Profesores de Santiago manifiesta frente al Palacio de la Moneda / Fotos: SdR / Martín Blengio / Mathías Gonnet / Andrés Passadore / Luca Pratto

Chile vive por estos días la fiebre de la Copa América. Sin embargo, no todo es color de rosas en el territorio trasandino, donde la educación tomó por estas horas la agenda nacional con un paro en la Universidad de Chile encabezado por los estudiantes, quienes reclaman una enseñanza terciaria gratuita para todos.

Con el fútbol como foco central, el pueblo chileno se entusiasma con un certamen que puede posibilitarle su primera conquista continental. A su vez, y quitando la mira de la pelota, otros parecen ser los temas más importantes para un grupo de la población descontenta con el gobierno encabezado por Michelle Bachelet.

Una de esas facciones que reclaman mejoras son los estudiantes, quienes desde hace semanas mantienen un paro en la Universidad Central de Santiago reclamando por los altos costos que impone el gobierno para aquellos que desean comenzar una carrera terciaria.

En diálogo con Sala de Redacción, Ninón, una estudiante de dicho centro y miembro activo de la medida adoptada, señaló que “la lógica de la educación universitaria en Chile es de mercado”.“La educación se paga y las mismas becas también son financiadas conservando el mismo modelo de mercado que tiene la educación en Chile”, agregó.

Consultada por la ausencia activa de algunos profesores en este reclamo, la joven indicó que los mismos “tienen más horas porque son amigos de los decanos, amigos de los partidos políticos, cosas políticas extrañas, intereses”. Ninón explicó que los motivos del paro son “por los petitorios internos. Por ejemplo, hay facultades que no tienen un lugar específico donde estudiar y han arrendado distintas dependencias”. “Las salas se llueven, hay facultades con ratones, sin patio para distraerse. Hace 30 días está tomada”, añadió.

En iguales términos se manifestó Francisco García, más conocido como “El Chapita” por el pueblo santiaguino, un vendedor ambulante de “chapitas” (pines) que creó un distintivo famoso contra la dictadura de Augusto Pinochet utilizada por los opositores al régimen para identificarse entre sí. En diálogo con SdR, explicó que las condiciones estructurales de los lugares de estudio es uno de los motivos centrales del paro.

Aquí te enseñan a trabajar, no a pensar”, sentenció García con dureza. A su vez, afirmó que “la movilización se ha extendido durante los últimos cuarenta días y aún no hemos tenido ninguna respuesta por parte del gobierno”. “Es una situación, pienso, que está sucediendo en toda América Latina. Los ingresos y las condiciones de los centros no son suficientes para tener una educación digna”, agregó el popular “Chapita”.

Desde la visión estudiantil, Ninón, aseguró que, a pesar de su intención de contar con el derecho de la educación gratuita, existen trabas para dicho cometido ya que, por ejemplo, desde los distintos medios de comunicación se intenta no otorgarle trascendencia al tema, ya que son manejados por empresarios con intereses dispares.

La joven, que cursa la carrera de abogacía, recordó que esta no es la primera manifestación estudiantil que se ha realizado en Chile y señaló que en 2013 se produjo la más numerosa, cuando 80.000 jóvenes poblaron las calles de Santiago. En esa marcha se registraron al menos 200 detenidos, con un enfrentamiento entre un grupo reducido de manifestantes, en su mayoría encapuchados, y la policía, el cual finalizó con 34 funcionarios heridos.

Hay días en los cuales hemos hecho hasta tres marchas. Algunas han sido permitidas y otras no. En las que no hay autorización, hay represión por parte de las autoridades. En 2013 también hubo toma y entraron a desalojar pero ahora no porque tienen miedo. Los estudiantes de la Chile (Universidad de Chile) somos aguerridos”, señaló la estudiante acerca del control que existe sobre estos reclamos.

Con el foco local y sudamericano puesto en la Copa América, que revolucionó al país, los manifestantes acudieron al Estadio Nacional de la capital trasandina en el debut del seleccionado chileno para hacer conocer su parecer y expresarlo ante el público que concurrió al evento deportivo.“Fuimos con un grupo de estudiantes de Pedagogía a ‘ponernos con lienzos’ (llevar carteles y pancartas) y a gritar cosas fuera del estadio. Los policías no podían hacer nada porque había niños y turistas”, relató.

Fuera de la capital

SdR también recorrió las calles de Valparaíso, ciudad portuaria situada a dos horas al norte de Santiago, y la situación y opiniones sobre esta problemática educativa no variaron demasiado. A su vez, un cartel con la frase  “En toma” dentro de la principal universidad del lugar, avisó de inicio cómo era el clima. La confirmación de que la Universidad de Valparaíso se encontraba tomada desde hace días, llegó al instante por parte de los pocos estudiantes que allí se encontraban.

Al recorrer la fachada de la facultad, fuertes mensajes contra el gobierno adornaban las paredes en busca de una solución viable para resolver este conflicto. “Bienvenidos a $hile” y “Ser pobre en $hile es un delito” dibujaron a la perfección el sentimiento de aquellos que no pueden acceder al ansiado derecho de una educación gratuita.

