Junto a la escuela se alza un moderno edificio de una sola planta, que combina el ladrillo a la vista con lisas paredes rojas y pesados portones grises. Un gran cartel con la inscripción Mitá-i (niño en guaraní) ocupa parte de su fachada. Se trata de un Centro de Atención a la Infancia y a la Familia (CAIF) de la Organización de la Sociedad Civil (OSC) Raíces Charrúas.
El plan CAIF es una Política Pública de Atención Integral a la Primera Infancia a nivel nacional que está en funcionamiento desde 1988. Es desarrollado por el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) en convenio con distintas OSC y entes estatales vinculados a la salud y la educación. Atiende a niños de cero a tres años y a sus familias, gratuitamente.
Existen 374 centros en todo el país clasificados en seis tipos, explicó Natalia Ureta, directora de la división y desarrollo del plan. La escala de números se asocia a los recursos materiales y humanos de cada CAIF para la atención de los bebés y niños que asisten. El tipo uno admite menor cantidad de niños porque posee menos infraestructura que el resto. Cuanto más se avanza en la escala hasta el seis, mayor es el despliegue del plan.
Mitá-i pertenece al tipo dos, lo que permite tener en lista a sesenta y cuatro bebés de cero a dos años en Primeras Experiencias Oportunas (PEO) y a cincuenta y cuatro niños de dos y tres años en inicial. Los pequeños son atendidos por trece personas en total, doce mujeres y un hombre: una psicóloga, una trabajadora social, una psicomotricista, dos maestras especializadas en educación inicial, cinco educadoras, una cocinera, una auxiliar de limpieza que también ayuda en la cocina y un coordinador de gestión en tareas administrativas. El coordinador es el nexo entre el equipo de trabajo y la OSC Raíces Charrúas, una asociación no gubernamental sin fines de lucro.
En PEO se separa a los bebés en dos grupos: de cero a un año y de uno a dos años para que participen en talleres semanales junto madre, padre o algún familiar. La psicomotricista es la encargada de dirigir los talleres, con el apoyo de una educadora. La sala donde se desarrollan los talleres es amplia, está bien iluminada y es colorida.
Los niños de inicial (dos y tres años) concurren de lunes a viernes, algunos cuatro horas por día y otros ocho. Hay dos salas para recibirlos, equipadas con juguetes, mesitas, sillitas y baños construidos en pequeña dimensión. Incluso las ventanas se adaptan al punto de vista del niño, un adulto debe agacharse para mirar a través de los vidrios.
Además de las tres salas con baños internos para niños y adultos, el edificio cuenta con una cocina, una sala para conversar con los padres, otra que cumple la función de administración y un depósito tupido de juguetes y materiales didácticos como colores para pintar y plasticina. El patio se delimita por un grueso tejido que impide a los niños moverse fuera del recinto cuando se divierten en los juegos de plaza.
El Plan CAIF incluye la alimentación del infante como uno de sus objetivos. “Lo que se pretende no es engordar a los niños porque sino pasarían hambre en vacaciones y los fines de semana. Se pretende que dentro de la educación en la primera infancia, estén incluidos hábitos saludables de alimentación: utilización de utensilios, buenas costumbres al momento de la ingesta, dieta balanceada. La dieta está determinada por nutricionistas de primer nivel del INDA, que es el Instituto Nacional de Alimentación”, explica Darwin Rodríguez, coordinador de gestión de Mitá-i.
Doce o quince niños de inicial almuerzan en una de las salas, sentados en torno a una única mesa en compañía de la maestra, que come lo mismo que ellos. Los pequeños manipulaban sus cubiertos para llevarse a la boca lo que parecía arroz saltado con verdura y pescado.
