Fanáticos del EI fusilan a prisioneros en Irak. Foto: periodistadigital.com

Mientras los medios de comunicación internacionales (se) entretienen con la épica historia de los Kurdos en Kobane, donde un pequeño contingente de soldados – mayoritariamente mujeres – defiende la ciudad del asedio del Estado Islámico desde el 9 de septiembre, las dimensiones políticas y sociales de la situación en Irak y Siria quedan en un segundo plano, solapadas por las siempre cautivantes historias de guerra.

Las consecuencias de la intervención estadounidense en Irak se traducen en un “pueblo que sufre”. El Estado Islámico no es la única llama que arde en el infierno que vive la población. Ojalá lo fuera. Los titulares no dan cuenta hasta ahora del entramado histórico y político que atraviesa medio oriente y simplifican al máximo un conflicto que, lejos del binarismo al que estamos acostumbrados, rebosa en intereses y políticas sectarias que van calando hondo en una sociedad que ve limitada su capacidad de  organización y emancipación como nación soberana.

En 1997, después de la primera Guerra del Golfo (1991) y durante los fuertes embargos aplicados sobre Irak por parte de las potencias internacionales a través de la ONU, Pedro Rojo, un licenciado español en filología árabe, arribó con 21 años a Irak por primera vez. Desde entonces, fascinado con la sociedad iraquí, un “pueblo bien formado con una idea muy clara de lo que era su país” y “absolutamente conscientes de la situación que vivían bajo el régimen de Sadam Hussein”, pero que ante todo  “no querían ser salvados o liberados por el imperialismo”, Rojo fue construyendo su vínculo con Irak a fuerza de mantenerse en contacto por más de 20 años con una población diezmada y obligada a replegarse.

Actualmente es director de la Fundación Al Fanar, organización que se encarga de traducir prensa árabe al castellano en busca  “de brindar información a los periodistas y a los expertos en mundo árabe que se interesan por lo que se escribe en esas zonas”. Con más de 170 mil entradas y 1500 suscriptores, Al Fanar se postula hoy como una herramienta imprescindible para lograr escuchar la voz del pueblo iraquí.

“No eres el primer periodista que me llama para decirme que hay cosas que no le cierran sobre el Estado Islámico – dice Rojo en los primeros minutos de conversación por Skype con SdR-. Efectivamente, en los grandes medios se tiende a simplificar y a no buscar las raíces”.

Los albores de un conflicto perpetuo

Con voz paciente pero sin perder el fervor activista, Rojo explica que el avance del EI se vio enmarcado en un contexto de crisis institucional del Estado Iraquí causado, en gran parte, por las consecuencias de la ocupación iniciada en 2003. Una vez derrocado Saddam Hussein después de la Operación Libertad Iraquí, que determinó el inicio de la Segunda Guerra del Golfo, el gobernador Paul Bremer aplicó la Ley de Desbaazicifación, que buscaba rearmar el sistema de seguridad y el ejército iraquí. La consecuencia: marginación de sectores militares que se vieron despojados de su trabajo y “status”.

Junto a otros sectores sociales y étnicos, los antiguos militares conformaron una fuerte resistencia contra la ocupación desde la caída de Bagdad en manos estadounidenses, movimiento subestimado por Bremer. Poco tiempo después se conformaría el Consejo Militar de la Revolución que se mantiene hasta hoy con objetivos muy claros, según versa su último comunicado emitido en junio de este año:

1. Restaurar la justicia y no la búsqueda de la venganza. Toda rendición de cuentas se tiene que hacer de acuerdo a la ley y a través de un proceso justo.

2. Respeto a los países vecinos y a su soberanía.

3. Poner fin al sectarismo político y a la represión que instaló la ocupación.

4. Iniciar un proceso constituyente que represente a todos los iraquíes.

Por si fuera poco, la intervención estadounidense trajo consigo otro “gran error”: la sectorización del “reconstruido” gobierno nacional.

“Llegaron aquí con los neoconservadores, desarticulando el ejército, el partido Baaz, los servicios de seguridad, imponiendo una cuota sectaria en los gobiernos, trayendo partidos políticos que llevaban 20 años fuera de Irak  y que no tenían un contacto con la realidad, verídico, pero que sobre todo traían esa carga de ideología sectaria y es lo que ha ido imponiéndose en el proceso político”, explica Rojo.

