Recluso de la cárcel Punta de Rieles. Foto: Guillermo Rodríguez.

El sistema penitenciario es por definición el conjunto de instituciones creadas para hacer cumplir las penas dictadas por los jueces; su objetivo también es la reinserción social de las personas acusadas. En nuestro país existen 49 establecimientos carcelarios, de los cuales diez se encuentran en Montevideo y zonas aledañas .Muchos de estos permanecen con estructuras edilicias sumamente deterioradas y con poco personal para atender a la población allí recluida .Los presos permanecen en condiciones de hacinamiento casi inhumanas. En este contexto se hace difícil la rehabilitación de las personas quienes muchas veces salen peor de como ingresaron.
Según el abogado y escribano argentino Eugenio Zaffaroni, el “poder punitivo” es la facultad que tiene el estado para penar a quien comete un crimen. Este poder se ejerce de forma vertical jerarquizando a la sociedad; en este sentido solo se castiga al agresor pero no se soluciona el problema. El poder punitivo necesita de un enemigo para justificarse. Existe entonces una necesidad de los estados por tener un puñado de ladrones y asesinos para que el resto de la sociedad acepte ser controlada y espiada. Éste poder también responde a los intereses de pequeños sectores sociales. Quizás esto pueda oficiar como argumento para explicar el motivo por el cual la rehabilitación no es algo real en la mayoría de los centros carcelarios, en la actualidad.
SdR habló con Gilbert Airala, quien permaneció 19 años en prisión y contó su pasaje por los diferentes establecimientos en los que estuvo.

“Las cárceles siempre apuntaron a dañar, el encierro, el maltrato que se vive es muy duro. Esto genera una depresión y un estado de ira que solo lo entendes si lo viviste. Cuando las personas dicen que quienes están presos se lo merecen me parece que están equivocados, si hiciste una macana esta bien que lo pagues pero el sistema carcelario es macabro .Si a un perro le pegas y le pegas todo el tiempo, cuando le soltas la cadena va a salir a morder, no a otra cosa. Estando preso sentís que el odio te cala los huesos”.

Las mujeres que delinque
La cárcel de mujeres,ubicada en el ex Hospital Musto, alberga actualmente a 357 internas, en su mayoría detenidas por problemas de narcotráfico menor, venta o tenencia de drogas. El número de presas por hurtos y rapiñas les sigue pero en menor medida. En este local las habitaciones son grandes, espaciosas, el número de internas por celdas en los peores casos asciende a ocho. La unidad esta dividida en tres pisos; en el primero se encuentran las internas que han pasado por un proceso dentro del establecimiento y están próximas a la libertad. El segundo piso oficia de intermedio: allí tienen libertad para salir de las celdas y circular durante el día. Por último un tercer piso donde se encuentran las reclusas mas conflictivas y el sistema de seguridad es mayor. En la actualidad son muy pocas las que viven con sus hijos allí. El nivel de reincidencia es de un 60 %.
SdR conversó con la psicóloga Leticia Salazar, subdirectora del área de tratamiento. Consultada sobre cómo influye el consumo de drogas y alcohol en la población carcelaria, comentó que no es un factor determinante a la hora de delinquir. Sí es de gran importancia el nivel socioeconómico, que en la mayoría de los casos es bajo. Son personas con poca inserción social, no tiene hábitos de trabajo, por ende les es muy difícil sostener un trabajo estable. El nivel educativo también influye: a menor nivel disminuye también la posibilidad de un trabajo digno; el delinquir es la salida mas rápida o muchas veces la única alternativa. Varias de las reclusas son jefas de hogar; eso un problema adkicional ya que no solo deben buscar sustento para ellas sino para sus hijos. La franja etaria de esta población oscila entre los veinte y cuarenta años.
Las actividades que realizan dentro de la cárcel van desde la limpieza del establecimiento a la elaboración del desayuno, almuerzo y cena. El recinto cuenta con una panadería atendida por ellas, una peluquería y una carpintería; también se realizan programas de salidas transitorias. Varias reclusas realizan trabajos en una ONG limpiando alcantarillas en las calles. A nivel educativo cuentan con primaria y secundaria, cuyas clases saon dictadas por maestros y profesores de las instituciones públicas de enseñanza. Salazar os comentó que es muy difícil generar en ellas la inquietud por estudiar; con todo un 60 % logra terminar el curso.
No existe un patrón psicológico determinado para delinquir, depende de las circunstancias, de la historia de vida y la capacidad de resolución que tenga la persona en el momento. Según Salazar es el contexto social y situación particular las que llevan a una persona a cometer el delito. En cuanto a la diferencia entre hombres y mujeres, la mujer es mucho mas demandante ya que, al ser muchas jefas de hogar, su preocupación radica en como estén sus hijos afuera.










