Los distintos servicios abordan temáticas como suicidio, violencia de género, discapacidad, diagnósticos e intervenciones puntuales, abordajes familiares, entre otros. Dentro de estas propuestas se encuentra el Centro de Atención Amigable (CRAm), dirigido a personas auto identificadas como lesbianas, gays, bisexuales, trans y no binarios que residan en Uruguay, independientemente del nivel socioeconómico que tengan o el prestador de salud al que estén afiliados.
Sala de Redacción habló con el docente y magíster Gonzalo Gelpi, encargado de la coordinación técnica del CRAm. Varias son las realidades que surgen en la atención brindada y una de las temáticas que llama la atención es la disminución de la presencia de mujeres lesbianas en el servicio en los últimos años. “Esta realidad refuerza la idea de invisibilidad del lesbianismo y nos conduce a pensar qué representaciones sociales circulan en cuanto a la existencia de un servicio de atención psicológica especializado en personas LGBT+”, acotó.
La prestación más extensa es la psicoterapia y tiene una duración de un año porque es cuando se produce el cambio de practicantes. Si en ese año no se logra cumplir con los objetivos terapéuticos, lo que se hace es un pase amigable con los practicantes del siguiente año por un periodo de tres meses y si en ese tiempo tampoco se logra resolver el motivo principal de consulta, se hace una derivación externa cuidada con profesionales formados en la temática que trabajan en el sector particular (con aranceles sociales para ciertas poblaciones) o en otras instituciones.
CRAm es financiado por el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) desde el año 2014, fecha de su surgimiento. Desde entonces se han atendido más de 270 personas de diferente nivel socioeconomico, barrios de residencia, sexo, género, edad, orientación sexual y nacionalidad. La mayoría de las consultas se reciben por parte de adolescentes y jóvenes y la franja etaria que más se repite va desde los 15 a los 25 años. “En el último tiempo se han recibido muchos migrantes de Argentina, Brasil, Cuba, Venezuela. Cada vez son más los extranjeros que consultan”, reflexionó Gelpi.
Anualmente evalúan la atención y extraen datos sociodemográficos que arrojan una visión de quienes acceden a estos servicios. Estas cifras variaron en comparación a los comienzos del servicio, donde solicitaban consultas mayormente varones gay cisgénero y mujeres trans, pero desde 2019 aumentó el número de varones trans y personas no binarias. De todas formas, el 36,5 por ciento es cisgénero femenina y el 17,6 por ciento cisgénero masculino.
• Cisgénero: persona cuya identidad de género y sexo asignado al nacer son el mismo.
• Transgénero: persona cuya identidad de género y sexo asignado al nacer son diferentes.
• No binario: persona cuya identidad de género se halla fuera del binarismo de género.
• Asexualidad: falta de atracción sexual hacia otros.
• Pansexualidad: atracción sexual, romántica o emocional hacia otras personas independientemente de su sexo o identidad de género.
En cuánto a la orientación sexual de quienes acuden, el 38,8 por ciento es heterosexual, el 27,1 por ciento homosexual y el 15,3 por ciento bisexual -cisgénero, transgénero, asexual y pansexual-. “La invisibilidad del lesbianismo es transversal, atraviesa a toda la sociedad, a nuestra cultura y obviamente se ve reflejado en cuanto al acceso de servicios de salud y de servicios de salud mental en particular”, subrayó Gelpi y agregó que están en la búsqueda de “estrategias comunicacionales que acerquen el servicio a la comunidad de mujeres lesbianas” para eliminar las barreras que obstruyan la llegada masiva “de ese grupo más subrepresentado del servicio”.
Opuesto a la disminución de esta minoría, se encuentra en aumento el grupo de infancias trans o con variantes de género. Estas infancias son acompañadas por sus padres y en el proceso hay entrevistas con ellos antes de ver al niño o niña.
También se ha observado que hay otros grupos que tienen más presencia en los espacios de consulta como son las personas que están cursando la vejez o que tienen alguna situación de discapacidad. En este último grupo predominan los diagnosticados con Trastorno de Espectro Autista, también han llegado al servicio personas con discapacidades visuales y auditivas. “Uno de los objetivos a corto plazo es poder producir un artículo de experiencia clínica que analice la interacción entre diversidad y discapacidad”, agregó Gelpi.
Por último, Gelpi hace una reflexión general sobre los servicios brindados y considera que para llegar a más usuarios es importante la difusión masiva. Sin embargo, advierte con preocupación: “sabemos que ese alcance es relativo porque a veces no se puede dar atención a todos. Sería inabarcable: somos conscientes que los recursos humanos y económicos son limitados y existe una tensión entre ampliar la cobertura y poder mantener lo que es la calidad de atención”.