Ignacio Ramonet, Gloria Muñoz, Daniel Erosa, Samuel Blixen, cuatro enfoques sobre el periodismo independiente. Foto: SdR / Ignacio Bide

Nació hace 30 primaveras, de izquierda e independiente. Es hijo de un medio que caló hondo en el periodismo del mundo, que trazó una senda estilística que otros aventureros siguieron. El Semanario Brecha es un milagro de papel que camina en la era del algoritmo, pues mantiene su versión impresa. Por eso, el pasado 16 de junio, herederos del candil de Carlos Quijano se reunieron en el Paraninfo de la Universidad de la República. Junto a los renombrados periodistas internacionales Ignacio Ramonet –de España- y Gloria Muñoz Ramírez –de Méjico-, más gente de la casa, como Samuel Blixen y Daniel Erosa (su director), Brecha celebró su aniversario con análisis: ¿cómo impactó internet en el periodismo? ¿Sobrevivirá la prensa impresa?

Samuel Blixen. Foto: SdR / Ignacio Bide

Lo histórico y esencial
“Voy a dar testimonio de que Brecha nació independiente y de izquierda”, dijo Blixen, uno de los primeros miembros del semanario –aunque no fundador-. Señaló que los periodistas e intelectuales que fundaron Brecha poseían un gran bagaje cultural, sumado a una actitud crítica, cualidad inseparable de la independencia periodística y plasmada con rigor y honestidad de pensamiento. Explicó que ser de izquierda “implica asumir un compromiso inequívoco con los intereses de las mayorías postergadas”, buscar una sociedad más justa. Ser independiente es ir por carriles desvinculados del poder político, económico, religioso u otros; ser incómodos, irreverentes y hasta irónicos. Todo eso vale para hacer buena prensa en cualquier soporte. “El periodismo es independiente o es comparsa de la manipulación mediática”, agregó.

Los bemoles de ser crítico
Fue fácil para Brecha ser crítica y de izquierda en sus comienzos, en el marco del gobierno colorado de Julio María Sanguinetti, al que Eduardo Galeano se refirió como “democradura”. “Todos los días iba surgiendo algo gravísimo para la sociedad, que nosotros podíamos criticar con independencia”, aun siendo “una voz débil e irrelevante” en el concierto mediático nacional, comentó Blixen. Había impunidad para con los criminales de la dictadura –término que los grandes medios condescendientes con el poder político no usaban- y una “orgía financiera”, por la que el Estado rescataba bancos fundidos. Los banqueros se enriquecían y la sociedad era esquilmada.
Pero también hubo apremios, propios de los costos que conlleva la prensa impresa: en plena crisis financiera, bancos privados ofrecieron publicar anuncios a cambio de que Brecha bajara los decibeles de su enfoque sobre la debacle económica. Excepto por alguna publicidad oficial, el semanario no tenía avisos. El dinero era necesario para los periodistas –que vivían con magros y aun deficitarios ingresos- y para la continuidad del medio, pero salvaguardar la independencia valía más. “Dijimos que no”, contó Blixen, alegando que “una especie de indigencia” favorecía la independencia. Hasta hubo maniobras gubernamentales para no pagar la publicidad estatal cuando las arcas del semanario iban peor. “Una de ellas casi prospera, porque no podíamos seguir trabajando gratis”, contó Blixen. Fue la solidaridad de Eduardo Galeno la que evitó el quiebre de Brecha, mediante la donación de parte de un premio que había ganado en Estados Unidos.
Irónicamente, cuando el Frente Amplio llegó al poder surgió un problema grave: “si nos convertíamos en un órgano frenteamplista teníamos que dejar de ser independientes”, dijo Blixen. Se optó por la independencia, lo que no agradó al gobierno de izquierda. El resultado: las puertas de los despachos gubernamentales se cerraron para los periodistas de Brecha.

El Paraninfo repleto. Foto: SdR Ignacio Bide

De Gutenberg a Internet
Gloria Muñoz Ramírez –de ahora en más “Gloria” a secas-, periodista mejicana formada al son de las rotativas y la tinta impresa, hoy es una fiel exponente del periodismo digital. Creó el sitio web “Desinformémonos” –nombre tomado de un poema homónimo de Mario Benedetti-, una publicación virtual semanal en siete idiomas que recoge las principales luchas sociales en el mundo.
La revuelta indígena mejicana, iniciada en 1994 por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) –y cubierta por Gloria-, dio la vuelta al mundo y revolucionó los medios de comunicación. “Los zapatistas llegan justo en el momento en que Internet va incursionando en nuestras vidas”, contó la invitada. Lo curioso fue que el EZLN difundió sus comunicados en hojas impresas, al tiempo que “un ejército de gente totalmente anónima” usó Internet para difundirlos. Así, inició una nueva era digital del periodismo y su versión papel entró en crisis, gracias al abaratamiento de los costos de producción, y la masividad y celeridad que permitían las nuevas tecnologías. Un movimiento altermundista conformado por medios básicamente digitales se expandió por los cinco continentes. Y como frutilla de la torta virtual surgieron las redes sociales.

