“Cada lugar tiene su propio Baño del Papa. Este es el nuestro”, comentó Jordy Correa, un joven sanducero, mientras recorría los puestos del predio ferial de la Semana de la Cerveza. Paysandú en Semana de Turismo se revoluciona, la población se duplica y varios habitantes tienen su negocio dedicado a los turistas.

En 1966 los obreros de la Cervecería y Maltería Industrial de Paysandú, envasadora de la cerveza Norteña, comenzaron a organizar la fiesta con apoyo del gobierno departamental. A lo largo de los años, la fiesta popular de los sanduceros pasó por varios cambios. Se corrió el lugar de los espectáculos del conocido Parque Artigas al Anfiteatro del Río Uruguay donde además se inauguró el predio ferial para artesanos locales e internacionales.

Este año el predio tuvo una zona delimitada para los artesanos, con carpas blancas y puntiagudas repartidas, contra la costa del río. Más adelante, un patio cervecero ofrecía una amplia variedad de cervezas artesanales, pegado al patio de comidas y frente al anfiteatro, donde cada noche tuvo lugar un espectáculo diferente.

Al encuentro de las artesanías

En el medio de la parte artesanal cuatro cuerdas que marcaban la zona en la que convivían mesas largas y madera tallada. Era el espacio designado para la Escuela de Artesanía de Paysandú. “Tenemos este lugar como demostración de los oficios que se desarrollan en la escuela. Hay compañeros que hacen artesanía, nosotros hacemos mosaicos y hay otro compañero que está haciendo cerámica”, contó a Sala de Redacción Fulvia Polentini, profesora de la escuela que se estrenó en la ciudad el año pasado. “Es un proyecto nuevo que se está desarrollando por iniciativa de la Intendencia”, agregó.

Más adelante estaba Daniel Márquez, oriundo de Ciudad de la Costa, que presentaba una exposición que incluía canillas y calderas transformadas en lámparas, ceniceros hechos con trozos de madera y percheros con pestillos de puertas. “Hacemos artesanías con objetos antiguos, el proyecto nace hace cuatro años porque a los dos nos gustan las cosas antiguas y reciclar”, comentó Márquez que, junto a su compañera, Viviana Presta, participaban por segundo año de la Semana de la Cerveza.

La gente recorría a paso lento, con parsimonia, los puestos. En un rincón un poco escondido de la vista del paseante, estaba Juan José Sueldo. Los barcos a escala contenidos en cajas de vidrio estaban perfectamente ordenados, con sus respectivos mapas colgados. “Arranqué a los 18 años, con un pedazo de madera al que le di forma, hasta que un día empecé a hacer modelos”, narró Sueldo. Entre los modelos había juncos chinos, barcas solares de los egipcios, bombardas y modelos fenicios. Si bien algunos tenían sus propios planos, el artesano explicó que “con los barcos muy antiguos no hay planos y se tiene que ir a los libros”.

La gente de Paysandú cree que su ciudad tiene tres cosas que se mantienen en el tiempo: los atardeceres sobre el río Uruguay, ponerle el prefijo “Pay” a las cosas y la organización obrera. Con un pasado industrial tan importante, es lógico que las personas tengan una relación especial con las fábricas del lugar. Paylana es el mayor ejemplo, empresa textil que cerró en 2011 y que luego de una reorganización cooperativa, no prosperó. Algunas de las ex trabajadoras de Paylana se organizaron en la cooperativa de tejido Tacuabé, que en esta edición de la Semana de la Cerveza tuvo un puesto en el predio ferial. Carolina Di Santo, una de las trabajadoras de la cooperativa, contó que, si bien son un grupo “bastante reducido”, trabajan mucho. “Creamos mantas de lana en algodón y lino, algún poncho y alguna ruana, pero nos concentramos en las mantas”, explicó. Luego del cierre de la cooperativa, tuvieron que organizarse y encontrar la manera:“Hicimos lo que sabemos hacer”, expresó Di Santo.

El bus del milagro industrial

En base al cierre de Paylana y al pasado industrial de Paysandú se estructuró el Bus Turístico de este año, una obra “en movimiento” que presenta desde 2007 -interrumpida entre 2010 y 2015- el grupo de teatro Espacio Imagina, con apoyo de la Intendencia. Laura Galín, actriz del bus, contó a Sala de Redacción que todos los años hacen “un recorrido que, si bien toca los mismos puntos de la ciudad, tiene diferentes temáticas”. “Siempre tomamos un personaje de Paysandú o algún lugar emblemático para reactivar”, dijo.

Este año, el bus tomó como eje central la idea del emprendedurismo y el business. “Hacemos una analogía con el hecho de vender nuestra alma al diablo y con lo de la firma, otra cosa que está muy de moda últimamente. El tema de firmar, firmar, firmar para todo, como si asegurara algo”, expresó Galín. Leonardo Martínez, otro de los actores, agregó que “hay una tendencia a la dictadura del imperativo de ‘ser felices’ y el emprendedurismo promociona esos valores de formas brillantes y divertidas, quisimos meter una mirada crítica y paródica sobre eso”.

