La Ley 18.987 de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que en 2012 posibilitó la despenalización del aborto hasta las 12 semanas de gestación, cumplió diez años de su promulgación. La Ley IVE surgió luego de tres décadas de debates legislativos, en el marco de una lucha feminista que caminó por las calles a lo largo y ancho del país, con un grito que aún hoy recorre América Latina y vuelve a cobrar fuerza más al norte: “Aborto legal, seguro y gratuito”. Frente al contexto internacional, que apunta a un retroceso y vulneración de la autonomía y la libertad reproductiva de las mujeres, Sala de Redacción conversó con dos referentes de la Red de Acompañamiento Feminista en Aborto Las Lilas. 

La organización es una iniciativa que terminó de consolidarse a fines de 2020, en el contexto de crisis sanitaria global. No obstante, la red trabajó para poder constituirse como tal desde 2019. “La red se consolidó en un momento en el que había una sensación de que con la ley ya bastaba”, expresó a Sala de Redacción Tamara Savio, estudiante de Ciencias Sociales e integrante de Las Lilas. Para formarse como red a nivel nacional realizaron una capacitación con el grupo feminista Socorristas argentinas, que realiza un trabajo de acompañamiento en aborto similar al que lleva a cabo el colectivo de uruguayas. 

“Nosotras brindamos acompañamiento y asesoramiento en lo que refiere a aborto, en la difusión de los servicios, pero también en la difusión de la ley, además de canalizar las denuncias cuando las cosas no se cumplen de la manera en la que deben cumplirse”, indicó Yanina Roldán, trabajadora social que integra la red desde su fundación.

Barreras 

Sobre la Ley IVE en Uruguay, Roldán señaló que se quedó corta para lo que es el contexto latinoamericano. “En Colombia se despenalizó el aborto, se lo sacó del Código Penal y el plazo de la sola voluntad de la mujer va hasta las 24 semanas. En Argentina las compañeras lograron que sea hasta las 14 semanas y nosotras seguimos con la ley de 12 semanas, que, además, tutela en todos los sentidos”, explicó. 

Para la red, la normativa en sí misma presenta una serie de dificultades que se vuelven cada vez más insostenibles. La exclusión de las mujeres migrantes que no cuentan con un año de residencia en Uruguay es una de ellas. “Se da la exclusión en un momento de aumento de la crisis migratoria, es directamente una violación a los derechos humanos”, plantearon. 

Savio indicó que las mujeres migrantes llegan a ellas luego de ser mal atendidas en el servicio de salud y señaló que muchas veces “no les hacen ni la ecografía a la que deberían acceder”. Además, recordó una instancia de acompañamiento a una mujer extranjera que llevaba 11 meses en Uruguay, pero que quedó por fuera del servicio porque le faltaba un mes más de residencia. 

Desde Las Lilas consideran que el principal conflicto al que se enfrentan constantemente es el de ser consideradas por el propio Ministerio de Salud Pública como un servicio tercerizado. “En ocasiones vienen con una ecografía en la que atrás les escriben nuestra dirección, cuando la obligación es de ellos”. 

La red denuncia que a diez años de IVE legal aún no se cuenta con campañas o servicios que estén visibles, “porque en realidad los servicios están en los centros de salud pero en lugares ocultos o estigmatizados”, sostuvo Roldán. Destacó también que aún quedan muchas conquistas por delante: “No es que porque tenemos la ley está todo bien, porque sabemos que no es así”, agregó. 

El trabajo de acompañamiento que lleva a cabo la red es definido como una “tarea solidaria”. Según las integrantes de la red, se trata de una “acción feminista y no de una tercerización del servicio de salud”. Las Lilas se encuentra presente en diez departamentos y, pese a no estar en los restantes nueve, la respuesta se da a nivel nacional. “No es que porque no estemos en Lavalleja el caso no se atiende, lo que sucede es que no tiene un asesoramiento presencial en su departamento, pero sí a nivel telefónico”, remarcó Savio. 

Por otro lado, Roldán indicó que la primera duda que les llega es: “Estoy embarazada, quiero abortar”, y a partir de allí se da todo un proceso de preguntas: ¿sabés de cuántas semanas estás? ¿En qué servicio de salud te atendés?, además de averiguar si está dentro de los plazos para poder acompañar la interrupción por parte del servicio de salud. Desde la red se les indica cuáles son los pasos de la ley, la necesidad de tener una ecografía que corroborre el embarazo -no necesariamente en fotos, pero sí el informe ecográfico- para que de esa forma la mujer pueda tener un respaldo al momento de solicitar el servicio. Se las asesora sobre lo que es correcto que suceda y se les advierte sobre lo que no debe ocurrir, por ejemplo, en las consultas con los equipos interdisciplinarios. 

Otras miradas

En los últimos meses, la agenda nacional estuvo marcada por la anulación del fallo histórico que garantizaba el aborto en Estados Unidos, que tuvo como consecuencia legislaciones prohibitivas o restrictivas en buena parte de los estados de ese país. También por el hecho ocurrido en abril de este año en Polonia, donde una persona podría ser condenada a tres años de prisión por realizar tareas de acompañamiento a una mujer que sufría violencia de género y pretendía abortar. Al respecto, Savio indicó que desde la red entienden que los hechos internacionales no les son lejanos ni ajenos. 

“Al ocurrir en otro continente, todas esas cosas parecen lejanas, pero nosotras reivindicamos las alianzas regionalistas y el internacionalismo del feminismo”, sostuvo. Además, agregó que se trata de grupos antiderechos que cuentan con mayores recursos para organizarse y generar una agenda contra el aborto, por lo cual “nos ponemos bastante en alerta, porque es un retroceso importantísimo en la historia y ahí tenemos que ver cómo ponerle el cuerpo para que no suceda acá también”, indicó. 

Como colectivo feminista, la red se plantea construir las narrativas sobre el acceso al aborto desde otras miradas. Frente a discursos de estigmatización en los que se pone el énfasis en la culpa que la mujer debe sentir al realizarse un aborto, desde otra visión, la red propone que las mujeres tienen permitido sacarse todas esas culpas y sentir alivio. “Sentir alivio no está mal”, manifestó Roldán. 

La red señaló, además, que existe una política impuesta desde el sistema de “la maternidad como un destino”, que atrae toda una serie de complejidades en los procesos de aborto. “Hemos recepcionado casos en los que la mujer pasó por todos los pasos en su servicio de salud, va con el ticket a la farmacia a retirar la medicación y allí se le cuestiona si está segura”. 

Además, indicaron que existe una mochila de estigmatización a nivel social con la que ellas tratan de romper. “Cortar con todo el discurso de que es un trauma que no vas a poder superar y poder hablar de alivio y felicidad”, expresó Savio.

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