El 13 de julio de 2003 se creó el Consejo de Gobierno Iraquí y Nuri al- Maliki ocupó el cargo de Primer Ministro. Lejos de representar una solución para la población iraquí, Al- Maliki se convirtió en representante de un sistema de gobierno que se caracterizó -y caracteriza -, por la corrupción y la escasa capacidad de gestión, afirma Rojo.

“Estamos hablando que los primeros que salieron a manifestarse en Irak fueron los chiíes del sur porque no tenían electricidad en 2009, seis años después del final de la ocupación y de la llegada de miles de millones en ayuda, y eso no se convierte en una mejora de la sanidad ni de la educación, sino todo lo contrario, va a un empeoramiento a pesar de que no están bajo el embargo”.

Este contexto y estas decisiones fortalecieron la presencia de Irán, país con intereses históricos sobre Irak. “Cuando llega Bremen y desmantela el ejército, se propone armarlo desde cero. ¿Con qué crean las nuevas fuerzas? Con las milicias de los partidos políticos que llegan con la ocupación. Algunas de ellas lucharon con Irán en la guerra irano – iraquí. Entonces lo que ha hecho Irán, de una forma muy paciente, es ir ganándole terreno a EEUU en la gestión de los asuntos iraquíes, a nivel político, administrativo y sobre todo a nivel militar con esa chiitización del ejército y del poder militar”.

De esta forma, Irán cumple un sueño: dominar geopolíticamente lo que se conoce como Creciente chií, una vasta zona de continuidad étnica que une Teherán, Bagdad, Damasco y  Hasbaya en el Líbano.

Una revolución legítima y el nacimiento del monstruo

En busca de concretar una revolución que garantice un estado iraquí soberano, el Consejo Militar de la Revolución emprende la lucha armada hacia Bagdad en enero de este año. Mientras se enfrentaban con el ejército iraquí en barrios periféricos de la capital, el EI “aprovecha esos vacíos de poder para ir ganando por la retaguardia”.

En esta situación estratégica, el EI coloca a los grupos rebeldes en un aprieto: luchar bajo su bandera, o entregar las armas, o luchar contra elllos. El Consejo Militar Revolucionario decide seguir luchando rumbo a  Bagdad, pero el EI presiona. Después de una serie de combates en Garma, Faluya y en los alrededores de Mosul, Obama decidió no apoyar a estos revolucionarios que no son “reconocidos como un interlocutor legítimo para solucionar el tema de Irak, como si ha hecho en Siria, donde reconoce al Ejército Libre Sirio como una entidad legítima que esta pidiendo uno derechos que son totalmente lógicos , pero que en Irak no lo hace”.

En medio de esta trama, comienzan los bombardeos de Estados Unidos sobre posiciones de EI en Irak, pero los ataques no reconocen entre puestos rebeldes, del EI, de defensa local, o civiles. “Están matando civiles y eso es muy importante porque el EI, como era lógico, se ha replegado de sus sedes o centros neurálgicos visibles, y se han mimetizado con la población. Se avisa a los habitantes de Mosul que se resguarden porque  van a bombardear la ciudad, pero ¿donde?”.

Los efectivos del Consejo Militar de la Revolución ahora se encuentran replegados, pues están en una situación de extrema vulnerabilidad. Por un lado se enfrentan a las tropas iraquíes apoyadas por las milicias iraníes, y por el otro reciben el fuego cruzado – ¿o no? – de los bombardeos estadounidenses que terminan por catalizar la potencia de ataque del EI.

¿Qué consecuencias políticas conlleva esta situación? Le preguntamos a Pedro Rojo. Sin titubear y con la convicción que le otorgan años de contactos con familias que sufren las venganzas del ejército iraquí, las atrocidades del EI y la indiferencia sanguinaria de los bombardeos estadounidenses, responde:

“Que seguimos con el mismo proyecto fallido que se implantó desde 2003, el mismo proceso que ha convertido en el tercer o cuarto -dependiendo del año- país más corrupto del mundo. El mismo proceso que ha exacerbado el sectarismo y la lucha entre comunidades que antes no existían. Es un proceso que está absolutamente tutelado por Irán, entonces es alargar el conflicto a sabiendas de que esa solución no es la que da estabilidad ni puede servir a corto o largo plazo para solucionar el tema Iraquí. Hablar de reformular ese proceso político implica reconocer algo que todo el mundo está diciendo abiertamente, que el proyecto estadounidense para Irak ha fracasado y que hay que buscar una alternativa que traiga estabilidad”.

Edward Braida

 

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