Nair Ackermann. Foto: auf.org.uy

Francia acaparó las miradas, el pasado 4 de agosto, por ser el escenario de un hecho inédito en la historia del fútbol mundial: Corinne Diacre se convirtió en la primera mujer en dirigir un equipo profesional masculino, al debutar en la Segunda División francesa (Ligue 2) como directora técnica del Clermont. El resultado, con derrota de su equipo por 2-1 ante Stade Brestois, pasó a un segundo plano ya que todo el estadio se puso de pie para ovacionarla en el día de su debut, que también era el de su cumpleaños.
Esto significa un paso fundamental para la inserción de la mujer en la élite del fútbol mundial, y no fue casualidad que este acontecimiento, elogiable desde todo punto de vista, se haya dado en Francia. Los franceses son referentes en el fútbol femenino, y además de un ambiente ideal en términos futbolísticos cuentan con una sociedad que permite amoldarse a estas situaciones, reduciendo a una mínima expresión el machismo, que es uno de los principales escollos que tiene esta disciplina a la hora de crecer.
En nuestro país la realidad es totalmente distinta. El fútbol femenino se encuentra muy relegado con respecto al masculino. Son dos mundos totalmente opuestos. Además del machismo, en Uruguay el fútbol femenino debe lidiar con la falta de repercusión, interés y apoyo de distintos sectores.
Para tener una visión más especializada sobre el tema, Sala de Redacción dialogó a Nair Ackermann, presidenta del Consejo de Fútbol Femenino de la AUF, y representante uruguaya en FIFA.
Ackermann afirmó que el fútbol femenino en nuestro país “es un proceso de largo plazo con un desarrollo periódico y pausado, pero continuo. Es un deporte muy resistido por la sociedad pero que de a poco está dando sus pasos más concretos”, agregó.
Una duda recurrente que surge en relación a los deportes menores es qué tanto apoya el Estado el crecimiento de los mismos. Ackermann formó parte del Ministerio de Turismo y Deportes, y para ella “el apoyo está”. “Hoy por hoy se está haciendo una inversión específica y muy clara en el Complejo Celeste en cuanto a las categorías juveniles, buscando crear otras instalaciones. En otro momento hubiese sido impensado”, explicó.
Uno de los temas que, según aseguró la presidenta del Consejo de Fútbol Femenino, está estancado es la relación con los sponsors. Ackermann indica que esta relación “es muy carenciada: Creemos necesario tener mayor apoyo ya que todavía no se ha visto al fútbol femenino desde un punto de vista de marketing”, explicó. Contó que uno de los objetivos a futuro es la creación de un departamento de marketing dentro de la AUF, que ayude a impulsar el fútbol femenino en Uruguay.
Ackermann calificó la designación de Diacre como “una señal muy fuerte ya que rompe esquemas y miradas”. Consultada sobre cuál es el camino que se tiene que recorrer para poder ejercer como directora técnica en Uruguay, Ackermann explicó que, al igual que pasa con los hombres, “se da el curso técnico – deportivo en el Instituto de Educación Física Superior, en la ACJ, o también por cursos ONFI rganización Nacional de Fútbol Infantil]”. El objetivo fundamental es que “puedan estar preparadas para estar frente a jóvenes y adultos de la sociedad actual”, agregó.
Un dato que revela el lento proceso que sufre el fútbol femenino en nuestro país, es la cantidad de entrenadoras que se reciben por año: tan solo 25. “Entendemos que el número de profesionales recibidas no es suficiente”, señaló Ackermann.
La falta de una infraestructura adecuada para desarrollar el fútbol femenino en nuestro país ha impedido que Uruguay clasifique a un Mundial de mayores, siendo este uno de los principales objetivos a futuro. Hasta ahora el Mundial sub 17 de 2012 en Azerbaiyán fue la única participación mundialista celeste, con tres derrotas en tres partidos, pero con una experiencia para el equipo mucho mayor que cualquier resultado deportivo.
Agustín Prieto

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