El colectivo Artistxs Visuales del Sur (Avis), que se define como una agrupación de artistas comprometidas con el feminismo y que fomenta el intercambio de ideas para mejorar las condiciones y perspectivas de sus prácticas, elaboró dos documentos como guías en el trabajo del campo del arte. La presentación se llevó a cabo el 28 de octubre en la Pensión Cultural Milán, ubicada en Juan Carlos Gómez 1531. Sala de Redacción (SdR) se comunicó con cinco de las cincuenta y siete artistas que conforman el colectivo. 

“Decidimos unirnos y desarrollar un decálogo de buenas prácticas y un tarifario que sirva como punto de partida y referencia para reconocer nuestra labor como trabajadores”, cuenta la artista visual María Mascaró. Relata que quienes integran Avis comparten ideas como la profesionalización en el ámbito del arte y destaca que la exigencia de profesionalización en diversos aspectos conlleva a que quienes hacen arte se tengan que hacer cargo del montaje, la comunicación y la difusión, algo que contrasta con la escasa compensación económica. “Hace más de dos años -casi tres- trabajamos en estas problemáticas. Y la idea no era quedarse y seguir esperando a que las cosas sucedieran solas”, afirma Mascaró, tras expresar las dificultades para reunir a artistas del sector.

Ernestina Pereyra, artista visual y licenciada en Comunicación Social, resalta que la idea del decálogo es implementar “un criterio de buenas prácticas profesionales en artes visuales”, con el fin de que todos los artistas y los agentes del campo trabajen de forma conjunta.

En otra ocasión existió la intención de realizar un decálogo que no funcionó, Mascaró expresa que algunas de sus compañeras de Avis que participaron de esa instancia aportaron “su experiencia de qué cosas no funcionan, y qué cosas sí”. Manifiesta que también se trabajó con el colectivo argentino llamado Trabajadores del Arte (TDA), y que en el proceso de creación detectaron que tenían disparidad “al final terminamos haciendo cada uno por su cuenta porque había cosas que nosotras no estábamos de acuerdo y ellos tampoco”.

El valor del arte

Mascaró explicó que el tarifario parte de una remuneración de base y que cada artista “de acuerdo con su trayectoria y experiencia va a ajustar su aporte”. Pereyra aclara que tenían “una especie de referencia más o menos de lo que es razonable”, para utilizarlo de base y Agustina Rodríguez Tabacco, artista visual, curadora e investigadora, agrega que el tarifario es “creado como primera etapa para la discusión pública con el fin de seguir modificándolo”.

Las artistas esperan que el tarifario no sólo opere en su colectivo, sino que también lo apliquen otros artistas. Rodríguez Tabacco agrega que se espera que “pueda evolucionar, que de repente mañana venga otro grupo y diga: ‘Vamos a actualizarlo, vamos a modificarlo de tal manera’”.

Tanto Decálogo de buenas prácticas profesionales en el arte como el Tarifario de Artes Visuales Uruguay conllevó su temporada de creación, ya que “se fue armando en comisiones y cada comisión fue armando el esqueleto, luego fue sometido a todo el grupo”, lo que implicó discusiones y acoplarlo para que la colectividad Avis se sintiera identificada con él, expuso Mascaró. Se debe destacar que las integrantes de Avis no percibieron una contribución económica por la elaboración de estos documentos.

Las cinco artistas ponderan que si anhelan ser acreditados como trabajadoras, se les debe de remunerar, “no siempre se puede hacer por el amor al arte”. Resaltan, además, que es propicio concientizar no solo en el área del arte visual, sino en toda la sociedad.

Las malas prácticas del arte

Rodríguez Tabacco dio a conocer un ejemplo de lo que sería una mala práctica profesional en el arte: en diversos espacios ocurría que remuneraban a las personas que realizaban la gestión del espacio, los encargados de la iluminación, los auxiliares de limpieza, y a quienes reciben a los visitantes, pero nunca concedían una remuneración económica al artista. En los últimos años, se ha empezado a discutir sobre el tema y ha cambiado esta dinámica.

Pereyra expone que cuando se efectúa una muestra de arte “no se firma un contrato donde se proteja la obra del artista”, que se puede romper o ser vandalizada. “En una exposición el artista queda a la buena voluntad de quienes solicitaron prestada la obra”, sucede que en muchos casos, los responsables no asumen su responsabilidad de los daños producidos. Rodríguez Tabacco señala que “en algunos lugares se hacen cargo de los costos de los materiales, pero no del tiempo de trabajo invertido”; esta realidad desencadena una discusión del costo de la obra en el mercado.

