A sus 42 años y después de haber sido nombrado el mejor árbitro del Campeonato Uruguayo 2019, Christian Ferreyra atraviesa uno de los mejores momentos de su carrera. En los primeros meses de 2020, antes de la pandemia de covid 19, tuvo una buena actuación en la Copa Libertadores sub 20, en donde arbitró la final. “Venía con muchas ganas”, dijo a Sala de Redacción, y agregó que se sentía muy bien y con ilusión de cara al Torneo Apertura, pero solo pudo dirigir el encuentro entre River Plate y Defensor Sporting de la tercera fecha. 

La llegada de la pandemia a Uruguay lo llenó de incertidumbre por no saber cuánto durará. Al principio veló por la salud de su hijo de dos años y cumplió a rajatabla una cuarentena autoimpuesta. Realizó trabajos físicos para no perder el ritmo de competencia, pero sin una fecha de retorno de la actividad, hasta que hace pocos días se confirmó la vuelta del fútbol uruguayo el 8 de agosto.

Gracias a que tiene un trabajo paralelo al referato, Ferreyra pudo paliar la falta de ingresos por no arbitrar partidos de fútbol a nivel local e internacional. Sin embargo, no todos los jueces tuvieron la misma suerte, como comentó el referí: “En su gran mayoría, son gurises que están arrancando y dirigen las formativas, donde no cuentan con viáticos, como los de primera división”. “Para algunos se cortó la única fuente de ingresos, otros estudian y tuvieron que salir a hacer otras actividades, desde vender ropa hasta poner un puesto de tortas fritas para poder comer”, afirmó.

Observar ese tipo de situaciones lo llevó a levantar el teléfono y “tomarse el atrevimiento de llamar a [Sebastián] Bauzá”, ex presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y actual secretario general de Deporte. Desde el gobierno lo escucharon y enviaron canastas para colaborar con los árbitros que más sufrieron los meses de inactividad. “Es difícil pedir profesionalismo cuando tenés estas situaciones, esos compañeros que la pasaron mal y que son los árbitros del futuro”, reflexionó. Además, mencionó que el director de arbitrajes de la AUF, Darío Ubriaco, y todo el Colegio de Árbitros se mantuvieron en contacto con el grupo de referís y facilitaron un número donde podían realizar consultas a psicólogos. Por ello, Ferreyra siente que tuvieron respaldo de la AUF y también de gobierno, cuando lo solicitaron.

En contacto

El entrenamiento se volvió más llevadero cuando se generó un grupo de Whatsapp en el que los jueces recrearon situaciones de juego y sintieron una mayor contención, más allá de que no se practicaba en grupos. En algún momento, Ferreyra sintió que todos los actores del fútbol eran consultados sobre la vuelta a la actividad y sobre cómo sobrellevaban la pandemia, pero no involucraban a los árbitros: “Fuimos los últimos en hacernos los hisopados, todavía no sabemos donde vamos a entrenar”, se quejó.

Más allá de que se sigue sintiendo bien físicamente, reconoce haber comido “algún helado de más o tentarse haciendo un asado” y también culpa a su esposa por cocinar bien, pero siempre se ha esforzado para que no se dispare la aguja de la balanza. Cada 15 días debe reportarse ante la Confederación Sudamericana de Fútbol y asistir a videollamadas por Zoom para trabajar con todos los árbitros internacionales, motivación que utilizó para no dejar de entrenar. 

“Espero que la vuelta sea sin lesiones para poder estar fuerte y sano”, deseó. Además, admitió que piensa en el partido entre Peñarol y Nacional que habrá ni bien se reanude el campeonato y reconoce que sería un sueño poder arbitrarlo: “Sería mi sexto clásico”, comentó. 

Al igual que la mayoría de los protagonistas del fútbol, Ferreyra siente que las incertidumbres desaparecen y crece la felicidad por la ansiada vuelta. De esa forma, se aproxima la rutina marcada por el armado del bolso la noche antes de los encuentros, la adrenalina del fin de semana y vivir el partido antes de jugarlo. Entre risas reconoció que extraña hasta los insultos, más cuando en el retorno del fútbol los partidos se jugarán a puertas cerradas.

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