El CAIF Mita-í nació hace seis años en una vieja casa ubicada al otro lado de la escuela. El 12 de noviembre de 2013 se inauguró oficialmente, con fotos y brindis, el nuevo edificio que ocupa ahora. “El año pasado, en el otro local, se hizo un taller para mostrarle a las madres cómo se hacía el arroz con leche. Parece elemental pero había muchas que no conocían la receta” cuenta con asombro Rodríguez, refiriéndose a que la inclusión de alimentación en el plan, tiene objetivos más amplios que darle de comer a un niño.
Además de los talleres semanales para los bebés de PEO, se realizan talleres especiales para los niños de inicial y sus familias. “Este año tuvimos uno de pediatría que va a repetirse porque los padres quedaron enganchados con algunas cuestiones que se plantearon, otro de salud bucal con personal de la Sociedad Española y va a hacerse uno de ginecología sobre planificación familiar. Hoy vienen de la Española para hacer un taller de nutrición” comenta entusiasmada la psicomotricista, mientras señala las sillas blancas dispuestas en la sala para esperar a los padres. Cuando hay una fecha especial, como el aniversario de Mitá-i, se agasaja a los pequeños con espectáculos de títeres.
“Se confundió durante mucho tiempo al plan CAIF con guarderías ¿Dónde dejo al chiquito mientras voy a trabajar? Otros pensaron que era un merendero para darle de comer a niños de bajos recursos. No es eso. Es una atención integral, que si bien sobrevivió a gobiernos de distintos partidos, adquirió relevancia en los últimos cinco o seis años”, explica Rodríguez.
El CAIF de Salinas se financia con los aportes que realizan los socios honorarios de Raíces Charrúas mediante una cuota social. El INAU brinda dinero en relación a la cantidad de niños atendidos para sustentar el gasto fijo: luz, agua, teléfono, sueldos. Hay porcentajes establecidos para comprar materiales didácticos y mantener el edificio. Sin embargo, el dinero para la comida lo proporciona el INDA. Además, plan CAIF acepta donaciones de privados que quieran colaborar.
Natalia Ureta, confirmó que plan CAIF atiende actualmente a 50.000 niños pero se necesita duplicar la cantidad de centros para universalizar el plan. “Pretendemos aumentar la franja de atención para el próximo quinquenio, la idea es que todos los niños de inicial puedan acceder a un CAIF. También queremos aumentar los cupos en PEO, especialmente en las zonas más carenciadas”, contó. Actualmente hay 150 niños en lista de espera para ingresar a Mita-í. La explosión demográfica o quizás la popularidad que adquirió el plan, hacen que un CAIF tipo dos sea insuficiente para atender la demanda en Salinas, pero también en muchos rincones del país.
El hecho de que exista tanta demanda implica elaborar criterios de admisión. El equipo técnico constituido por la psicomotricista, la trabajadora social y la psicóloga, es el encargado de tomar esta decisión en Mitá-i. “Priorizamos a los chiquitos que son social y emocionalmente vulnerables. En cuanto a los de inicial, tienen preferencia aquellos que hayan participado en PEO y tengan buena asistencia, porque la idea de plan CAIF es justamente que sea un proceso”, dice la psicóloga mientras espera junto a la psicomotricista que empiece a llegar la gente para el taller de nutrición.
Casi las 12 del mediodía. Los niños de túnica verde y azul terminan el almuerzo, las maestras recogen los platos, la cocinera ríe mientras “lucha con el pescado”, la auxiliar ofrece su ayuda en la cocina y en las salas y el coordinador abre cada una de las puertas para mostrar cómo funciona Mitá-i. “Plan Caif es una de las reparticiones del INAU pero no es la más difundida. Que acá se eduque a miles de niños en el país no es noticia Ahora, si se escapa un menor infractor eso sí trasciende en los medios”, reflexiona Rodríguez mientras pasea por el pasillo, “¿A quién le importa si se recupera a familias que vivían en condiciones precarias y ahora tienen un apoyo para conducirse, otorgándoles un nivel cultural que antes se les negaba?”. Estimular y acompañar a los niños desde recién nacidos parece ser clave para su desarrollo y a eso apunta plan CAIF.
Agustina Ciancio
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