Talleres para reclusos en Punta de Rieles. Foto: Guillermo Rodríguez.




Una propuesta diferente
La cárcel de Punta de Rieles cuenta con determinadas características que la hacen diferente a otros centros de reclusión. SdR visitó sus instalaciones y conversó con el Educador Social y subdirector Luis Parodi, quien explicó su estrategia de trabajo.

“Cuando vine para acá me preguntaron que iba a hacer y dije: ‘Voy a tratar de que la cárcel se parezca lo mas posible a la realidad’. No hay otro misterio. Cuando la realidad entra, también se complejiza, empiezan todos los problemas de pareja, todos los líos de chusmerío, pero empiezan las felicidades también.

En este establecimiento hay diferentes emprendimientos ,que van desde las huertas orgánicas, panaderías, peluquerías, parrillada, hasta una confitería que realiza servicios dentro y fuera del recinto. Funciona como una pequeña ciudad donde el recluso debe cumplir su pena pero a la vez desarrollar actividades que lo preparen para la reinserción en la sociedad. Una de las condiciones para los privados de libertad allí es que propongan actividades, relacionadas al trabajo, al deporte o a nivel educativo.
Otra característica distintiva de este centro es que las celdas, llamadas por ellos barracas, están custodiadas por operadores carcelarios que son en su gran mayoría educadores sociales. “La policía debería dedicarse a agarrarlos nada mas y nosotros a cuidarlos, quien los agarra a tiros no puede ser quien los atienda luego, es una contradicción”, comenta Parodi.
“Venís a Punta de Rieles, haces una carta y te encontras con que te prestan dinero para que vos hagas lo que se te ocurra y la decisión de esto es de los presos. Está todo documentado, hay un sistema de control”, plantea Airala en referencia al llamado Banco Solidario que allí funciona. Ésta iniciativa surgió hace un año con el fin de tener un fondo común para emprendimientos de los propios presos. Cualquiera de ellos presenta una propuesta la cual es evaluada por una asamblea formada por los propios internos, y luego de aprobada se realiza un préstamo de dinero , sin intereses ,con la condición de que el diez por ciento de las ganancias vuelvan al banco para seguir apoyando otros proyectos.
En la actualidad cuentan con tres tipos de emprendimientos, cuatro privados, veintisiete de los presos y dos cooperativas. Dentro de estos se encuentran las bloqueras, una carpintería apícola, un local de venta de ropa para niños, una rotisería, entre otros. La particularidad es que dentro del recinto no se maneja dinero sino bonos.
A nivel educativo cuentan con primaria, secundaria y cursos de informática;hay un recluso que va a facultad, la asistencia a estas clases es seguida de cerca por la dirección .

Hoy me hablan de un revolver y no me interesa para nada y eso que siempre fue mi vida, acá hay una intención real de dar una mano, eso se palpa.

Los dos últimos años de su pena Airala los transitó en Punta de Rieles. Hace tres meses que salió en libertad pero va todos los días a la cárcel a trabajar; confiesa que nunca se imaginó que iba a volver por su propia voluntad al lugar de donde siempre quiso huir. Se encuentra motivado con su actual proyecto, la creación de una fábrica de pan rallado.
“Nosotros no manejamos el termino ‘rehabilitación’ pensamos que si el hombre crece en determinadas circunstancias, y si yo cambio sus circunstancias, posiblemente cambie el hombre, es tan fácil como eso”, afirma Parodi .Hace hincapié en respetar los derechos de la gente, ya que cuando una persona está privada de libertad pierde el derecho a votar y a tener una cuenta bancaria; los demás los sigue teniendo.
Parodi, al igual que Salazar, coincide en que el contexto social en que se desarrolla una persona puede llegar a ser determinante en muchos casos para generar el hábito delictivo. En este sentido el ámbito familiar, las relaciones dentro de ella, la educación formal, el estado socioeconómico, van formando personas más vulnerables dentro del sistema, aunque obviamente esto no sucede en el total de los casos. Quizás no sea casualidad que nuestras cárceles estén pobladas en su mayoría por sujetos catalogados como marginados sociales. En palabras de Zaffaroni, “todos los estados quieren controlar principalmente a los sectores mas subordinados de la sociedad, los que llevan la peor parte “.
Belén Mainé

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