Los militares que torturaron de forma coordinada en Argentina y Uruguay eran también ladrones. Fue con dinero robado a los detenidos que el régimen militar uruguayo compró, a través de la esposa de uno de los miembros de inteligencia, una casa en la Avenida Millán al 4269, en Montevideo. En esa casa se vio –o se escuchó– con vida por última vez a Julio Castro, según el testimonio de Flavio Tabares, periodista brasilero preso por interceder en la liberación de un colega y coterráneo suyo, que estaba preso, a su vez, por escribir un artículo en contra de la dictadura uruguaya.
Julio Castro nació en 1908, estudió magisterio, ejerció como maestro, como director, y como profesor. Militó en la Agrupación Nacionalista Demócrata Social, fundada por Carlos Quijano en 1928, se postuló a diputado en varias ocasiones, sin éxito. Se enfrentó a la dictadura de Gabriel Terra a partir de 1933, desde el semanario Acción.
En 1939, ya en democracia, junto a Carlos Quijano y a Arturo Ardao, creó el semanario Marcha, del que será redactor responsable hasta su clausura, en noviembre de 1974.
Tiene decenas de libros e informes publicados, la mayoría relacionados de alguna manera con la educación. Integró activamente y representó a diferentes gremios de maestros en reiteradas oportunidades a lo largo de su carrera.
Viajó por casi toda América Latina, fue miembro de organismos internacionales, como la UNESCO.
El 5 de febrero de 1971 fue uno de los firmantes del Acta Fundacional del Frente Amplio, como integrante del “grupo de Marcha”, uno de los sectores independientes constitutivos de la coalición.
El 1º de agosto de 1977, Julio Castro tenía 68 años. Por ese entonces formaba parte de un grupo que ayudaba a salir del país a los perseguidos por la dictadura. Ese grupo, según informó el semanario Brecha, estaba integrado además por el militar constitucionalista, Oscar Lebel, por el agregado cultural de la Embajada de México, Cuauhtémoc Arroyo Parra, y por el corresponsal de IPS y del New York Times en Montevideo, Efraín Quesada. Fue al salir de la casa de este último, que Julio Castro fue capturado por agentes del Servicio de Información de Defensa, y desde entonces se encuentra desaparecido.
 
El 10 de abril de 2003, la Comisión para la Paz concluyó que se podía dar causa a la denuncia de la desaparición forzada de Julio Castro “porque ha recogido elementos de convicción coincidentes y relevantes”, según los cuales Julio Castro fue detenido en la calle, en Francisco Llambí casi Rivera, el 1º de agosto de 1977 y fue trasladado “a un centro clandestino de detención donde fue sometido a torturas a consecuencia de las cuales falleciera, en ese lugar, el 3 de agosto de 1977, sin recibir atención médica”. Sobre sus restos, la Comisión presumió que fueron “incinerados y tirados al Río de la Plata”.
 
En agosto de 2010 José Mujica excluyó de la Ley de Caducidad, la investigación sobre la desaparición de Julio Castro a pedido de sus familiares. Es en ese marco que el juez penal de 1º turno, Juan Carlos Fernández Lecchini, y la fiscal Mirtha Guianze interrogaron el martes 14 de junio a los ex policías Ricardo Medina y José Sande, ex integrantes del departamento III del Servicio de Información de Defensa al momento de la desaparición de Julio Castro. Ambos negaron haberlo visto, o tenido contacto con él. Según la fiscal, negaron “haber oído siquiera el nombre”.
Ya declararon por esta causa José Baudean, Omar Lacasa Antelo y Alberto Gómez, también ex integrantes del departamento III del Servicio de Información de Defensa. Las próximas audiencias están previstas para el 19 y 20 de julio, en las que se interrogará, entre otros, a Gregorio Alvarez y a José Gavazzo, a casi 34 años de la desaparición.
Lucia Pedreira
 

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