El líder del UK Independence Party, Nigel Farange, en plena campaña. AFP PHOTO / ADRIAN DENNIS

“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”. Así introducía Marx uno de sus escritos más famosos, El 18 de brumario de Luis Bonaparte. Lejos de perder vigencia, si atendemos la realidad política de Europa, esta frase nos hace pensar sobre la ciclicidad de la historia.
La política del viejo mundo está en crisis. Ya lo advertía Castells en un artículo publicado en La Vanguardia: “En Europa la ruptura entre ciudadanos y sistemas políticos es creciente y alcanza a la mayoría de la población. Y las instituciones europeas están aún más hundidas en la confianza popular”.
Este marco de profundo descreimiento sobre el sistema político y los partidos tradicionales, ha propiciado el avance de un conjunto de partidos ultraderechistas que se hacen del electorado por medio de programas antieuropeos, xenófobos y racistas.
De entre los doce partidos que ganan peso en sus respectivos parlamentos en Europa, el Partido para la Independencia del Reino Unido de Nigel Farage (UKIP) podría generar un quiebre en la política británica y europea. A pocos días de las elecciones que se celebran el domingo 25 de mayo, UKIP-acusado de xenófobo, racista, nazi, homofóbico y machista-lidera las encuestas con 35% de los votos, seguido de los laboristas con un 24%, según los últimos resultados publicados recientteemeente por el Daily Mail.
Si bien Farage, principal figura de la UKIP, niega tener sentimientos xenófobos, sus declaraciones rozan la discriminación racial y apuntan a un populismo basado en el euroescepticismo y la antiinmigración.  En unas declaraciones a la radio londinense LBC, dijo que si una persona vive en Londres estaría preocupada si “un grupo de hombres rumanos se mudan al lado de casa” y añadió que muchos inmigrantes se ven “forzados a una vida de crimen”.
Albores de la UKIP. La postura euroescéptica se ha hecho muy corriente en los partidos políticos británicos y las críticas a la Unión Europea (UE) han crecido en los últimos 20 años, explicó Philip Lynch, analista político en la Universidad de Leicester y experto en la actitud de los británicos hacia la UE. Dijo a France Press. “Los liberales son obviamente los más pro-europeos, pero incluso en sus filas encuentras euroescépticos”.
De estos cuestionamientos hacia la relevancia de la UE en la política británica,  nace la UKIP. Liderados por Alan Sked, el partido se conforma en 1993  con miembros de la Liga Antifederalista y del ala euroescèptica del Partido Conservador, contrarios al Tratado de Maastricht y a la adopción del euro como moneda.
Sus postulados para las elecciones municipales no difieren mucho de los conservadores. Se definen como libertarios y conciben a “los ciudadanos como individuos libres para tomar sus propias decisiones y responsabilizarse de sus resultados”. Además, apuestan “por la disminución del papel de los gobiernos en la sociedad civil, así como por la reducción de impuestos a nivel general”.
Aun así, dicen ser el único partido que ofrece una alternativa radical y proponen un fuerte control fronterizo contra las inmigraciones. En este punto se ha centrado su campaña. Uno de los carteles propagandísticos muestra a un  albañil en paro y pidiendo limosna en la calle bajo el letrero: “La política de la UE en el trabajo”. En otro, un dedo intimidatorio advierte a los británicos: “26 millones de personas en Europa están en paro… ¿Y a quién le quieren quitar el trabajo?”.
Conservadores, laboristas y liberal-demócratas han unido fuerzas para contrarrestar esta campaña tildada de “racista”, pero lo cierto es que, a pesar de tener un jugoso expediente con antecedentes que no serían perdonados a los otros partidos, la opinión  pública legitima el accionar de la UKIP.
Algunos ejemplos: en 2012, Geoffrey Clarke, un candidato a concejal por la UKIP, fue suspendido por sugerir que debería obligarse a abortar a las mujeres embarazadas con fetos con el síndrome de Down o espina bífida, porque si se les deja nacer “serían una carga tanto para el Estado como para sus familias”.
Un año después, un candidato de la UKIP describió el sexo entre hombres como algo “asqueroso” y a los homosexuales como “anormales”. Ese mismo año, Alex Wood, otro candidato a concejal, apareció en una foto en la que parece estar haciendo el saludo nazi y con comentarios racistas y homofóbicos.
El eurodiputado Godfrey Bloom que dejó el partido en setiembre del año pasado, dijo que “ningún pequeño empresario con la cabeza en su sitio debería emplear jamás a una mujer en edad de tener hijos”, que las mujeres de hoy en día “no limpian bien suciedad detrás de la nevera”, que el feminismo “es una moda pasajera” y que muchas prostitutas “lo son porque les gusta” (compila El País de España).
Además, en la misma publicación del medio español se recogen las declaraciones  del candidato a las municipales por Enfield, William Henwood, quién exhortó al actor británico Lenny Henry a que se vaya a vivir “a un país de negros” por quejarse de que las minorías étnicas no están lo bastante representadas en la BBC.
Sin ir más lejos, en las últimas semanas la UKIP tuvo que suspender a Andre Lampitt y al candidato a concejal por Londres William Henwood, por comparar el islam con el “Tercer Reich”.
Elecciones. Con estos y otros agravios en su haber, la UKIP ingresa en la recta final a las elecciones municipales y europeas con una intención de voto del 35% y la brecha con los partidos tradicionales parece agrandarse.
El descontento de la clase trabajadora con el partido laborista beneficia a Farage y, precisamente, sus puntos de apoyo en materia electoral están en los condados de Lincolnshire y East Anglia, unas de las zonas más castigadas por la crisis económica.
El sistema uninominal mayoritario que rige las 650 circunscripciones de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte (Reino Unido), le permiten a la UKIP hacerse con más de la mitad de los escaños, de continuarse esta tendencia. Otra vez, la crisis ha hecho lo suyo sobre la opinión pública y ha radicalizado las posturas políticas.
Edward Braida
 

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