“Estamos mal, estamos muy mal, no hemos logrado las básicas garantías para no repetir la cruel experiencia del pasado”, lee Elena Zaffaroni en la Sala Zitarrosa, representando a Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos.

La desaparición forzada por parte del Estado es un crimen de lesa humanidad. Naciones Unidas identifica que la práctica no es privativa de los Estados autoritarios; también es una técnica de represión en democracia. Por esto, el 30 de agosto es el Día Internacional del Detenido Desaparecido, bajo la iniciativa de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Fedefam) para la conciencia y la denuncia de este delito. 
“Es un flagelo que azota a toda la humanidad”, dijo Ignacio Errandonea, miembro de Familiares, en comunicación con Sala de Redacción. Un crimen permanente que trasciende a las víctimas y promueve el miedo; “un crimen que no cesa hasta que se logra conocer todo lo sucedido con cada uno de ellos”, afirmó Zaffaroni.

Símbolo de la memoria

En Avenida de las Instrucciones, casi sobre Bulevar José Batlle de Ordóñez, se encuentra el Museo de la Memoria. En la vereda, el bullicio del tráfico parece inagotable, pero en las inmediaciones del museo la naturaleza hace su magia y predomina el silencio. 

Pese a ser un día casi primaveral de finales de agosto, en la tarde del 30 no hay visitantes en el Museo de la Memoria. Se observa una margarita negra, a la que le faltan pétalos. “Verdad y justicia, derecho de todos, responsabilidad del Estado”, se lee en letras negras, sobre un fondo blanco, una pancarta que ocupa casi la mitad de la fachada. Imposible no verla. 

La exposición se titula “Historia de una flor que floreció en miles”. Es abierta al público, pero no está a simple vista. Para conocerla es necesario adentrarse un poco más en las inmediaciones del museo, hasta llegar al patio interior del edificio: en el centro, una fuente, a su alrededor, las fotos de las Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, algunas en blanco y negro, otras a color. 

En la década del ’70 se conforma la asociación de Madres y Familiares Uruguayos de Detenidos Desaparecidos, unidos por la esperanza de encontrar a los familiares que les fueron arrebatados durante la dictadura cívico militar, que se prolongó entre 1973 y 1985. El retorno a la democracia no trajo paz a las familias que siguen sin respuestas. Hoy en día se contabilizan 197 detenidos desaparecidos, dentro de la larga lista de delitos cometidos por el terrorismo de Estado.

Hasta el año 2020 se desconocía la identidad de la autora de la margarita negra, ese símbolo que tanto se imita y se difunde en el mes de mayo. La autora es Silvia Scarlato: lo diseñó en 1984 mientras era estudiante en la Facultad de Arquitectura. El desafío era que el emblema fuese representativo de Madres y Familiares, pero sin “expresiones explícitas del horror”. La muestra fue inaugurada el 28 de agosto, y permanecerá allí hasta el 30 de octubre.

“La lucha no es solo de Madres y Familiares acá en Uruguay, sino que es a nivel mundial”, dice Errandonea. El parque del Museo de la Memoria esconde en su vegetación otra exposición que denuncia las desapariciones forzadas: la muestra “Contra el olvido” es de la fotógrafa uruguaya Mariana Greif, que documenta un período de manifestaciones y búsqueda de desaparecidos entre 2015 y 2016 en La Escombrera, Colombia. La búsqueda duró seis meses, pero, según escribe Greif, “nada se encontró”.

El camino de la impunidad

Sobre 18 de Julio se preparó una jornada de reflexión en la Sala Zitarrosa, organizada por Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos. Los cupos disponibles para el evento se agotaron en solo un día, pero fue transmitido en vivo a través de redes sociales. Zaffaroni representó a Madres y Familiares. Participó el profesor de Historia Contemporánea y Derechos Humanos, Oscar Destouet. Además, se transmitió un mensaje de parte de Lucía Giudice, abogada del Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (Ielsur). La jornada finalizó con la actuación de Spuntone y Mendaro, dúo reconocido por su canción “Silencio”, escrita en honor a la militante Luisa Cuesta.

Giudice calificó de “admirable” el trabajo de Madres y Familiares en conjunto con la sociedad civil. “El Estado uruguayo no ha ofrecido vías concretas que permitan encaminar procesos judiciales y administrativos tendientes a obtener la verdad”, expresó. También reafirmó que los familiares tienen derecho a conocer el paradero de las víctimas. Resaltó que el Estado uruguayo enfrenta el segundo caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por las desapariciones forzadas de Luis Eduardo González y Óscar Tassino y las ejecuciones de “las muchachas de abril”. En 2011, ante la resolución del caso “Gelman vs Uruguay”, la CIDH sentenció que el Estado uruguayo debía investigar los delitos de lesa humanidad que antiguamente estaban amparados por la Ley de Caducidad. 

“Las políticas de impunidad, negación y silencio recorrieron el continente”, recordó el profesor Destouet: “Tuvimos desaparecidos, pero no desaparecedores”. El sentido del silencio cambió cuando se llamó a la primera Marcha del Silencio el 20 de mayo de 1996. El profesor hizo un recuento histórico de un proceso judicial al que le tomó 22 años concretarse. Fue en julio que la Suprema Corte de Justicia de Italia sentenció a cadena perpetúa a los responsables del Plan Cóndor, entre ellos, al represor Jorge Tróccoli.

Previo al cierre musical, llegó el turno de Zaffaroni. Familiares planteó que la ley de Caducidad “fue un emblema que avaló a la dictadura”. Ante la falta de respuestas del Estado, “la lucha contra el silencio quedó sobre nuestros hombros”, dijo, y afirmó sin titubeos que “todos los avances los ha logrado la sociedad civil”. Errandonea también sostuvo, en diálogo con Sala de Redacción, que en realidad “nunca se le hincó el diente a los perpetradores”. Y que no exigir respuestas a las Fuerzas Armadas “nos fragiliza como sociedad”.

Zaffaroni mencionó que la participación de Familiares en la recolección de firmas para el referéndum de la Ley de Urgente Consideración es motivada por el afán de “un verdadero debate” que vislumbre la opinión del pueblo sobre la ley impuesta. “Entre nuestros desafíos, está no retroceder”, leyó Zaffaroni, y valoró la lucha y el dolor detrás de cada conquista. 

Más que mil palabras

Con motivo de la jornada del 30 de agosto, el grupo de fotógrafos Imágenes del Silencio compartió en redes sociales una nueva serie fotográfica. 

Una de sus muestras más famosas es “196 abrazos contra el olvido”: imágenes en blanco y negro con figuras públicas que abrazan las placas de los detenidos desaparecidos. En esta nueva serie, los personajes que miran directo a la cámara y portan las placas frente a la fachada del Palacio Legislativo, no son figuras públicas. 

“La búsqueda de las personas desaparecidas es un reclamo que trasciende lazos sanguíneos y generaciones”, se lee en la descripción de cada una de ellas.  

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