Durante el Tocó Venir. Foto: SdR / Federica Carámbula

Al ritmo de las canciones de la Abuela Coca, jóvenes de todos los departamentos del país se juntaron para celebrar su ingreso a la Universidad. Algunos se sientan “a lo indio” en grupos de siete u ochos personas, otros bailan o tararean la música de fondo, hay quienes simplemente deambulan por el lugar. Todos están listos para disfrutar de una nueva edición del Tocó Venir.

Para que la sed no sea un invitado más a la fiesta, la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) colocó un stand de venta de refrescos y cervezas y otros aprovecharon la ocasión para vender panchos, hamburguesas y chorizos. Tampoco faltaron los jóvenes emprendedores para ofrecer comidas caseras como brownies o budines.

El escenario era pequeño pero estaba repleto de luces, micrófonos y todo tipo de elementos para que se desarrolle el espectáculo con la mejor calidad. Opuesto a él, se podía ver el Palacio Legislativo, que fue testigo privilegiado de la fiesta de la generación 2018 de la Udelar. Una dupla del gremio de la FEUU subió a dar la bienvenida a la generación y a recordar que este año además se conmemora el centenario de la reforma de Córdoba y los 60 años de la Ley Orgánica de la Universidad.
El primer artista en subir al escenario fue el cantautor El Alemán, que abrió el show entre luces de colores y humo con su tema “Caminando en la cornisa”, acompañado de un coro de murga que agitó al público con sus palmas. Rápidamente los nuevos estudiantes, los no tan nuevos y todos los que se arrimaron a la plaza 1º de Mayo colmaron el espacio rectangular frente al escenario. Algunas gotas de lluvia amenazaron con arruinar la fiesta pero los jóvenes continuaron disfrutando del ambiente, la música y la compañía, sentados en el piso como niños en un acto escolar.

Terminada la primera actuación, un grupo de militantes de la Asociación de Estudiantes de Medicina subieron al escenario a informar que se les redujeron horas de clase del curso de Anatomía, lo que provoca una “disminución en la calidad de enseñanza” e invitaron a los “nuevos” a que se unan a reclamar por el 6 por ciento del PBI para la educación.

Desde la FEUU resaltaron y reivindicaron la lucha que el pueblo estudiantil lleva adelante para lograr ese 6 por ciento, y destacaron que se pedía frente al Palacio Legislativo, “lugar donde mañana se votará el presupuesto que va permitir continuar con la educación”.

Luego de aplausos y ovaciones por los discursos, ingresaron al escenarios los integrantes de la murga La Mojigata, que hicieron reír y bailar al público con su espectáculo 2018. Los pocos jóvenes que quedaban sentados se levantaron para seguir los pasos de la popular canción “La rotonda del pensamiento”.

Después de que ya todo el público estuviera eufórico subió el director del Instituto Nacional de la Juventud, Federico Barreto, que destacó la importancia de que los jóvenes “se comprometan con su realidad”. Además incitó que se “milite” en los centros de estudiantes para que se “fortalezcan”. Junto con Barreto subió la directora de Desarrollo Social de la Intendencia de Montevideo, Fabiana Goyeneche, quien brindó un discurso muy aplaudido. Goyeneche comenzó dando la bienvenida a los jóvenes del Interior de “este país centralista que todavía se cree que la capital es una cosa y que el Interior es otra”, y pidió que se le recordara constantemente a la Universidad que no solo existe Montevideo. “Tocó festejar estos 15 años con todos y todas”, continúo la directora, y motivó a los estudiantes a seguir celebrando la educación pública, universitaria, gratuita y laica. “Defender eso desde las bases, desde los centros de estudiantes y defenderlos democráticamente”, concluyó.

El último orador, antes de que continuara el show musical, fue el rector de la Udelar, Roberto Markarian, que lo primero que recalcó fue que siempre luchó por “una sola” universidad  y que ella “es el país”. Markarian insistió en que la Universidad debe ser cogobernada y en que ese objetivo debe ser tarea de todos. Los estudiantes deben “manifestarse” y “protestar” si los profesores, los administrativos o el rectorado “hacen las cosas mal” porque “la Universidad no es perfecta, tiene muchos errores”, sentenció.

Luego de estos discursos la fiesta siguió con la presentación de las bandas Olvidate, Chala Madre y tuvo el gran cierre con el esperado Mariano Bermúdez.

Carla Olivera

 

Detrás de la elección de una carrera

En la elección de una carrera universitaria, independientemente de las edades, intervienen distintas cosas. Ser el primer universitario de la familia, el deseo transmitido por una madre de poder decir “mi hijo el doctor” o ayudar a otros a través de una profesión. “A mi madre le gustaría tener un hijo médico y un poco que me gustaba a mí…”, cuenta Facundo, determinado, con 18 años, oriundo de Salto y recién llegadito a la capital para estrenarse en la Facultad de Medicina. Si bien al comienzo se sintió un poco defraudado porque aún no le enseñan sobre el cuerpo humano, cree firmemente que más adelante se verán cumplidas sus expectativas.
Maria Noel, también de 18 años e inscripta en la Licenciatura en Comunicación de la Facultad de Información y Comunicación, relata que le “interesa el periodismo deportivo y el audiovisual” desde siempre, y también desde siempre contó con el apoyo de sus padres para elegir su profesión, aunque será una pionera: “en mi familia ninguno tiene un título universitario”.
Alexandra tiene 23 años y se anotó a la Facultad de Medicina. Su elección está marcada por una experiencia: “tuve conflictos con lo que son las instituciones médicas y quería saber cómo los educaron. Me pregunté a mí misma qué era lo que les enseñaban en la facultad a los diferentes médicos”. Fue “una experiencia personal” la que la “llevó a decidir estudiar esta carrera” para tratar de encontrar respuestas y hacer la diferencia cuando esté del otro lado.
Para Darío, de 33 años, futuro psicólogo, el camino a la Universidad fue más largo. “Trabajé 12 años en la noche, en Ibiza, un boliche catalogado como hetero o gay, donde vi muchas realidades”, y eso fue determinante. Cuando era más joven no pudo vencer sus temores: “cuando salí del liceo tuve el típico miedo que uno le tiene a la facultad, estuve 12 años en la noche y decidí terminar el liceo para hacer psicología”. Ayudar a otros fue lo que lo motivó a decidirse por esta carrera, pero “para ayudar a alguien tenía que estar preparado, por más que uno quiera hacer el bien por alguien, para tener las herramientas, la única manera es el estudio”.
Alejandra Cardoso

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