Ingreso a Solymar. Foto: Leandro Fernández

Ingreso a Solymar. Foto: Leandro Fernández

El historiador José María Perelló, a 70 años de la creación de Solymar, reconstruye la historia de un balneario de médanos que se movían con el viento, delimitado por piedras que casi 300 años después todavía subsisten, y grandes terratenientes que hoy no ocupan otro lugar que el de los nombres de las calles.
18 banners tiene José María Perelló con información sobre los primeros años de vida de Solymar. Mientras comenta la historia que cada uno de ellos cuenta, los cuelga en el patio de la escuela 141. Tienen que quedar perfectamente ordenados, es una ocasión especial, la escuela cumple 60 años. Para celebrar esta ocasión, la institución organizó diferentes actividades: el toque de la banda policial, la plantación de un árbol y una charla sobre la historia de la escuela a cargo de un historiador, el ya nombrado Perelló.

Pero no es la escuela la única que celebra su cumpleaños, también es el aniversario número 70 de la creación de Solymar. Para Perelló es muy importante que el origen de Solymar no sea olvidado. Aunque la historia no se detenga, él sigue trabajando para conservar sus inicios.

Escuela Nº 141 y 232. Foto: Leandro Fernández

Escuela Nº 141 y 232. Foto: Leandro Fernández

Y ahí es por donde comienza, por el inicio. Casi 300 años atrás, los primeros pobladores de Montevideo, originarios de Buenos Aires y de Islas Canarias -pero sobre todo a los de Islas Canarias-, les dieron terrenos afuera de la ciudadela. Aquí tienen su origen las expresiones “sos de afuera” o “sos canario”. Entre estas personas se encontraba el abuelo de Artigas, que tenía una casa en lo que hoy es la zona del Pinar.

Con la llegada de los primeros habitantes, se empezaron a repartir y delimitar las tierras. Para esto se utilizaban piedras, que se ponían en los límites de cada territorio. Hoy en día aún se conservan evidencias de esto. Sobre la calle Marques Castro (Perelló dice que se escribe con “s” y no con “z”)*, casi a la altura de la ruta Interbalnearia, aún se encuentra una de estas piedras, 290 años después de ser colocada.

Perelló se acerca más en el tiempo, al año 1948. Eduardo Marques Castro compraba 180 hectáreas de terreno a los herederos de la familia García Lagos, la base de Solymar. En ese momento el balneario estaba conformado por médanos de arena que eran movidos para todos lados por el viento. Para fijar la arena, se creó un plan de forestación que iba a ser llevado a cabo en un principio por Solymar SA, empresa fundada por Marques Castro, a la que el balneario debe su nombre. Se plantaron árboles de origen europeo como pinos, eucaliptos, acacias, que cumplieron el objetivo de fijar la arena, pero con la consecuencia de que los árboles se secaron y murieron.

Piedra de 290 años que servía como límite entre los territorios. Foto: Leandro Fernández

Piedra de 290 años que servía como límite entre los territorios. Foto: Leandro Fernández

La solución apareció con la llegada del ingeniero agrónomo Daniel Capdevilla y su amigo Emilio Colombino, que se mudaron a la zona por los precios muy baratos de los terrenos. Debido a su profesión, Capdevilla ponía productos a sus árboles y a los de Colombino, para que no se secaran. Entonces Solymar SA les pidió que se hicieran cargo de la forestación y crearon MAR SA para llevar a cabo esa tarea.

En ese momento solo se podía llegar a Solymar por la ruta Interbalnearia, no existía ni Avenida Giannattasio ni la Rambla Costanera. Así que lo primero que se construyó fueron las llamadas “avenidas a la playa” que iban desde lo que hoy es la Interbalnearia hasta la costa. Una de las primeras en ser construida fue Marques Castro, que lleva su nombre en honor al creador de Solymar SA. Esto contradice la creencia popular de la gente, que piensa que se empezó a construir por el sur, cuando en realidad desde el lado norte era el único lugar por donde se podía acceder.

Cuando se empezaron a construir más calles, se creó la empresa “Urbanizadora Uruguaya” que se encargó del desarrollo de la zona. Los balnearios aparecían en los viejos mapas con nombres como “Solymar en Carrasco” o “Lagomar en Carrasco”, debido a que Carrasco fue el primer balneario fuera de la ciudad y era un lugar de mucha “categoría”, y se esperaba que ocurriera lo mismo con estos nuevos balnearios.

Calle Marques Castro, según el historiador hay un error en la forma en que el apellido está escrito en este cartel*. Foto: Leandro Fernández

Calle Marques Castro, según el historiador hay un error en la forma en que el apellido está escrito en este cartel*. Foto: Leandro Fernández

Ya en la década del 50 empezaron a aparecer algunos de los lugares característicos del balneario. En 1951 se creó el Parador Solymar, muy famoso en su época por ser muy lujoso. También se construyó en 1952 la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ), donde los vecinos iban a nadar y a hacer deporte. Según el historiador, cuando todavía no había llegado la electricidad al barrio, los vecinos ya se reunían a ver películas. Esto se hacía a través de un generador que se ponía en la casa de Daniel Capdevilla y que cruzaba dos cuadras hasta la ACJ, donde se proyectaban los filmes. Para que el generador funcionara, alguien debía quedarse dándole manija durante toda la película.

Asociación Cristiana de Jóvenes, hoy en día es el Parque Policial. Foto: Leandro Fernández

Asociación Cristiana de Jóvenes, hoy en día es el Parque Policial. Foto: Leandro Fernández

En 1957 llegó la electricidad al balneario y se hizo un “cinemascope”, donde los vecinos se juntaban a ver películas que traían de Montevideo. Era al lado de lo que hoy es el supermercado Disco, que en ese momento se llamaba “supermercado de Solymar”, uno de los primeros de la zona.

Por esos años también se construyó el club Hípico, creado por un grupo que se separa del Carrasco Polo. El hijo de Emilio Colombino saltaba a caballo y competía en el Hípico, y en el año 1960 fue a Roma junto a otros jinetes a representar a Uruguay en los Juegos Olímpicos.

Aquí finaliza la historia del comienzo de Solymar, pero Perelló no tiene problema en seguir sin más banners y explica el principal aumento demográfico del balneario. Fue a partir del ’85 que personas de la capital se empezaron a mudar a la zona, debido a que los precios se mantenían baratos en relación a la calidad de vida que ofrecía el lugar: casas con terrenos y árboles, cerca de la playa, una vida totalmente distinta a la de la capital. Al llegar cada vez más personas, empezaron a abrir un montón de comercios. Perelló recuerda que en la década de los noventa se inauguraba un comercio por día. Con la crisis de 2002 hubo un corte en el aumento demográfico, pero hoy sigue en crecimiento.

Leandro Fernández

*Leyendo un documento viejo, Perelló encontró el apellido escrito con “s”. Inmediatamente pensó que era un error, pero investigó más a fondo y averiguó que el apellido era de origen portugués.

FacebookTwitter