Tras la decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos que derogó el histórico fallo de Roe contra Wade, colectivos y activistas feministas latinoamericanas levantaron su voz para expresar preocupación por la pérdida de derechos de las mujeres. Esta sentencia, dictada en 1973, garantizaba y reconocía como derecho constitucional la decisión de realizar una interrupción voluntaria del embarazo. Si bien a priori no se considera que en la región pueda darse un efecto en materia legislativa, la preocupación surge por el aliento que puedan sentir los sectores políticos conservadores y grupos sociales “anti aborto”. 

Como la decisión de la Suprema Corte ya se había filtrado, la reacción social fue inmediata. El mismo día de la sentencia miles de mujeres se plantaron con pañuelos verdes en las inmediaciones del congreso. Lilián Abracinskas, directora de Mujer y Salud en Uruguay (MYSU), dijo a Sala de Redacción que la resolución “genera una profunda tristeza, porque demuestra la desvalorización a la vida de las mujeres, en especial las que tienen menos recursos económicos”. “Tendrá un gran impacto en lo interno, se van a encontrar realmente en riesgo”, dijo, y agregó que se trata de “una decisión histórica y lamentable que forma parte de una agenda odiante y misógina, donde la reproducción es un mandato y un modelo por el que se establece que el único rol de la mujer en la sociedad es tener hijos”. 

La directora del MYSU también analizó un posible impacto en Latinoamérica. Al respecto, valoró que los países que deben tener cuidado son aquellos “federados con líderes conservadores”. Asimismo, planteó que los Estados que han avanzado en materia de derechos deben mantenerse alertas porque “es muy probable que se activen acciones de retroceso para debilitar lo logrado”. Uruguay no se mantiene ajeno a sus preocupaciones, ya que piensa que el gobierno actual implementó un discurso “desalentador de la práctica del aborto, con el objetivo de aumentar el estigma y discriminación”. También sostuvo que, a pesar de que en Uruguay “no están las condiciones para avanzar ni para retroceder en términos normativos”, se notará un avance de los grupos de extrema derecha y anti abortistas. 

Abracinskas, quien el día del anuncio se encontraba en Lima en el marco de reuniones con organizaciones latinoamericanas contra el aborto inseguro, explicó que es clave entender que las cuestiones de legalización o penalización del aborto en el país del norte pasan a ser una lucha de estados contra estados. “El problema es que hay muchos que han dado señales con la intención de retroceder”, aclaró. Además, señaló que una de las estrategias más comunes para legislar contra el aborto sin prohibirlo era reducir las semanas de gestación en las que la interrupción sería legal. “Texas planteó que el aborto fuera posible solo hasta la sexta semana, cosa que es imposible, ya que dentro de ese tiempo ni siquiera corroboraste que estás embarazada; en Mississippi intentaron bajarlo a las diez semanas. Es una manera indirecta de prohibir el aborto”, explicó. 

Argumentos

Según el argumento de la Corte, redactado por el juez Samuel Alito, la constitución nunca plantea el derecho al aborto, ni el derecho al mismo a través de otro derecho como el de la privacidad, punto clave de la sentencia del caso Roe versus Wade. Aito expresó que la Corte requiere que dichos derechos estén “profundamente arraigados en la historia de nuestra nación, pero no fue hasta en la segunda mitad del siglo XX cuando comenzó a surgir apoyo hacia el derecho al aborto”. En otra sección del documento, el juez planetó que son los Estados quienes deben tener el poder de regular el aborto para poder eliminar prácticas “terribles y barbáricas que denigran la profesión médica”. 

En diálogo con Sala de Redacción, Stephanie Demirdjian, editora de Feminismos en La Diaria y ex periodista de la sección Internacional del mismo medio, dijo que implica un retroceso sin precedentes en el continente. “Estados Unidos fue un país pionero en la defensa constitucional al aborto y ahora toman esta dirección, en un contexto en el que el continente ha logrado grandes avances en materia de despenalización, sin dudas marca un retroceso gigante”, expresó.

Esta decisión surge como una victoria para el Partido Republicano, que, durante años ha trabajado para lograr la mayoría absoluta en la Suprema Corte. En 2016, durante su campaña electoral por ese partido, Donald Trump dijo explícitamente ser “pro-vida” y que trabajaría para “posicionar jueces que anulen Roe versus Wade en la Suprema Corte”, hecho que logró durante su administración. El retiro del juez Anthony Kennedy y el fallecimiento de la jueza Ruth Bader Ginsburg fueron los golpes definitivos a la mayoría con la que contaban los defensores del aborto en el máximo organismo judicial. Demirdjian explicó que, a pesar de la indignación popular, no es una decisión sorpresiva, ya que “fue la ratificación suprema de una corriente que empezó a surgir en los últimos años”. Además, agregó que, “durante la administración de Trump, muchos Estados habían planteado propuestas legislativas para poner restricciones en el acceso al aborto que se activan de inmediato con la anulación de Roe versus Wade”.

Impactos al sur

Consultada sobre el posible impacto de esta votación en otros países de Latinoamérica, Demirdjian respondió: “No creo tenga influencia como para legislaciones que permitan el aborto, pero sí puede generar un efecto ‘contagio’ en los sectores de derecha y extrema derecha que intentan revertir estas conquistas”. 

En la misma línea, la directora del Centro de Derechos Reprodutivos en Ámerica Latina, Catalina Martínez, dijo a Efeminista que ve “muy poco probable que podamos tener un retroceso legal en el futuro cercano”. También aclaró la necesidad de fortalecer el discurso social alrededor del aborto y se preguntó qué va a pasar de aquí a 30 años si no construimos el discurso de la despenalización social, si no logramos un cambio cultural, que fue lo que pasó en Estados Unidos; ahí sí vería un problema”. Por el contrario, Mariana Ardila, representante de Women´s Link Worldwide, considera que son las estrategias latinoamericanas las que deben ser tenidas en cuenta por el movimiento feminista estadounidense: “Es momento de que el norte vea hacia el sur”, dijo al mismo medio. “Estamos en solidaridad con todas esas activistas que viven en contextos tan restrictivos y estamos muy pendientes de ayudarles a resistir ante cualquier intento de retroceso que esté basado en esta decisión”, sentenció.

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