con una mirada que parece de indiferencia o resignación ante el ruido y la aglomeración. De repente se escucha un ruido similar a un balazo. Una enorme vaca se acaba de sentar en el piso y con la pata, acaba de partir la madera que limita el corral con el pasillo central. El tamaño de la tabla, de tres centímetros de ancho y un metro y medio de largo, revela la fuerza de ese animal que pesa casi una tonelada (sí, 990 quilos). Nadie se alarma. La gente apenas parece notar lo sucedido.
Un peón que cuida uno de los corrales, un hombre de entre 45 y 55 años, con una azada entre las manos, amigable y con acento rural, dice que los animales están más tranquilos ahora. Al principio de la exposición estaban más nerviosos por la gente y el ruido, tan diferentes a su medio natural, pero ahora ya están más adaptados. “Igual que nosotros”, dice. “Al final ni nos queremos ir”, comenta sonriendo. Dice que para él venir a la exposición significa una salida, algo diferente de su lugar de vida y de trabajo, donde actualmente no hay buen clima laboral entre los peones. “Es una olla de grillos”, dice.
Los stands varían en su público. En algunos hay muy poca gente , como en el del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. En otros hay cola para entrar, como en el stand de “Conamigos”, de Conaprole, donde hay un espectáculo “en 6D” para niños. Los stands más grandes son los destinados a productos artesanales, y a los gastronómicos, donde los diferentes puestos se distribuyen en grandes carpas, como en una feria. Los precios en general son corrientes, aunque elevados si se trata de productos artesanales elaborados.
No faltan los stands “novedosos”, como el de ANCAP, donde se exhibe un auto transparente, como muestra de la nueva planta desulfurizadora de combustibles, o el que promueve una “vida saludable” para los niños, donde se fomentan la alimentación con frutas y la actividad física, a la vez que se les invita a jugar con modernos juegos de interacción.
Al caer la noche, los conductores radiales anuncian el comienzo del evento más esperado de la jornada: la presentación de la cantante argentina Soledad Pastorutti, cuya actuación fue suspendida el día anterior por mal tiempo. A las 19:30 comienza el show, con una verdadera multitud en el ruedo central. Al terminar el primer tema, la “Sole” agradece la presencia del público, destaca la organización del evento, saluda a los seguidores que siempre la acompañan, y presenta su siguiente tema, “Chamarrita de una bailanta”, recordando sus primeras actuaciones en nuestro país en el año 1997. Algunas parejas del público se entusiasman y bailan entre la gente.
Hacia las 20 horas cobra vida uno de los lugares que concentra al público joven: Plaza Prado. Se trata de un galpón con un gran fogón en la entrada, con pequeñas mesas y sillas distribuidas en el interior, y con un escenario al fondo, que recrean un ambiente de pub. Aún es temprano, pero más tarde el lugar promete estar lleno, ya que se presentarán la murga “Cayó la cabra” y el grupo de cumbia “El Súper Hobby”.
Si bien las puertas de la Rural están abiertas hasta las 21 horas, es poco el público que sigue entrando a esa hora. Sin embargo, las funcionarias que trabajan en una de las puertas comentan que, en general, la entrada de gente ha sido pareja durante todo el día, desde que se abrieron las puertas a las 8 de la mañana. Dicen que a esa hora es muy difícil calcular la cantidad de gente que pudo haber asistido porque en total hay cinco puertas, pero coinciden en señalar que la cantidad ha sido “impresionante”. También comentan que el público que asiste a esa hora de la noche es notoriamente distinto al del día, ya que se trata casi en exclusiva de gente joven que asiste sobre todo al espectáculo del ruedo central o a Plaza Prado.
Afuera del predio, la aglomeración continúa. La gente se concentra en las paradas de ómnibus y taxis, y el tránsito es tan lento como a media tarde. Después de horas de recorrida los niños –y los adultos- se van de la Expo Prado cansados. Y se despiden. Hasta el próximo setiembre.
Texto y fotos: Natalia Macedo









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