Con solo ponerse la chaqueta bordó, Galín se convirtió en Norma Leyes, la guía del bus, y nos invitó a no perdernos el “renovadísimo recorrido en “Norma’s Busturistic Entertainment, enjoy your life”, con la propuesta de “recorrer las calles de Paysandú de la mano de su guía 3.0:  Norma Leyes de Puccetti.”

Norma es el único personaje que se ha mantenido en el Bus Turístico a lo largo de los años. Esta vez, frente a un público expectante en el Mercado Municipal, informó que firmó un contrato con un coach motivacional. El coach, representante de la empresa “Lucifer Management and Business”, prometía a Norma un cambio de estilo, un nuevo y moderno rumbo para los paseos turísticos de Paysandú. Con palabras refinadas y expresiones exageradas como “se me salió el corazón hasta afuera de la galaxia”, el coach de Norma -encarnado por Martínez- se robó las risas de todos los presentes. Luego de aceptar la propuesta, Norma se colocó una peluca rubia y cambió su saco bordó por uno dorado brillante. Así comenzó el recorrido.

Camino al Monumento a la Perpetuidad, se subió otro personaje: Peralta (Sebastián Barrett), un gaucho al que el coach intentaba convencer de que firmara un contrato para convertirlo en alcalde de su localidad bajo la promesa de riquezas, lujos y felicidad. Cada vez que el empresario de Lucifer se dirigía a Peralta, los otros personajes quedaban congelados, una muestra más de que Norma había firmado un contrato con el diablo.

“Estamos visitando un cementerio en viernes santo”, observó una pasajera del bus, cuando éste se detuvo en el Monumento a la Perpetuidad, popularmente conocido como “Cementerio Viejo”. Peralta, Norma, el diablo y los pasajeros entraban al cementerio -con todas sus esculturas y tumbas del siglo XIX- para apreciar un anticipado espectáculo teatral. Sin embargo, al ingresar, se encontraron con que los dos actores que debían llevar a cabo el espectáculo estaban de huelga. Con bombos, platillos y una guitarra, Federico De Lima y Danilo Pandolfo encarnaban a “los actores”, quienes mediante canciones presentaron su plataforma reivindicativa: no ser obligados a disfrazarse de cualquier cosa ni cumplir horarios en los cumpleaños infantiles.

Rápidamente, Lucifer los convenció de actuar, ofreciéndoles un contrato para actuar en el Florencio Sánchez, el teatro más importante de la ciudad de Paysandú. Luego de firmar, representaron los momentos finales del héroe de la defensa sanducera, Leandro Gómez, antes de ser fusilado.

Mientras Peralta advertía a los demás personajes de los peligros de firmar un contrato con Lucifer y la música de los actores lo acallaba, el público se subió de nuevo al ómnibus, esta vez camino al teatro Florencio Sánchez.

El teatro es un edificio grande, con palcos y ornamentos tallados. Un telón rojo abierto mostraba el escenario sobre el que los personajes, en un ejercicio metateatral, interpretaron una escena de la obra “El herrero y la muerte”. Fue en ese momento en que los personajes se dieron cuenta de que el coach motivacional era en realidad el diablo y decidieron volver a sus raíces.

Con el diablo derrotado y los personajes en sus cabales, el bus se dirigió a lo que alguna vez fue Paylana. El terreno parecía postapocalíptico. Sucio y con varias máquinas descompuestas que ya no tendrán ningún uso, el panorama era desolador. Lo que alguna vez fue un punto neurálgico para el desarrollo industrial de la ciudad, ahora es un cementerio de metal. El público fue llevado a uno de los galpones de la antigua fábrica. Los actores rompieron con sus personajes y, luego de un video que mostraba el auge industrial de la ciudad, narraron en primera persona cómo cada uno está relacionado con las fábricas que funcionaron durante varios años en la llamada “zona industrial”, compuesta por Paylana, Paycueros, Azucarlito y Norteña.

“Se creyó que era un milagro que salvaba Paysandú para siempre y no lo fue, porque cuando los números empezaron a no dar y las máquinas quedaron obsoletas se cambió por una nueva tecnología. Nada es eterno”, comentó Galín. El milagro industrial murió a los pocos años, al igual que los supuestos milagros que promete el emprendedurismo.

De todas formas, al final del recorrido los actores contaron que el predio será utilizado para construir un complejo de viviendas, una policlínica, un polideportivo y una dependencia de la Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC).

Para la última parada del Bus -que también fue la primera-, los actores entonaron canciones para un público que bailó y aplaudió. El milagro industrial murió, pero el milagro de la Semana de Turismo aún rescata a Paysandú.

Autores: Soledad Espíndola / Camilo Salvetti

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