Gonzalo Ugolini volvió de Ecuador con siete medallas de oro. Foto cedida por el deportista

Los ríos ecuatorianos son miles y muchos corren veloces y urgentes desde lo alto de la cordillera andina hasta el llano. Estas corrientes han dado recursos para humanos desde el periodo paleolítico y hoy sustentan la diversa y abundante naturaleza del “País de la Orquídea”. Al norte de Ecuador está Ibarra, lugar donde el pasado abril se celebró una nueva edición del campeonato sudamericano de velocidad y maratón en canotaje donde la delegación uruguaya tuvo una gran participación.

Fueron 24 los compatriotas participantes que durante seis días en la laguna de Yahauarocha, un espejo de agua de 257 hectáreas, obtuvieron 57 medallas quedando en el tercer puesto del medallero sudamericano. Dentro de la delegación oriental, Gonzalo Ugolini, destacó al obtener medallas de oro en las siete disciplinas que participó. En contacto con Sala de Redacción y desde Salto, su tierra natal, Ugolini resaltó en primer lugar la performance del grupo en un contexto desfavorable: “Fue una delegación chica en comparación con Brasil o Argentina, ellos tenían el triple de deportistas”.

“Todos los chicos anduvieron muy bien”, resumió Ugolini sobre el seleccionado uruguayo, equipo que viene trabajando a nivel nacional desde hace años. Un proceso que se hace patente en los jóvenes que hoy son realidad de la canoa -Matias Otero o Julián Cabrera entre otros-  pero que desde la niñez están involucrados. El camino recorrido también guarda lugar para las mujeres, un género que ha competido en canotaje casi en iguales condiciones numéricas que los hombres.

La canoa y su contexto

Las aguas mansas son interrumpidas por el remo que surge desde las profundidades llorando una y otra vez. Unos brazos escoceses clavan el remo en un río inglés que, sin pausa, corre insertado en la campiña verde en una mañana de mitad de siglo XVIII. John MacGregor fue uno de los vanguardistas del canotaje en occidente. Este abogado londinense nacido en Escocia, a través de sus diseños de canoas pudo viajar tanto en el interior de Gran Bretaña como por diferentes partes de Europa. Con el paso del tiempo el formato de la canoa adquirió más longitud y velocidad, y para la segunda mitad del siglo XX el canotaje se volvió una disciplina popular por su forma barata de navegación y por la difusión televisiva del deporte.

Esa practicidad se hace más patente frente a deportes hermanos, como el remo, disciplina histórica y gloriosa en el Uruguay. El kayak -embarcaciòn clàsica del canotaje- a diferencia del bote de remo presenta facilidades a la hora de su uso y Ugolini lo ejemplifica: “Vos lo tiras -al kayak- arriba del auto y está pronto. Lo puede transportar cualquiera, pesa entre 10 y 20 kilos y accedes a cualquier lugar para navegar”. Ugolini en sus inicios fue navegante de remo por lo que conoce las diferencias: “El bote de remo es costoso y difícil de transportar. Ademàs lo tenés que conservar en un lugar particular -club de remo- cercano al agua”.

Otra particularidad del canotaje estriba en la exigencia que demanda el deporte. Ugolini, quien ha recorrido el globo gracias al kayak, lo emparenta en su alto nivel de preparación con el ciclismo. “Es un deporte muy duro de entrenar, es muy exigente si queres estar a nivel”. Practicar canotaje implica poner una cuota de amor a la actividad según Ugolini: “La constancia que te pide -el deporte competitivo- determina que lo practicas solo si te gusta hacerlo”.

El camino es la recompensa

Luego de 20 años de estar relacionado al remo, Gonzalo probó el kayak y quedó impresionado: “Fue amor a primera vista”. En un primer momento surgió la recreación en torno al canotaje, luego cuando quiso competir en el rubro descubrió que en Salto era el primer deportista de la canoa. Esa situación era similar en varios puntos del país hasta que la Federación Uruguaya de Canotaje (FUC) afincada en Montevideo comenzó una campaña para fomentar el canotaje en el interior del país.

Esa “colonización”  llevó a la FUC a ponerse en contacto con diversas instituciones a lo largo y ancho del país en una misión que tenía en la entrega de embarcaciones a los distintos clubes, una de las herramientas contundentes de afiliación. Además de proporcionar kayaks se fueron estableciendo a lo largo del país escuelas de canotaje y en palabras de Ugolini, algunas dieron frutos y otras no: “Las escuelas que permanecieron fueron aquellas que contaban con gente idónea en el entrenamiento”.

La actualidad puede decir que los distintos ríos uruguayos cuentan con la presencia de canoas de manera sistemática. El proceso de trabajo por parte de los actores involucrados en la canoa ha sido largo -entre 10 y 15 años- pero la experiencia en Ecuador puede definir a la misma como fructífera. Cabe destacar que como deporte menor,  el canotaje ha recibido poco apoyo económico por lo que suele aflorar la imaginación y las ganas de llegar lejos. “Lo hacemos a la uruguaya, a los ponchazos pero ahora están los resultados”, reflexiona Ugolini.

El tipo del futuro

Muchos futboleros encuentran a Hungría y Uruguay como los protagonistas del “partido del siglo” que se dio en el mundial de Suiza 1954. Por ese entonces los húngaros eran potencia del balompié algo que en la actualidad no se mantiene. Pero sí son destacados deportistas del canotaje, uno de los deportes más importantes del país. La realidad marca que a lo largo de Europa estan los mas destacados en este deporte que en junio tendrá una nueva edición del mundial en Portugal.

“En Europa hay una preparación profesional”, comenta Ugolini, quien encuentra en la densidad de población europea una cantera que permite obtener mejor nivel: “Tienen al canotaje mucho más incorporado, es mucho más corriente. La especialización como concepto reina en la élite competitiva en palabras de Ugolini: “Allá los distintos seleccionados se especializan en una disciplina particular, algunos que se dedican a la velocidad en 200 metros y otros en 2000 metros”.

Esa división de la competencia a largo plazo determina que los deportistas desarrollen biotipos corporales de acuerdo a la disciplina que practiquen. “Al igual que en el atletismo el biotipo de un velocista de 200 metros tiene una conformación diferente al que recorre grandes distancias”, explicó Ugolini, quien indicó que tal precisión aún es ajena a la región “pero se está buscando especializar algunos perfiles de deportistas”.

La mayoría de los competidores del canotaje nacional se están preparando para correr los Juegos Panamericanos en Canadá, donde participaran más de 7.500 deportistas de alta categoría según su página oficial. Ugolini, por su parte, se está entrenando para competir en Portugal en junio.

Sebastián Penni

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