Rechazado por la Real Academia Española (RAE) pero permitido en ámbitos de la enseñanza, el lenguaje inclusivo va ganando espacios, aunque no logra imponerse. Mujeres vinculadas a los medios de comunicación opinan acerca de la adopción de este lenguaje en periodismo.
En consonancia con la lucha por la igualdad de género, en el Parlamento de Uruguay –así como en diversos ámbitos del resto del mundo- comenzó el debate por el uso del lenguaje inclusivo, que pretende romper con el lenguaje binario, es decir, suplantar las terminaciones plurales en “os”, que se asocian con el género masculino, por “es” de manera de incluir y no distinguir por género; el ejemplo más frecuente es decir “todes” en lugar de “todos”.
La RAE, que se encarga de unificar la normativa lingüística en el mundo hispanohablante, rechaza el uso de este lenguaje por considerar inexistente el vínculo entre la gramática y el machismo. Esta postura parece mantenerse incluso, ante el pedido de informe de la vicepresidenta del gobierno español, Carmen Calvo, sobre la adecuación del texto de la Constitución española a este tipo de lenguaje. En nuestro país, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada (AIDEP), según informó El País, no se oponen al lenguaje inclusivo y dejan librado su uso a la libertad de cátedra de cada profesor.
El Código de Ética Periodística, que aprobó el Consejo Directivo de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) en 2013, contiene un capítulo sobre género y discriminación, que dispone que las coberturas periodísticas utilicen un lenguaje neutro y no sexista. Pero no recomienda nada con respecto al uso del lenguaje inclusivo. Entonces: ¿qué debemos hacer los periodistas?
La presidenta de APU, Victoria Alfaro, dijo a SdR que los periodistas debemos conocer el lenguaje inclusivo, tenerlo presente en nuestras coberturas y que “podemos usarlo siempre en el marco de una comunicación clara”. Agregó que “se puede promover pero no es la principal herramienta en la defensa de los derechos de las mujeres”.
En diálogo con SdR, Pilar Teijeiro, periodista de TV Ciudad, fue categórica al afirmar, que “lo de la ‘e’ no está cerca del periodismo” y consideró imposible o inadecuado usarlo: “En los medios de comunicación no veo que su uso sea el camino porque no se entiende”. Más aún en televisión, dijo, en donde “si no lo entendiste, no tenés manera de volver atrás”. “Somos comunicadores, tenemos que ser responsables de cómo comunicamos”, sentenció.
Ana Laura Pérez, gerente de Producto digital de El País, comentó a SdR que el periodismo debería reflejar los cambios paradigmáticos. Respecto al lenguaje inclusivo, expresó: “no sé si debería usarlo pero sí aprovecharlo para generar conciencia; y ver qué efectos podría tener”. Afirmó que “poner este lenguaje sobre la mesa nos hizo ver cosas que no veíamos, discutir cosas que no discutíamos y observar fenómenos no observados. Si después no hablamos con la ‘e’, no considero que sea una batalla perdida”. Pérez celebró que sea “un fenómeno que tiene origen en las mujeres jóvenes: no es que lo inventaron en un laboratorio, son ellas las protagonistas”.
Según Pérez, muchas personas piensan que hay que usar el lenguaje inclusivo, pero no lo hacen porque no están dadas las condiciones. De todas maneras señaló que “los periodistas no hacen lo que quieren”, y recordó que quiso promover cambios que fueron resistidos por editores y jefes. “Escribí una columna sobre el tema y hubo gente que le pareció bien y a otra le pareció ridícula”, contó. Esa columna tuvo una enorme repercusión en redes sociales: “Casi todos los comentarios que tuvo eran insultos, y en la mayoría de los casos eran apreciaciones sobre un montón de cosas que no tienen nada que ver: mi vida sexual, mi familia, mi cerebro”. “Me sorprende el nivel de violencia”, concluyó.
Las entrevistadas defienden la promoción de un lenguaje no sexista. Teijeiro entiende que ese podría ser el camino: “Trato de trabajar en ese sentido, buscar genéricos que sean inclusivos y utilizar cierta economía del lenguaje”. Pérez agregó que nunca vio discusiones en una redacción sobre el lenguaje no sexista, pero sí presenció “discusiones sobre dejar de decir ‘el travesti’: nos tuvimos que sentar a explicar por qué, y lo mismo pasó con dejar de decir ‘crimen pasional’”.
La academia
En diálogo con SdR, la licenciada en lingüística Virginia Bertolotti opinó sobre el fenómeno del lenguaje inclusivo y su importancia desde el punto de vista lingüistico. “Hay cosas mucho más interesantes que hacer por los derechos de la mujer que intentar visibilizarlos a través de selecciones de sustantivos o cuestiones relacionadas con la morfología del español”, disparó. Reconoció que “tiene un efecto publicitario o propagandístico que pone sobre la mesa la discusión del lugar de la mujer”, pero no cree que el lenguaje inclusivo, por sí mismo, cambie en nada la condición de vida de la mujer.
Para la entrevistada, uno de los mayores inconvenientes que presenta este lenguaje es hablarlo: “Nadie cuando habla tiene conciencia clara de cómo está estructurando lo que dice; es algo muy difícil de controlar, si todos tuviéramos reflexión consciente, los tiempos de procesamiento serían muy lentos y la comunicación muy dificultosa”, dijo. Por eso, considera que si un medio quisiera adoptar el lenguaje inclusivo, quienes trabajaran en ellos “no lo podrían sostener en más de dos o tres frases seguidas”. “Es imposible sostenerlo mucho rato. No está armado así el español”, expresó.
Bertolotti cree que el uso del lenguaje inclusivo es pasajero: “Le falta formar parte de la lengua”, y que eso se debe a que le falta historia. “Entre los 18 y los 36 meses todos los niños internalizan una parte de la lengua que sirve para armar todo lo que van a decir el resto de su vida”, y agregó que en la adolescencia “metes mucho léxico de tu grupo: si vos sos un joven ‘plancha’ vas a incorporar léxico ‘plancha’, si sos un joven de Pocitos que te querés hacer el ‘piola’, seguramente incorpores un poco de léxico ‘plancha’ como chiste”. Bertolotti entiende que alguien que usa el lenguaje inclusivo muestra que está preocupado por la condición de la mujer en la sociedad, pero señala que para que ese lenguaje se imponga “tenés que conseguir mucha gente preocupada por eso y que elija mostrar su preocupación; después tenés que conseguir que esa gente tenga hijos a los que les hablen así y ellos lo internalicen. Si eso sucediera podría llegar a haber alguna modificación del español. Creo que no es probable”, sentenció.
Para la lingüista, no solo parece ser innecesario el uso de este lenguaje sino, además, inútil: “Cuando leemos, no leemos cada una de las letras, el ojo pica en diferentes lugares del texto. Donde diga ‘todes’, la gente va a leer ‘todos’”, sostuvo. “El significado que le vas a dar es el que tenés en tu cabeza que, seguramente sea el masculino genérico que es como funciona el español”, concluyó.
Facundo Gianero