“¡No sea nabo Neber!“, le dijo José Mujica a Neber Araujo en 2003, al aire en canal 12 como respuesta a una pregunta del periodista. En ese momento el exabrupto no fue castigado por la opinión pública. La frase se hizo famosa y fue parodiada. En ese momento Mujica no era el Presidente de la República, era un senador de la oposición. Ya en ese entonces su manera de manejarse dentro y fuera del Parlamento llamaba la atención; su forma de hablar y de vestir ocupaban segundos en la exposición mediática. Al año siguiente al episodio con Araujo, Mujica fue el Senador más votado.

“¿Qué le importa?”. Esa fue la respuesta que recibió del Presidente otro periodista, el viernes al consultarle qué haría respecto al caso Julio Castro. Mujica ya hizo lo que estaba a su alcance desde el Poder Ejecutivo para habilitar la investigación sobre la desaparición de Julio Castro, de todas maneras, la contestación no fue acorde al tono o a la intención de la pregunta. Entre ambos episodios pasaron 8 años. En ese período se dieron muchísimos intercambios entre Mujica y los periodistas. En campaña electoral cuestionó la importancia de las notas periodísticas, dijo que “los periodistas se colocan en vedettes”, que algunos trabajadores “le hacen los mandados” a los dueños de los medios. Se molestó muchísimo con un periodista de Canal 10 que lo consultó por un posible encuentro con los Kirchner. El año pasado, el día que asumían las autoridades del Ministerio de Educación y Cultura dijo: “No se pueden sacrificar oleadas de jóvenes que inocentemente van a estudiar Ciencias de la comunicación”, actividad que calificó de “viru viru”. Y fue aún más terminante: “No se puede construir algo sólido si no se hace en derredor de las matemáticas y las ciencias”.

“ Eso es cosa mía”, señaló a una periodista de Canal 5 en relación a sus declaraciones por el presunto video de amenazas de militares . Hace unos días, antes de la votación en Diputados del interpretativo de la Ley de caducidad, quitó trascendencia a lo que podría pasar con Semproni: “Esas son preocupaciones de ustedes los periodistas (…) lo único que informan son las noticias malas”.

El fastidio de Mujica es un hecho. Podrá argumentar que entiende más importantes otros debates, que la investidura de Presidente no le permite “perder tiempo” en discusiones que plantean los medios y que tienen -o no- eco en la gente. Podrá creer que algunos periodistas “le hacen mandados” a sus jefes, que desde los medios se hace oposición. Se puede conjeturar que el fastidio es por reveces políticos. Ningún argumento debería ser válido para destratar a un trabajador. El derecho a la información está amparado por la Constitución y por la ratificación de nuestro Estado a varios acuerdos internacionales, entre ellos la Declaración Universal de Derechos Humanos. Los periodistas tienen derecho a investigar, porque la ciudadanía tiene derecho a estar informada. Se pueden discutir las formas, pero aparentemente es una discusión que al Presidente tampoco le interesa tener. Consultado sobre un posible proyecto de ley para los medios audiovisuales dijo que de recibirlo “lo tiro a la basura”.

La agresión verbal al periodista de televisión de Cerro Largo es la última de una serie sin final previsto.

Lucía Pedreira/Florencia Pagola


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