La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) edición 2023 se realizó en la primera semana de agosto en Lisboa (Portugal). Este evento enmarca la reunión de jóvenes de todo el mundo con el Papa, con el fin de la “peregrinación, festejar la juventud y hacer una expresión de la Iglesia universal” así como marcar “un fuerte momento de evangelización del mundo juvenil”, tal y como menciona la página oficial de dicha jornada. La JMJ se presenta como una “invitación a una generación joven”, para construir un mundo más “justo y solidario”. A pesar de su identidad claramente católica, se explica que es una actividad abierta a todos, tanto a los más cercanos a la Iglesia como a los más distantes. 

El punto culminante del evento fue la misa de clausura, donde el Papa Francisco pronunció un discurso sobre la importancia de la “unidad y la esperanza en tiempos difíciles”. Los jóvenes presentes compartieron sus “experiencias de fe” y recibieron “inspiración” para llevar sus valores a sus comunidades locales. Además de los eventos religiosos, la JMJ 2023 ofreció una amplia gama de actividades culturales y educativas: talleres, charlas y conciertos permitieron a los participantes explorar su fe desde “diferentes perspectivas” y “ampliar sus horizontes”.

La juventud dentro de la iglesia católica en Uruguay

Los jóvenes de la parroquia Stella Maris, ubicada en Carrasco, conforman un grupo bastante amplio donde realizan actividades eclesiásticas y sociales; 37 de ellos fueron participantes de la JMJ e integraron el grupo de 500 jóvenes uruguayos que viajaron a Portugal. Marga tiene 20 años, estudia economía en la UDELAR e integra la juventud de la parroquia. A los 13 años, en medio de la inquietud propia de la adolescencia, se involucró en actividades en su comunidad eclesiástica, y lo que comenzó como una “curiosidad incipiente” se convirtió en un “compromiso apasionado” con la Fe y “el servicio a los demás”.

Marga recuerda con entusiasmo aquellos primeros días. Señaló que su familia era católica y tenía fe, pero para ella, la “esencia de la religión” aún no se había cristalizado. Sin embargo, todo cambió cuando entró en contacto con el Movimiento Luceros, un grupo de jóvenes que buscaban “hacer el bien” a través de la “peregrinación y el servicio”. Esta experiencia marcó el comienzo de un viaje en el que Marga encontró un propósito “más profundo” al dedicar su tiempo y energía a ayudar “a los menos afortunados”.

Aunque al principio sus padres no estaban muy convencidos de su participación debido a su temprana edad, Marga sintió una llamada interna que no pudo ignorar. Su dedicación la llevó a zonas “desfavorecidas”, como el barrio Tréboles, donde se enfrentó a “realidades difíciles” pero también descubrió un “sentido de comunidad y conexión” con las personas que ayudaba. “Se trata de un barrio situado detrás del basurero municipal Felipe Cardozo, donde las circunstancias eran extremadamente impactantes. Desde viviendas construidas sobre montañas de basura, hasta contextos familiares sumamente complejos. Situaciones que te parten el corazón”, mencionó a Sala de Redacción. 

Marga, junto con un grupo diverso de compañeros, se mantuvo en el Movimiento Luceros durante cinco años: “con mi grupo estuvimos hasta que empezó la pandemia. Igualmente participaba gente que no tiene fe, pero era lindo saber que éramos un mismo motor”.

Con el tiempo, sus esfuerzos se convirtieron en “algo más” que distribuir comida y recursos. “De verdad sentía que en ese momento yo tenía que estar ahí” mencionó y explicó que esta experiencia no solo la hizo madurar, sino que también la hizo consciente de las “diferencias en las vidas de las personas” y de cómo su fe podía tener un impacto positivo en ellas. “Me di cuenta que lo valioso no era lo material que les llevábamos, sino la atención que les dábamos, desde asesoramiento hasta desahogarse (con nosotros). Se me hace que es algo muy humano”, agregó.

Una de las experiencias más significativas para Marga durante la JMJ fue la participación en los conciertos de Hakuna, una banda española que fusiona la música y la fe de manera “única”. “Fuimos a sus conciertos, fuimos a adoraciones de ellos, y eso fue porque lo hablamos antes y a todos nos copaba ir”, señaló Marga. Los conciertos de Hakuna se convirtieron en un punto focal de la experiencia y le demostraron cómo la música puede unir a personas de diferentes culturas y lenguajes en torno a un mensaje común.
Juan, coordinador del viaje y también miembro de la parroquia Stella Maris y del movimiento Lucero, expresó a Sala de Redacción la importancia de la participación de los jóvenes en la iglesia. “Desde mi punto de vista, es una oportunidad que todos los jóvenes tendríamos que buscar, sobre todo en un mundo marcado por las redes sociales y la salud mental. La Iglesia y Jesús ofrecen una respuesta sanadora y llena de sentido”, sostuvo y subrayó la necesidad de una experiencia espiritual en un contexto de cambios y desafíos.

Asimismo, compartió que la organización del viaje “no estuvo exenta de desafíos”, que incluyeron desde cuestiones económicas a dificultades de comunicación con la parroquia, pero que de todas formas el grupo logró “superar las adversidades y vivir una experiencia inolvidable”.

El encuentro con un papa distinto

Por otro lado Sebastián, miembro de la parroquia María Auxiliadora de Talleres Don Bosco, participó en la jornada con el Movimiento Juvenil Salesiano de Uruguay. Comenzó a involucrarse en actividades destinadas a jóvenes, promoviendo el intercambio de experiencias sobre la fe, la vida y los desafíos. En su grupo se dedican al voluntariado pastoral, animando oratorios para niños en situaciones vulnerables mediante juegos, dinámicas y catequesis. “Compartir estas experiencias es fundamental para establecer un grupo sólido de jóvenes católicos”, agregó.

La vivencia en la JMJ le resultó impactante al compartir con miles de jóvenes de diversas partes del mundo, lo que lo hizo enriquecer su perspectiva de la fe y la Iglesia católica. El encuentro con el Papa Francisco también fue “gratificante”; “poder escucharlo hablar a los jóvenes, y más cuando se trata de un Papa distinto. La iglesia está atravesando cambios importantes que requieren el mundo de hoy y los jóvenes principalmente”, afirmó destacando la apertura del Papa hacia los cambios necesarios en la Iglesia para conectar con los jóvenes de hoy. 

Su estilo “inclusivo y cercano” se evidenció para Sebastián en “discursos significativos”. “Hablar públicamente y decir que la iglesia está abierta para todos” y que “no discrimina a nadie” representa parra Sebastián un acercamiento hacia los jóvenes y también a “la comunidad LGBTQ”. Además, agregó que el Papa dialogó sobre temas que generan inquietud a los jóvenes, como “los abusos sexuales cometidos por religiosos”.

Para ilustrar este punto se refirió a que el Papa “habló sobre una mujer que tiene un cargo alto en el Vaticano” y consideró que esto “ejemplifica la inclusión que tiene”. Se refiere a Raffaella Petrini, una monja italiana de 54 años que en 2021 fue designada secretaria general de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano por el Papa, lo que la convierte en la mujer de más alto rango en el Estado del Vaticano. 

Sebastián considera que la fe es “personal y única” y  se vive “internamente”, pero subrayó que su “esencia” radica en compartirla. Para él, la fe no puede ser individual, sino que implica “acercarse a los demás” en sus “distintas formas de vivir”. Esta perspectiva lo lleva a compartir su fe tanto con aquellos que la comparten como con aquellos que no han “tenido la oportunidad de experimentarla”, entendiendo que “cada persona tiene su propio ritmo y proceso. Y eso está bien”.

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