Gloria Muñoz. Foto: SdR / Ignacio Bide

Gloria sabe de lucha y de las ventajas que le ofreció Internet para ejercer el periodismo independiente. Dijo venir “de un país en el que se mata periodistas y se desaparecen estudiantes”. Añadió que en Méjico asesinaron a 85 periodistas en los últimos 10 años y más de 30.000 ciudadanos están desaparecidos. En un contexto donde ser luchador social se paga con la vida, y donde los grandes medios de comunicación son cómplices de la corrupción del poder, internet abrió una puerta para ejercer el periodismo.

Peligro: “Dato mata consigna”
“No podemos darle la espalda a las nuevas tecnologías y pensar que no existen”, comentó Gloria. Pero propone que las usemos a discreción, sin pasar por alto que permiten contar con corresponsales en todos lados y brindan datos en tiempo real, pero no permiten la veracidad, rigurosidad e investigación, y pueden inducir a errores interpretativos. En la misma línea, Ramonet aportó que “periodismo es el análisis de un período”, y que cuando la información se hace instantánea no permite análisis sino sólo transmisión. “El hecho de que yo asista a lo que está pasando no significa que lo entienda. Ver no es entender”, concluye. Por eso brega para que los periodistas no se vuelvan meros comentaristas.
Desde la óptica de Gloria, la inmediatez de las nuevas plataformas comunicativas virtuales pone en riesgo algo crucial: la legitimidad del periodismo. “El periodismo crítico e independiente no puede hacerse sólo en las redes. Se hace en las calles con investigación, aunque los registros espontáneos nos estén nutriendo a cada momento”, argumenta. Y la legitimidad va de la mano de la ética y la independencia, de “decirle al lector quién soy y desde dónde escribo”, manteniendo una actitud crítica ante todo. Con ello, el lector podrá seleccionar la información que se le da.

El big bang comunicacional
Ramonet definió a Internet como “la revolución en la comunicación más importante de los últimos cinco siglos”, y acotó que “toda revolución en la comunicación tiene consecuencias en la organización de la sociedad”. Lo que estamos atravesando es “el traumatismo más importante que la prensa escrita ha conocido”, porque Internet está provocando una gran extinción de la prensa impresa. Su tesis es que los diarios en papel no desaparecerán totalmente, pues en la historia de los medios ningún nuevo medio suprimió al precedente.

Ignacio Ramonet. Foto: SdR / Ignacio Bide

En el actual escenario darwinista, “sobrevivirán los pequeños periódicos que no necesiten muchos recursos, porque han encontrado un ecosistema diferente del general”. Pero sólo el periodismo independiente se mantendría, ese que combate una de las peores características de la prensa dominante: depender del mercado que puede controlar su contenido de modo directo.

Recrear el cuarto poder

Para Ramonet, la mayoría de la prensa ya no representa el cuarto poder, ya no es contrapeso de los tres poderes dominantes de una democracia -Legislativo, Ejecutivo y Judicial-. El problema radica en que los medios masivos de comunicación obedecen a sus dueños y por ende al mercado, con lo cual se añaden a los otros poderes.“Sin cuarto poder no hay opinión pública”, argumentó Ramonet, sobre la premisa de que fueron los medios masivos de comunicación los que la crearon. Y sin opinión pública no hay democracia. Por eso este analista considera que el nuevo periodismo online es una vía para recrear el cuarto poder. “Están surgiendo decenas de nuevos medios online hechos con pocos recursos, muchas ideas e independencia, que pueden transformar la sociedad mediática y presentar argumentos de resistencia contra los medios dominantes corporativos”, sentenció.
La Brecha que dejó la Marcha
Brecha resiste en su formato impreso, si bien ya incursionó en el mundo del bit –posee un sitio web-. Parece encajar en el perfil de los medios “arcaicos” a los que Ramonet auguró sobrevida. “La escuela de Marcha es la matriz de Brecha, a la que se ve como ejemplo”, afirmó el español. Añade que el legado de esa escuela implica “ser exigentes en términos de estilo, claridad, honestidad, veracidad y rigor”. Pero fue Blixen el que pintó un óleo con palabras acerca de ese semanario treintañero: “en Brecha hay periodistas jóvenes radicales, ancianos que ablandan la realidad en la leche para poder masticarla, jóvenes muy envejecidos y viejos obstinadamente rebeldes”. Todos siguen “haciendo inercia, sobreviviendo, en agonía permanente, en una especie de CTI mediático”, pero siempre “empecinadamente críticos e inclaudicablemente independientes”. Y ahí se engloba lo que Blixen definió como la razón de ser del periodismo antes y después de Internet: “dejarle algo a la sociedad”.
Marcelo González Fehér

FacebookTwitter