Esto no es un gremio

Existieron dos vivencias que se conectaban a nivel sindical, una es la Asociación de Pintores y Escultores del Uruguay (APEU), que “abarcaba todas las prácticas”, comenta Ángela López, artista visual, curadora independiente. Otra experiencia fue el Sindicato Uruguayo de Artistas Visuales y Afines (SUAVA). “La idea nuestra no es precursora”, asegura López, que agrega que AVIS no se establece como un gremio, “sino como una colectiva que intenta agrupar propuestas”. También recuerda que durante la pandemia se dieron cuenta de que quedaron “por fuera de todos los apoyos”, y ejemplifica con que en ese momento el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay “le dio apoyo a músicos, a actores, y los artistas visuales solo los que estaban en Museo y Teatro de la Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU)”.

Fernanda Silva, diseñadora gráfica, poeta, fotógrafa e iluminadora, argumenta que en una entrevista para dialogar sobre el decálogo y tarifario que mantuvo con Verónica Mato, actriz, dramaturga, directora teatral y diputada del Frente Amplio, le dijo que los actores y músicos están amparados “porque tienen un gremio y desde el gremio pudieron impulsar; si no hay un gremio que reclame no va a haber una legislación para ese grupo de trabajadores y trabajadoras”. Recuerda que “hubo unos intentos de gremio, pero no hay un gremio de artistas visuales”. AVIS intenta cumplir ese rol sin ser un gremio.

El colectivo está trabajando para generar propuestas para ese vacío legal. Silva puntualiza que los aportes de Avis fueron un insumo para la discusión de la reforma jubilatoria en el Parlamento. Su acción se orientó a buscar que se ampare a trabajadores del arte visual como al resto de trabajadores, y para eso tomaron el decálogo y el tarifario creado por Avis para mostrar “cómo funciona el campo de las artes visuales”.

La identidad de Avis

Pereyra expresa que Avis se creó con el fin de abordar “las problemáticas que a nosotras nos atañen como mujeres y como disidencias de género, un grupo de problemáticas que me parece que en muchos casos a los varones heteros, cis, les pasa diferente o no les pasa”. Destaca que sería agradable integrar “todos juntos, estamos todos incluidos contemplando y trabajando para las buenas prácticas, esta es nuestra colaboración”.

“Si [un varón] se quisiera unir a Avis, le preguntaría: ¿por qué?, ¿qué lo mueve a querer unirse a esta colectiva que tiene una perspectiva de género, que está formada por mujeres y disidencias?”, comenta Rodríguez. “Creo que sería deseable formar otros espacios de discusión, creo que los varones tienen un montón de cuestiones que son propias de su género para discutir, por ejemplo, qué son las masculinidades en las artes visuales”, reflexiona.

Pereyra cita un párrafo del decálogo: “es urgente y vital para la cultura de todo el país la integración a la historia del arte de los aportes que han hecho las diversas comunidades no consideradas en los relatos hegemónicos y tradicionales”. Al leerlo, busca señalizar que el “relato hegemónico y tradicional no nos incluye [como mujeres], por eso nuestro punto de vista es otro”. Exterioriza que integró e integra otros colectivos con artistas varones en los que se abordan otros temas, como prácticas artísticas que tratan “un mismo lenguaje” vinculado a la “producción artística, espacios o talleres”.

Más allá de Avis
SdR se puso en contacto con Alejandro Cruz, artista visual, curador, diseñador visual y docente, y con Daniel Benoit, crítico de arte, curador y coleccionista. Ellos no pertenecen a Avis, pero están al tanto de la existencia del Decálogo de buenas prácticas profesionales en el arte y del Tarifario de Artes Visuales Uruguay. Ambos consideran que establecer un tarifario y un decálogo en el ámbito del arte visual es muy necesario, Benoit agrega que lo es “para todos los agentes del arte”.

Cruz resalta que el decálogo podría beneficiar a los artistas visuales para que se valore su trabajo y supone que agrega un valor de “reconocimiento”. Sobre qué mejoras o cambios sugerirían, Cruz dice que “debería pensarlo más”. Benoit aclara que si bien no lo ha leído con la suficiente atención como para sugerir cambios o mejoras, cree que “es fundamental recuperar también la figura de la Asociación Críticos del Uruguay (ACU), que está regida por Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)”. ACU fue dada de baja en la AICA hace unos años, ya que “los anteriores integrantes se desvincularon”.

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