Francisco Paco Casal. (Archivo, enero de 2008) Foto: Javier Calvelo. La diaria.

Francisco Paco Casal. (Archivo, enero de 2008) Foto: Javier Calvelo. La diaria.

CONTROLA EL JUEGO

La maniobra realizada por algunos clubes de fútbol de primera y segunda división junto a Tenfield, que desencadenó la caída del Ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) liderado por Sebastián Bauzá, volvió a demostrar el poderío de la empresa que maneja los derechos de televisión del fútbol, el de los jugadores, las finanzas de algunos clubes y otros deportes.
La concentración monopólica y económica que posee Tenfield en Uruguay ha puesto en duda si la misma puede ser tratada desde las políticas públicas, o si en cambio es una cuestión exclusivamente de mercado, donde el Estado no debe intervenir. En otros países como Brasil y Argentina los Estados han intervenido de diversas formas en la cesión de los derechos de televisión del deporte para asegurar una competencia lo más transparente posible en la compraventa de los mismos.
En nuestro país los contratos que Tenfield firma con las federaciones están siendo analizadas por la Comisión de Promoción de la Competencia del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), por tratarse de potenciales prácticas anticompetitivas, dijeron fuentes de esa repartición al Semanario Brecha. “En cada caso se trata de un estudio complejo, debido a que además de analizar los textos de los contratos, hay que definir el mercado relevante cuyas condiciones de competencia estarían siendo afectadas”.
Demasiados Clubes. En Uruguay, de 16 equipos que juegan en la primera división del campeonato uruguayo, 14 son de la capital. Una de las grandes interrogantes que rodean al fútbol de este país es como pueden sobrevivir profesionalmente 14 clubes en una ciudad como Montevideo, con una población de 1 millón 300 mil habitantes.Quizás esa sea una de las tantas razones por la cual la mayoría de los clubes están continuamente luchando por subsistir económicamente. La falta de una masa social amplia para obtener ingresos, hace que algunos de ellos dependan exclusivamente del dinero que perciben por los derechos de televisión.
En esta línea, en el fútbol, la gran mayoría de los ingresos que reciben los clubes por los derechos de televisión son menores al dinero que deben invertir para poner a un equipo en una cancha.
Los contratos de TV. El contrato de Tenfield con la AUF por los derechos de televisión del torneo local vencía en 2017, pero ésta se aseguró por adelantado renovar los mismos hasta el 2021. Además de obtener esos derechos, también logró adjudicarse otros como la estática en las canchas, vestuarios, la imagen de los futbolistas y el símbolo de los clubes. Incluso se quedó con los derechos de todas las plataformas tecnológicas posibles, incluida la televisión abierta digital e internet. Con esto los clubes pierden así casi todos los recursos disponibles para vender y sacarle provecho a su inversión, el equipo deportivo y las figuras que ponen en la cancha.
Esta decisión fue tomada por la Asamblea de clubes de la AUF en agosto de 2013. Esa resolución fue apelada por Nacional, Wanderers y Liverpool, debido a que los clubes que actuaron favorablemente recibieron por adelantado 100 mil dólares antes de votar. Estos denunciaron que la AUF – además de ceder los derechos de televisión- también dispuso la venta de los derechos de los jugadores y de los clubes, que exceden lo meramente televisivo.
Para acceder a esta cesión, Tenfield abono a la AUF 1441 millones de pesos uruguayos -72 millones de dólares de la época- por todo el período, de los cuales 215.500.000 de pesos van respectivamente para los dos grandes (Nacional-Peñarol) y 56.156.400 para cada uno de los 14 clubes de primera división. A todo esto, la empresa también incluyó en el contrato el derecho de preferencia para igualar la oferta que la supere en una futura competencia por un nuevo contrato en 2021.
Por otra parte, la AUF es la titular de los derechos de televisación de la selección uruguaya de futbol, cuyos derechos de transmisión ya vencieron. El Ejecutivo renunciante tenía en los planes licitar los derechos de la selección para las eliminatorias de Rusia 2018 antes del inicio de la Copa del Mundo de Brasil. Esto aseguraba, según los neutrales un piso de 18 millones de dólares para la AUF. Además, para dicha licitación, Tenfield no tenía posibilidad alguna de igualar la mejor oferta y seguir al frente de los derechos debido a que Bauzá en 2011, previo al inicio de la serie clasificatoria para Brasil había quitado la cláusula que existía en el viejo contrato, donde la empresa tenía prioridad en cada negociación y en caso de existir una mejor oferta, igualarla. Este proceso abierto y competitivo que pretendía el Ejecutivo fue el punto de discordia entre Tenfield y Bauzá.
Como informara a Brecha, Gustavo Buquet, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UdelaR, especializado en economía de los medios, la concentración de poder llevada a cabo por Tenfield termina perjudicando a los clubes y también a la gente. La empresa de Casal en su momento fue representante de los mejores jugadores de fútbol del medio, los cuales defendían los intereses deportivos de los clubes uruguayos. “Esta es la primera forma de ejercer presión. Te saco a los jugadores y el cuadro se cae, lo vendo bien o demoro su venta. Además simultáneamente financia a varios equipos, lo que constituye una segunda forma de presión”. Al poseer los derechos de televisión le otorga otra forma de presionar a los clubes, indicó.
Por otro lado, Tenfield al vender en exclusiva los derechos a todo el sistema de televisión para abonados de nuestro país recibe una renta monopólica, en un mercado que hoy cuenta con casi 600 mil abonados. Según el semanario Brecha, un operador de cable indicó que a principios de este año Tenfield impuso el precio de 110 pesos más IVA por cada abonado y por mes por el paquete del fútbol. Con esto logra una recaudación de 2,5 millones de dólares al mes, que si le sumamos la publicidad, mas la estática en la canchas esa cifra aumenta considerablemente.
Si comparamos con otros países, este tipo de prácticas han sido limitadas. Sin ir muy lejos, en Brasil intervino el órgano que regula la competencia ante una denuncia de la ONG intervozes, y obligó a que los derechos de televisación del torneo brasileño se ofrecieran en libre competencia y se negociara de forma individual con cada club. Esto permitió que existiera una competencia real entre las dos cadenas televisivas más importantes de ese país – Rede Globo y Bandeirantes- lo que posteriormente permitió que los equipos recibieran mayores ingresos. Otro claro ejemplo es el de Argentina, donde la propia presidencia de la república logró quedarse con los derechos del fútbol y paso a comercializarlos con el programa Fútbol para todos (emitido por la televisión pública).
Franco Recoba
 

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