Ya hace dos meses que el Servicio de Convivencia Departamental de la IM publicó una serie de condiciones especiales para aquellos locales comerciales que están habilitados para abrir nuevamente al público. Las mismas aplican para alojamientos, bares, restaurantes, casas de comida, cafés, centros comerciales, “mercados y destinos similares que reciban público”.

La suma para multas de aquellos lugares que no cumplan sería de 2 a 350 UR e inclusive podrán ser clausurados de forma preventiva si es pertinente, según lo detalla la IM en su sitio web. Las medidas incluyen el mantenimiento en perfectas condiciones de los servicios higiénicos contando con agua corriente, toallas de papel, jabón líquido y alcohol difusor o alcohol en gel.

Con respecto a las características del mobiliario, la colocación de sillas y mesas interior y exteriormente deben ser para un máximo de hasta cuatro personas, la distancia entre las sillas no debe superar el metro y entre las mesas no debe haber menos de dos metros. El acoplamiento de mesas no está permitido, tampoco el uso de servilletas de tela ni la pista de baile. Por último, no está autorizado el uso de barras, mostradores y similares para la permanencia de público.

En cuanto a la capacidad, no pueden haber más de 100 personas en simultáneo en una misma planta, siempre que este número sea posible dada la cantidad de mesas y sillas colocadas.
El último elemento regulatorio es el horario u horarios de funcionamiento. Hasta las 3 de la mañana es el horario permitido para bares, restaurantes, casas de comida, cafés y similares. Lo mismo para locales habilitados para espectáculos públicos que solamente pueden funcionar en la modalidad de giro bar, café, restaurant o casas de comida.

Un empate

“La Cretina” se autodefine  como “casa de arte” que recibe comensales y en épocas anteriores tenía música en vivo. Federico Guerra, uno de sus directores, respondió algunas preguntas relacionadas a la experiencia de querer funcionar en este periodo tan particular.

-¿Cómo es abrir en estos días?

-Es difícil, en un lugar como el nuestro que depende mucho de su agenda vinculada a los espectáculos o exposiciones que estimulan el flujo de gente. Los martes eran muy movidos, hoy ya no lo son. Y abrir hoy en día es como hacerlo con una mano atada.
La gente que concurre aumenta hacia el fin de semana. Viernes y sábados estamos con capacidad agotada -unas 100 personas-, siempre controlando ese número. Entre semana hay reservas de cumpleaños a veces, pero es un mucho más volátil, sobre todo los martes y los domingos, días que antes eran más concurridos por la oferta cultural que podíamos ofrecer.

-¿Se puede cumplir con todo lo establecido por la IM?

-Si, se puede. Nosotros contamos con la suerte de tener un espacio amplio (430 metros cuadrados), pero existen colegas de otros pubs y boliches amigos que no cuentan con tanto espacio y ven reducido su público, lo que luego se traduce en ingresos bajos. En algunos casos, cumplir con lo establecido significa no llegar a fin de mes. En otros cumplís y empatás; ahora estamos empatando.

-¿La gente se muestra dispuesta a colaborar?

-La gente está totalmente dispuesta a colaborar. El público que decide salir es un tipo que no tiene tanto miedo, entonces cumple con las normas. La gente se reencuentra y ya empieza a comportarse como era antes, si fuera por ellos ya estarían como antes. La conducta de cada uno ya escapa a nosotros, pero se va inclinando a querer ingresar aún con el local lleno.

-¿Hay inspecciones con frecuencia? ¿Cada cuánto?

-Las inspecciones son frecuentes, a nosotros no nos han hecho, pero tenemos un grupo de comunicación con los lugares de la zona que afirman que sí, se están haciendo inspecciones todos los fines de semana. Los controles se han hecho con bastante apertura, con llamados de atención a modificar, pero comprensivos con la situación.

La Cretina incluye en su local una sala teatral que otros lugares no tienen, describe Guerra. Y agrega que esta situación los “golpea del lado del teatro independiente”: “junto con FUTI (Federación Uruguaya de Teatros Independientes) y SUA (Sociedad Uruguaya de Actores) nos estamos sumando a la iniciativa de ir destrabando con protocolos la actividad teatral y artística. Para funcionar como lo que realmente somos, con el espíritu de la gente trayendo sus propuestas artísticas que hicieron a La Cretina lo que es hoy”, resume.

Bruno Barreto es uno de los propietarios de “Doña Marta”, un local que habitualmente funciona como bailable con música y barras durante la noche. Ante la idea de volver a funcionar, Sala de Redacción conversó con Barreto acerca de cómo se enfrentan a estas nuevas disposiciones y cómo se encuentran en el contexto actual.  Es posible cumplir con lo establecido con la IM, mientras se puedan cubrir los gastos y se tenga el espacio para estar en regla, resume el dueño. Lo que destaca es que esta situación representa una “prueba nueva”, pero evidentemente no esperan tener los mismos ingresos ni una igual cantidad de personas trabajando como antes de la COVID-19.

Desde el 14 de Marzo se encuentran sin trabajar, lo que se traduce en dos meses sin generar ningún tipo de ingresos. En aspectos económicos, para estos locales estar cerrados equivale a no cobrar y a su vez tener que “inyectar dinero para no cerrar definitivo”.

Consultado sobre los demás locales que integran el mismo rubro de actividad nocturna, Barreto opina que están trabajando sin costo de entradas y solo con los ingresos por el consumo de bebidas y comidas, el cual varía de por sí según el día. Acerca de si estaban todos de acuerdo con reabrir, el dueño de Doña Marta agregó: “todos queremos trabajar y reabrir, algunos por costos no pueden, para otros no es rentable. Nosotros vamos a probar y si no nos da, volveremos a cerrar; esto es una prueba. Algunos seguramente no abrirán más…”.

FacebookTwitter