Mauricio, estudiante de Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU), explicó a SdR que “en Valparaíso la situación es aún peor porque en este país la educación se halla demasiado centralizada y todas las ciudades que no sean Santiago, reciben menos atención a corto plazo en cuanto a los reclamos que se puedan realizar”.

Momentos de cambio

En la educación chilena se viven horas claves. Existe un proyecto de ley referido a la carrera docente que promete mejorar en varios aspectos la tarea de estos profesionales. El principal cambio sería una mejora en los salarios de los profesores calificados. Por otra parte, se propone un sistema nuevo de evaluación en la que los conocimientos y habilidades del profesor son evaluados por el Ministerio de Educación, además del director del centro en el que trabaje.

Consultados por SdR, un número importante de profesores congregados en el Palacio de la Moneda señaló que la docencia está mal remunerada en Chile y el proyecto apunta al tema profesores, sin poner el énfasis en las universidades que son las que imparten la carrera.

En primer lugar, creemos que la iniciativa es mala, y en segundo, deberíamos participar en la elaboración de esa propuesta porque somos los actores principales, pero no estamos siendo considerados de esa forma. Esta gente ni siquiera ha hecho clases en educación pública y no puede decidir por nosotros”, declaró uno de los profesores. “Tienen que ver qué tipo de docentes precisa este país. Que sean exactos, que no los dé cualquier instituto y modificar las mallas curriculares. La opinión pública dice que nosotros no nos queremos evaluar”, agregaron, pero argumentaron que fueron evaluados al momento de recibirse, durante la carrera y “en todas las actividades que hicimos luego de graduarnos. No te pueden pedir una prueba. Ese es el punto central de nuestra queja”, concluyeron.

Siguiendo con las críticas, los educadores indicaron que existen otros aspectos que no se contemplan, como la cantidad de alumnos por sala y algunas aulas que no son apropiadas. Los mismos, pretenden ser remunerados con el 50% de las horas lectivas y el 50% de la preparación de pruebas y exámenes: “No tenemos tiempo para preparar los exámenes”, protestan.

El objetivo del proyecto es que el salario de los docentes esté determinado por el desempeño de los mismos y no por la antigüedad en el cargo. De acuerdo a este punto, una de las docentes ilustró la situación a través de su propia experiencia: “Tengo una hija que va a la Universidad y nos cuesta $500.000 chilenos mensuales (aproximadamente $25.000 uruguayos) y esto equivale a la mitad de mis ingresos. Es la más cara de América”. Además, apuntó contra el sistema de jubilaciones, del cual reciben apenas 43% -aproximadamente- de su sueldo, lo que prácticamente “es un salario mínimo en Chile”.

Sin embargo, la elaboración del nuevo proyecto de ley no es compartida por los educadores chilenos, quienes el pasado miércoles 17 de junio entraron en su tercera semana de huelga indefinida con una masiva marcha en el centro de Santiago. De acuerdo con el Colegio de Profesores, la protesta reunió a unas 100.000 personas, según informó el medio argentino Infobae.

Si bien la iniciativa propone un aumento salarial de 28% para aquellos profesores que se adhieran al nuevo sistema, el gremio docente no está de acuerdo porque establece reajustes sobre la base de evaluaciones periódicas de desempeño, un mecanismo que los docentes rechazan al considerar que sustenta la desconfianza hacia la labor de los educadores.

Con esta manifestación esperamos una buena respuesta del Ministerio de Educación“, expresó el presidente del gremio de maestros, Jaime Gajardo, a la espera de que se cumpla su exigencia y se elimine el proyecto de ley en el Parlamento presentado por el gobierno de Bachelet.

En tanto, la huelga del Colegio de Profesores cuenta con un amplio respaldo ciudadano. El mismo se desprende de una encuesta publicada por la consultora Imaginacción, junto a la Universidad Central, difundida hace algunos días por la emisora Cooperativa y que señala que un 60,3% de los consultados está a favor del paro.

No hay cura

Ninón no se dejó llevar por la nueva propuesta y comentó que para desarrollar este proyecto “no le preguntaron a ningún docente. La hicieron sólo los que están en el Palacio de la Moneda y en el Congreso”. A su vez, mostró su malestar con la situación actual: “Mucha gente entró a Pedagogía sin vocación, sólo porque es una de las que es más fácil entrar”. Este aspecto es uno de los que este proyecto ataca, imponiendo nuevas exigencias para ingresar a esta carrera. A la estudiante le disgusta la “enfermedad” pero no está de acuerdo con la cura. “La actividad docente está mal remunerada, principalmente en los sectores públicos”, sostuvo, pero el nuevo proyecto de ley tampoco le convence.

Sin duda que la tarea de Bachelet no es sencilla. La presidenta chilena delineó este proyecto en el marco de la amplia reforma educativa que impulsa para acabar con un sistema heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que redujo los recursos públicos para educación y fomentó el ingreso de los privados.Ahora, y con la mirada puesta en un futuro cercano, la jerarca deberá brindar una solución al conflicto que ya se encuentra instalado en la opinión pública, y tendrá que cumplir con lo que prometió el pasado mes de mayo: la gratuidad para el 60% de los estudiantes más pobres de la educación superior a partir de 2016.

Martín Blengio / Mathías Gonnet / Andrés Passadore / Luca Pratto

Desde Santiago de Chile

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