Termina el fin de semana y los uruguayos se preparan para una de sus actividades favoritas: “dominguear”. Una de las más preciadas tradiciones, como recorrer la feria, comer un asado, ver fútbol o pasear por la rambla en compañía, al menos, de un mate y un termo. La rambla. Recorrer su ancha acera, respirar su aire no tan contaminado y sentir las olas del Río de la Plata chocar contra las piedras que supieron proteger nuestro territorio: la historia parece estarnos hablando.
Entre la historia y la modernidad se debate hace ya algunos años el destino del predio del Dique Mauá, ubicado sobre la rambla costanera sur. Al tratarse de un paseo turístico que une tres barrios históricos de la capital -Ciudad Vieja, Barrio Sur y Centro-, es considerado un punto estratégico de la ciudad, tanto por empresarios como por gobiernos nacionales y departamentales.
Así lo entiende también la constructora Berkes. En junio, la empresa uruguaya presentó al Poder Ejecutivo un proyecto para construir una terminal de ferris y cruceros en el predio del Dique Mauá. La iniciativa, que ronda los 350 millones de dólares, implicaría trasladar de lugar la terminal de pasajeros del puerto de Montevideo, dejándolo únicamente para el transporte de carga. La propuesta incluye además la construcción de un parque urbano, así como la recuperación de edificios históricos, tales como el edificio del reloj y el de las carboneras. Tanto el gobierno nacional como la Intendencia de Montevideo (IM) han expresado interés en el proyecto, que se prevé que sea licitado en los próximos meses. En palabras del ministro de Transporte y Obras Públicas (MTOP), José Luis Falero, Montevideo “lo necesita y lo merece”.
La idea de instalar una nueva terminal de pasajeros llevó a que la Asamblea Permanente Por la Rambla Sur, un grupo de vecinos de la zona organizados en defensa del predio, se reactivara y planteara una vez más su disconformidad. En diálogo con Sala de Redacción, Ramiro Rodríguez, arquitecto e integrante del colectivo, afirmó que la circulación de grandes barcos por la zona afectaría al agua, generando grandes crecidas. “La costa de Montevideo es un área muy peligrosa, sobre todo, la costa sur”, sostuvo, y advirtió que “no se deberían obviar pasos ni estudios” en el desarrollo del proyecto.
Recalculando… Recientemente, el empresario argentino Juan Carlos López Mena, que tiempo atrás intentó promover un proyecto de similares características, descartó públicamente la instalación de una terminal de pasajeros en el predio del Dique Mauá. En cambio, ofreció “donar” un “paseo público” para la zona a elección de la IM. A mediados de agosto, anunció que presentaría el proyecto en “los próximos días”. En respuesta, Falero desestimó la propuesta de López Mena y aclaró que la iniciativa de Berkes continúa en pie. Por su parte, desde Por la Rambla Sur señalaron a Sala de Redacción que no han tenido novedades sobre el nuevo proyecto del empresario argentino y que, por lo tanto, no tienen definida una postura.
Diego Rodríguez, edil del Partido Nacional, dijo a Sala de Redacción que, si bien todavía no ha llegado una propuesta formal a la Junta Departamental de Montevideo, la bancada nacionalista entiende que “es necesaria una inversión importante en la zona para revitalizarla”. Con todo, coincidió en que el planteo de una nueva terminal de pasajeros exige un estudio previo sobre riesgos ambientales. Para el edil nacionalista, la inversión en el terreno del Dique Mauá fomentaría el turismo, a diferencia de la situación actual en el puerto de Montevideo, que definió como “no muy amigable, triste, feo y vetusto”. La capital uruguaya “merece un salto de calidad y una buena imagen al llegar”, agregó.
En tanto, Brenda Bogliaccini, edila del Frente Amplio (FA), expresó a Sala de Redacción que la inversión millonaria que se propone podría generar que los alquileres de la zona subieran “a precios disparatados”, lo cual a su vez podría acabar empujando a los actuales habitantes fuera de esos barrios. A su entender, se debería evitar que “la ciudad se siga dividiendo aún más por sectores económicos, expulsando a los sectores más carenciados hacia los márgenes”. Bogliaccini se mostró a favor de la postura del colectivo Por la Rambla Sur. “Las alternativas no hay que tirarlas a espaldas de los vecinos porque ellos ya lucharon, estudiaron y defendieron ese lugar”, opinó.
Dos gotas de agua distintas
El proyecto de Berkes se asemeja al proyecto que a fines de 2017 presentó López Mena. La iniciativa también implicaba la construcción de un puerto de pasajeros, pero agregaba un centro comercial, un hotel cinco estrellas y un estacionamiento privado. Asimismo, a diferencia del actual proyecto en discusión, el de López Mena pretendía adquirir los predios del Dique Mauá, que hoy en día son propiedad del Estado a través del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM).
