Miles de conjeturas se tejieron luego de las llamadas PASO (elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias) realizadas el pasado domingo 14 de agosto en Argentina, donde la sorpresa no fue que ganó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, sino que superó el 50 por ciento.
Ni bien conocidos los primeros resultados, sobre las 21 horas del mismo domingo, y a medida que pasaban las horas, en los diferentes bunkers de la oposición la ilusión y el entusiasmo de poder llegar a los 15 puntos y achicar la diferencia con la fórmula oficialista quedó lejos y dejaron paso a las caras largas y un silencio pavoroso. Pocos argumentos pudieron manejar para explicar los casi 40 puntos que la presidenta sacó de diferencia.
Es que los votos obtenidos por Cristina Fernández de Kirchner en las primarias superan en 2.100.000 votos a los que tuvo en el 2007, cuando fue electa presidenta de los argentinos.
Pero siempre hay un as debajo de la manga. Desde la misma noche de la elección el fantasma del fraude comenzó a circular en varios portales web y en las opiniones que algunos dirigentes de la oposición daban a los periodistas.
El lunes 15 Buenos Aires amaneció con títulos de diarios que hablaban del “aplastante” triunfo K, pero dejaban entrever la posibilidad de fraude en la confección de los telegramas.
A diferencia de nuestro país, donde existe un organismo especial como lo es la Corte Electoral, en la vecina orilla el tema lo maneja el Poder Judicial a través de jueces electorales. El día de la elección el Ministerio del Interior actúa como brazo auxiliar de la justicia en la recepción de los telegramas y el procesamiento de los datos preliminares.
Con las cartas en la mano
Quince días después y con los resultados definitivos en la mano, el Ministro del Interior Florencio Randazzo brindó una conferencia de prensa en Casa Rosada.
El ministro fue crítico con varios medios de comunicación, principalmente los diarios Clarín y La Nación al afirmar que “desde el mismo día de la elección estos medios tuvieron una clara intención de querer empañar el resultado de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, que registraron un nivel de participación del 78 por ciento”, nivel que superó la media histórica en cualquier tipo de elección.
Para confirmar esto dio un claro ejemplo una nota publicada el 28 de agosto en La Nación titulada: “No cambiarán las autoridades mesa”, seguido por una singular bajada: “Pese a las quejas, el gobierno mantendrá en octubre a las mismas autoridades que el 14 de agosto”. En la conferencia Randazzo explicó que “el Gobierno no designa a las autoridades de mesa, las designa la Justicia”.
Este tipo de actitudes de los medios publicando noticias “absolutamente falsas” crean sospechas y confusión en la sociedad y “atentan contra la democracia y la transparencia del sistema electoral” sostuvo el ministro.
A esto le siguió un duro cruce con los periodistas Mariano Brito (La Nación) y Guido Braslavsky (Clarín) que refutaron los dichos del funcionario.
Britos le preguntó a Randazzo si los periodistas a partir de ahora tienen que pedirle permiso al gobierno para publicar cosas que diga la oposición o algún juez, a lo que el ministro contestó: “No tienen que pedirle permiso a nadie. Lo que tienen que tratar como periodistas es de buscar la verdad, de informar con absoluta objetividad, cosa que ha faltado en todas estas notas que hemos visto desde el día 14 a la fecha”.
Inmediatamente el periodista de Clarín Braslavsky se mostró sorprendido y consternado preguntándole al funcionario “¿Y ahora qué, ministro. Y ahora como sigue? Me pregunto si no es peligroso. Me pregunto si esto no contribuye a generar escenarios de violencia”.
Randazzo fue claro y explícito: “Peligroso es cuando se falta a la verdad. Cuando se escribe. No es peligroso que un funcionario público pueda dar una conferencia de prensa con total libertad y contarle al pueblo argentino cuál es la verdad de lo que ha ocurrido. Sobre todo teniendo los datos de la Justicia electoral que confirman que todo lo que se dijo durante estos días es absolutamente falso”.
Víctimas y victimarios
Al otro día de la polémica conferencia de prensa los diarios Clarín y La Nación encabezaron sus portadas con títulos catástrofe
Por un lado el diario de Noble – Magnetto tituló: “Acusan a Clarín y La Nación de atacar a la democracia”; por su parte el diario de Mitre hizo lo propio y en similar tenor: “Duro ataque de Randazzo a la prensa y a la oposición”, advirtiendo que el ministro del Interior acusó a los dirigentes de la oposición y a los diarios La Nación y Clarín de tener “una actitud claramente atentatoria contra la calidad institucional, que atenta contra la democracia y contra la transparencia del sistema electoral’”.
A lo largo de la semana ríos de tinta corrieron sobre el tema y los columnistas estrella de los dos medios se despacharon.
Por ejemplo, el excéntrico periodista Luis Majul, invitado especial del programa Código País que conduce Aldo Silva en Canal 12, opinó en su columna del viernes en La Nación que Randazzo hizo “abuso de poder”. En el mismo matutino Carlos Pagni planteó que “reducir el conflicto político a las discusiones con la prensa es la renovada ley del imperio kirchnerista“; Nelson Castro habló de “Una prensa forzada a silenciar escándalos“, Gregorio Badeni alertó sobre “La soberbia de la intolerancia”, y Adrián Ventura subrayó que “El Gobierno anuncia tiempos de censura”.
Clarín desarrolló el tema en tono de alerta. En una nota sin firma, aseguró que “el ataque a la prensa desató una fuerte polémica con la oposición”, y consideró que “un día después de acusar a Clarín y a La Nación de atacar a la democracia, el oficialismo subió la apuesta y responsabilizó a los medios de haber ‘condicionado a todos los gobiernos democráticos'”.
En otra nota bajo el título “Punto final para el discurso conciliador que mostró Cristina tras las primarias”, el propio Guido Braslavsky, que debatió con el ministro en la conferencia, señaló que “Randazzo tuvo luz verde de la Presidenta para cargar contra los medios. Y los miembros del gabinete hicieron cola para respaldarlo“. A juicio del editor Ricardo Roa, “con su ofuscación, Randazzo convirtió una noticia que era pura ganancia para el oficialismo en una polémica”.
Por fuera de toda la polémica, Página/12 trató el debate desde un punto de vista contrapuesto: el periodista Mario Wainfeld afirmó en una nota que “el Agora no es monopolio de nadie, ni siquiera de los oligopolios. Las polémicas van y vienen. El que titula con tempestades debe aprestarse a que se le responda con vientos”.
El propio ministro Randazzo resumió la situación afirmando que Clarín y La Nación construyeron un país virtual que no coincidía con el país real que se expresó el 14 de agosto, y como no encontraron explicación política a los más de 10 millones de votos que obtuvo CFK trataron de empañar el proceso electoral.
“Cuando se expresó el país real, que le permitió a Cristina sacar más de 8 millones de votos de diferencia con la oposición, trataron de encontrar alguna justificación que por supuesto no encontraron; entonces trataron de empañar la elección con artículos que ponían en duda el rol del Ministerio como auxiliar de la Justicia Electoral sobre todo el desarrollo del proceso electoral”, consignó el ministro
Quique Rivero
 

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