Expo Aprende Ceibal (Archivo, 2013). Foto: Sitio oficial del Plan Ceibal.

En los países latinoamericanos y caribeños “prácticamente” no existen, en materia de desarrollo de la sociedad de información, políticas públicas que contemplen la perspectiva de género, según publicó el Informe de Beijing. Durante 2014 los gobiernos latinoamericanos llevaron adelante una exhaustiva evaluación del cumplimiento de los acuerdos logrados en la IV Conferencia Mundial de la Mujer y plasmados en la Plataforma de Acción de Beijing en 1995. Presentaron informes nacionales sobre los avances alcanzados en estos veinte años en materia de medidas, legislación y políticas públicas concretas para garantizar la igualdad de las mujeres ante la ley.

Particularmente, Uruguay se encuentra en una de las últimas posiciones de los países del Cono Sur en cuanto a acciones específicas en la agenda política para la inclusión de género, donde un preocupante “no hay información específica” llena los casilleros de educación, trabajo, políticas públicas y medios de comunicación.

En diálogo con Sala de Redacción, Maria Goñi, integrante de la investigación de Uruguay para el Informe de Beijing, contó cuáles han sido los pasos que ha tomado Uruguay en el largo camino de la inclusión de género en las políticas públicas, cuáles pueden ser las medidas a tomar y el lugar que ocupa la mujer hoy en educación y trabajo con respecto a las Tecnologías de Información y Comunicación.

– ¿Qué lugar ocupa Uruguay en el informe?

-Sobre Uruguay no aparece nada porque no hay datos. Los datos que hay están bastante desactualizados y es muy difícil el acceso. La CUTI (Cámara Uruguaya de Tecnología de la Información) hace encuestas internas entre las empresas que son socias pero estas son muy básicas, no permite visualizar el lugar que ocupan dentro de los sectores productivos ya que solo se califica por sexo pero no especifica en qué categoría trabajan, no se sabe si trabajan en una empresa de informática como recepcionista, en la industria del hardware o trabajan en el desarrollo de software.

Hay un estudio que hicimos para CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) que pedía la comparación entre países de específicamente algunos sectores productivos. Nosotros elegimos la industria de la electrónica en Brasil, las pequeñas empresas en Perú y los call center en Panamá. Pero, por ejemplo, si nosotros quisiéramos averiguar sobre cualquiera de esas cosas acá en Uruguay no podríamos. De arranque no existe un instituto de industria electrónica como en Brasil, tampoco existen datos desagregados si quisiéramos ir al sector de los call center de servicios. En cuanto a las pequeñas empresas, le preguntamos a Dinapyme (Dirección Nacional de Artesanías, Pequeñas y Medianas Empresas) sobre algún estudio que hubieran hecho y tenían una encuesta de 2008 sobre las tecnologías que manejan las mujeres en pequeñas empresas pero era muy básico también.

Es difícil hacerse un panorama global con un indicador desarrollado que dé cuenta de la situación real de las mujeres. No solo lo que usan ellas en el trabajo que hacen sino en la presencia de las mujeres en las industrias particulares que se crea a partir del desarrollo de las tecnologías. De esto tampoco hay mucha información.

-Sobre eso se hace hincapié en el informe de Beijing, la dificultad en la recolección de los datos. ¿Cómo afecta para el seguimiento del informe y para la creacion de nuevos proyectos?

-Es terrible. La falta de información ya es información en sí misma de la falta de importancia para incorporar la dimensión de esta temática. Esta falta de información, si bien el INE (Instituto Nacional de Estadística) ha sacado y desagrega últimamente, sigue siendo muy básica y se enfoca más que nada en el acceso y no tanto en el uso. Uruguay tiene información sobre el acceso por sexo, por edad, por nivel socioeconómico, pero el tema es pegar el salto al uso: cuál es el uso que se hace de las tecnologías en los diferentes espacios en donde las mujeres y los varones conviven. El instituto no ha profundizado en este eje, que en general queda marginado. Los informes son pobres y las acciones también.

En cuanto a educación, en el informe se habla del Plan Ceibal como iniciativa para reducir la brecha de analfabetismo digital pero igualmente se aclara que no contempla una perspectiva de género. ¿Hay planes de implementarla en un futuro?

-Como acciones concretas se articularon unos juegos para trabajar con los niños, hecho por el instituto para las ceibalitas, que hablaban específicamente sobre los roles de género. Pero eso fue todo. Trabajo en el OBSERVATIC, que es el grupo de Tecnología de Información y Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales, y el Plan Ceibal tiene una vinculación con este grupo ya que hemos hecho varias investigaciones juntos y siempre estamos tratando de incorporar esa dimensión de género.

Ellos cuentan con mucha información cuantitativa que está desagregada por sexo y es muy interesante. También han hecho más énfasis en el acceso y no en el uso, y en la promoción de programas específicos hacia el uso que niñas y niños hacen de las tecnologías.

-¿Por qué cree que existe una baja participación de mujeres en carreras que tienen que ver con la ciencia y la tecnología?

-Se termina orientando a los varones y mujeres a determinadas carreras porque hay preconceptos que no se trabajan dentro de la educación, y esos preconceptos se continúan multiplicando. Si uno no los aborda, los mismos quedan invisibilizados y sin quererlo van marcando trayectorias que se reflejan finalmente en las matrículas de la Universidad.

Muchos países se han planteado programas específicos de motivación a nivel de secundaria para que las mujeres hagan matemática, física y tecnología. Es también una estrategia de desarrollo para el país. Actualmente Uruguay tiene déficit en cuanto a ingenieros e ingenieras. El Estado debería también orientar capacidades de recursos que tiene para determinadas carreras que marcan la tendencia laboral y la Universidad debería acompañar eso. Es una industria que es de suma importancia para Uruguay ya que exportamos software y nos entra mucho dinero por ahí.

-¿En dónde se encuentra Uruguay hoy en cuanto a perspectiva de género y TIC’s?

-En cuanto a medidas y políticas de TIC’s nos encontramos en un nivel bajo. No se ha visto problematizado el tema por los actores que tendrían que hacerlo. Uruguay ha avanzado mucho desde 2005, se ha incursionado en otras políticas de género, pero no en las TIC’s. Se ha dejado de lado la parte de desarrollo de tecnologías de la información. Pero también esa proliferación de políticas ha creado un imaginario de “ya estamos bien”.

Igualmente hoy en dia Uruguay está cumpliendo con el Informe de Beijing y con SEDHU (Servicio Econumerico para la Dignidad Humana). Este último, a diferencia de Beijing, obliga a que se cumplan los acuerdos.

-¿Qué medidas hay que tomar de forma urgente?

-Lo que se debería hacer de forma urgente son programas específicos. Desarrollar las políticas digitales como AGESIC (Agencia de Gobierno Electronico de la Sociedad de la Información y del Conocimiento), trabajar más con el Ministerio de Industria, más articuladamente con el Plan Ceibal, con el Ministerio de Educación y Cultura a través de los centros MEC, con el Ministerio de Trabajo a través de la formación específica del INEFOP (Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional). A nivel laboral, promover en el sector privado tanto como en el público que exista una ley de cupos, al igual que existe una ley de cuotas, que promueva a la mujer en determinados cargos. Son medidas muy rápidas y que permitirían, a la larga, poder pensar otra realidad.

Marcela Acosta

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