Alberto y Sunnee. Foto: cortesía de FUNDAPPAS

Para estar acostumbrados al contacto humano, a los ruidos y al ajetreo habitual de una ciudad, a asistir a lugares públicos y a convivir con otros animales, los perros guía son entrenados desde una edad temprana.
En Uruguay, hasta el momento hay una sola escuela de perros de asistencia, llamada FUNDAPPAS, que está reconocida por la Federación Internacional de Perros Guía. En el marco de la puesta en marcha del entrenamiento, estuvo en el país el director y cofundador de la escuela Freedom Guide Dogs for the Blind, Eric Loori, quien, luego de brindar una extensa charla acerca de los perros guía y el funcionamiento en torno a su entrenamiento, habló con SdR para explicar más sobre el trabajo que vino a realizar.
La escuela ya ha visto nacer a dos camadas que están destinadas a ser los primeros perros guía nacidos y entrenados en nuestro país. Al momento, estos perros se encuentran en la primera etapa de entrenamiento. Están con familias socializadoras voluntarias que son quienes les enseñan las primeras lecciones de obediencia y les facilitan el acercamiento a la vida en sociedad.
Loori cuenta que lo envió la Federación Internacional de Perros Guía para orientar a los encargados de la construcción de la escuela en Uruguay y para ayudar a las familias que en este momento están socializando a los cachorros. Acota que afortunadamente el nivel con el que se encontró es mejor de lo que imaginaba: “Acá todos están trabajando muy duro pero no hay experiencia”, comenta, y agrega que sabe que el trabajo voluntario es muy sacrificado.
No duda a la hora de señalar al dinero como la clave para llevar adelante una escuela de perros guía, y al mismo tiempo también como la mayor dificultad a la que se enfrenta. “Lo vivo cada día”, hay gente que dona pero siempre hay que pagar por una cosa u otra.
Aunque el valor aproximado de un perro guía es de 40.000 dólares, ya que para su entrenamiento son necesarios elementos fundamentales como el personal, las instalaciones, medicamentos, comida, el costo para el usuario es nulo. Esta es la principal razón por la que es muy difícil para estas escuelas ser autosustentables, realidad a la que FUNDAPPAS no escapa, ya que va por el mismo camino de proporcionar estos perros de forma gratuita.
Loori expresa que asociado al tema del dinero está el de los recursos humanos, porque no hay con qué pagarle a la gente capacitada para la tarea. En los hechos, se tiende a trabajar con voluntarios ávidos por aprender.
A su vez destaca otro elemento fundamental, sin el cual no se podrían llevar adelante este tipo de proyectos. “El sueño” es lo que junto a su esposa lo mueve a seguir intentando sin importar que no haya recibido ingresos por esta labor por más de 20 años, o que haya perdido más de un millón y medio de dólares para fundar y sostener su escuela.
El especialista cuenta a SdR que lo que más le sorprendió en comparación con otras ciudades es la cantidad de perros que hay, tanto en las casas tras las rejas como sentados en las esquinas. Esto significa un gran desafío para los entrenadores y los usuarios de los perros guía, por la cantidad de estímulos que pueden generar distracciones y los posibles peligros que representan estos animales. Sin embargo, subraya la buena conducta que pudo observar en los perros callejeros de Montevideo.
El proyecto en Uruguay comenzó en 2006 con el objetivo de fundar una escuela que entrenara perros guía para las personas con discapacidad visual, ya que hasta ese momento no existía ninguna institución de este tipo en Sudamérica. Aunque el año pasado empezó otra escuela que está dando sus primeros pasos en Brasil, en nuestro país FUNDAPPAS ha ampliado el espectro: piensa entrenar también perros de asistencia que sean útiles para personas que padecen algún otro tipo de discapacidad, más allá de la ceguera.
En este sentido, también la presencia de Eric Loori en nuestro país es enriquecedora ya que su escuela es una de las pocas en Estados Unidos que entrena a perros para personas que tienen alguna otra discapacidad sumada a la visual. El especialista lleva casi 35 años en este oficio y tiene la experiencia de haber entrenado perros para personas ciegas con parálisis cerebral, con síndrome de down e incluso para una persona sin manos.
En la mayoría de los casos, el candidato a usuario de un perro guía tiene que trasladarse al lugar donde está ubicada la escuela y permanecer allí aproximadamente un mes. A esta instancia se le denomina acoplamiento porque es el momento en el que la persona y el perro se conocen y aprenden a trabajar en equipo.
El vínculo entre ambos es quizá uno de los factores más determinantes para que el trabajo en equipo sea efectivo y disfrutable para ambos. La persona debe generar una relación afectuosa con el perro, ya que esto estimula la confianza que necesariamente debe haber entre los dos. Cuando al individuo no le gustan los perros o les tiene miedo, el lazo entre ambos va a ser más difícil de forjar y sostener a lo largo del tiempo.
Las escuelas suelen proporcionar alojamiento a los futuros usuarios, pero cuando estas se encuentran en el exterior o incluso en países muy grandes donde las distancias son considerables, este beneficio no parece ser suficiente para las personas que no pueden ausentarse de sus hogares durante un mes.
Loori narra a SdR que en una época supo trabajar para una escuela que hacía el acoplamiento yendo a los hogares de los solicitantes. Pero en esa época las escuelas daban este tipo de atención domiciliaria en contadas ocasiones, solo cuando el solicitante era alguien famoso, con mucho dinero o cosas así. Fue por esto que cuando optó por fundar su propia escuela junto a su esposa en 1992, decidió implementar este sistema para todos.
Loori señala que recomendó a FUNDAPPAS la aplicación de este plan de trabajo aquí en Uruguay, ya que implica algunas ventajas como un menor gasto en infraestructura o una mayor eficacia ya que es entrenado en el mismo lugar en el que se va a mover cotidianamente.
“Never give up” (nunca te rindas), es la frase que repite como leitmotiv durante la entrevista y fuera de ella, y el mensaje que le deja a los futuros instructores uruguayos.
Álvaro Ganduglia


 

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