En conversación con Sala de Redacción, el entonces ministro de Transporte, Víctor Rossi, explicó que la propuesta del empresario argentino no constituía técnicamente una enajenación del terreno, sino una permuta. “Un predio del Estado se cambiaba por un relleno que se iba a concretar de una superficie mayor de la que se permutaba”, señaló, y lamentó que en su momento desde el MTOP no se logró “que se entendiera la propuesta”.
En 2017 el proyecto de López Mena tuvo el visto bueno de la IM y de una parte del gobierno nacional, en ese entonces frenteamplista. De hecho, fue aprobado por la Cámara de Senadores, pero posteriormente, a raíz de diferencias internas en el FA, fue rechazado por la Cámara de Representantes. El cambio de posición del FA tuvo lugar en un contexto de presión y reclamos de parte de la Asamblea Permanente por la Rambla Sur, creada en agosto de 2018 en rechazo de la privatización de los terrenos del Dique Mauá.
Pese a la aclaración de Rossi, los actuales jerarcas nacionales y departamentales han destacado que López Mena sí planteó una enajenación de los predios, lo cual terminó siendo fundamental para el fracaso del proyecto. Por eso mismo, observan con buenos ojos el proyecto actual de Berkes, que propone construir en terrenos públicos.
Con relación a la propuesta de Berkes, Rossi aseguró que tanto en el MTOP como en la Administración Nacional de Puertos existe preocupación por las “interferencias” que se generan por la confluencia de pasajeros y de carga en el puerto de Montevideo. “El puerto de cruceros se puede organizar bien en el puerto actual”, puntualizó; pero no así el puerto de ferris, dado que “salen dos o tres veces por día y producen un cruce muy concurrido de personas que no puede coexistir con los transportes de carga”, señaló.
En cambio, Rodríguez expresó que “no hay ningún diagnóstico que indique que la terminal de pasajeros tenga que salir del puerto de Montevideo”. Además, afirmó que la IM no puede asignar el lugar aleatoriamente como “si estuviéramos en el paleolítico uruguayo”. A su juicio, la asignación requiere de “otro estudio” para determinar en qué sitio tendría menor impacto una terminal de pasajeros.
A buen puerto fueron por agua. En 2018, una vez truncado el proyecto de López Mena, el MIEM, la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación y la IM organizaron un concurso de ideas con el objetivo de generar otras opciones para la transformación de la zona. Se presentaron más de 50 propuestas y dos fueron seleccionadas como ganadoras, pero no hubo un compromiso concreto de llevar a cabo los proyectos. El actual titular del MIEM, Omar Paganini, dijo que eran “económicamente inviables”, en entrevista con El Observador.
Agua para su molino…
Aunque por ahora el futuro del Dique Mauá es incierto, todas las voces coinciden en que se lo debe restaurar de alguna manera. Rossi afirmó que es “un punto abandonado, lleno de ratas y basura” al que hay que agregarle “belleza” para transformarlo en “algo útil”.
En tanto, Rodríguez, el edil nacionalista, consideró que podría crearse una mesa de diálogo con los vecinos de la zona para evaluar posibles alternativas, pero puntualizó que “no hay que postergarlo más”, porque “mientras debatimos si los vecinos quieren una plaza o una canchita de fútbol, los inversores van a llevar su inversión a otro lado”.
Bogliaccini comentó que este tipo de inversiones podrían realizarse dentro del presupuesto departamental, sin la necesidad de requerir de financiamiento privado. Al respecto, Rossi dijo que cualquier obra en el Dique Mauá requiere “una inversión mayor que la de cualquier otro espacio público”, debido a que “hay que realizar trabajos de contención de infraestructura para que la sudestada no rompa los arreglos al otro día”.
El integrante de Por la Rambla Sur sostuvo que no necesariamente tiene que ser “algo útil” lo que se construya en ese punto estratégico de la ciudad, si se entiende como “útil” algo redituable desde el punto de vista económico. “Tener que vender un espacio público porque hoy en día no se tiene presupuesto para acondicionarlo es un argumento peligroso”, añadió.
El destino de los predios cercanos a “la playa chica que muere en el gas”, según canta Jaime Roos en Durazno y Convención, aún es una incógnita. Pero seguramente tarde o temprano se remodelarán esos terrenos que costean al primer dique seco de Montevideo y que abrazan a la plaza Argentina. Sólo resta saber en qué se convertirán.