Si Tabaré Vázquez no hubiese vetado el proyecto de ley de la Defensa a la Salud Sexual y Reproductiva en 2008, el Sistema de Salud actual “tendría aborto legal y muy probablemente estas dos mujeres que se nos murieron este año, de 28 y 32 años no se hubiesen muerto”, opinó Lilián Abracinskas, codirectora de la organización Mujer y Salud en Uruguay (MYSU).
En la charla que organizó el Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales sobre la despenalización del aborto, Lilián Abracinskas se refirió a la situación actual del proyecto de ley, al rol que la Universidad de la República ha llevado en el proceso de discusión y generación de conocimiento en éste y otros temas, y al veto presidencial que eliminó el capítulo de la despenalización del aborto de la ley N° 18426 en el año 2008.
Abracinskas afirma que los argumentos que dio Vázquez para fundamentar su veto a la legalización del aborto instaló en el Frente Amplio “algo que hoy tiene sus consecuencias” ya que “va por encima de los principios ideológicos de esa fuerza política, va por encima de la iniciativa que esa fuerza política lleva adelante y va por encima de la decisión parlamentaria”. El veto que Tabaré Vázquez impuso a la ley de Defensa de la Salud Sexual y Reproductiva se realiza “basado en su conciencia personal, en contra de diez de sus trece ministros y sin que efectivamente haya cumplido con todas las precisiones que la Constitución plantea” denunció Abracinskas en el debate.
En la legislación nacional se establecen dos modalidades mediantes las cuales el Poder Ejecutivo puede vetar los proyectos de ley: mediante acuerdo o mediante Consejo de Ministros. En caso que el Poder Ejecutivo vetara bajo la modalidad del acuerdo, se requeriría la intervención del Presidente de la República y del o los Ministros correspondientes a las carteras vinculadas al proyecto de ley en cuestión. Esta fue la modalidad bajo la cual Vázquez impuso su veto.
El veto de Tabaré Vázquez a la despenalización del aborto estuvo firmado únicamente por la ministra de Salud Pública María Julia Muñoz, quien firmó en contra de sus convicciones. Héctor Lescano, a cargo del Ministerio de Turismo y Deporte y Víctor Rossi del Ministerio de Transportes y Obras Públicas estaban dispuestos a firmarlo pero sus firmas no fueron incluidas “porque nada tenían que ver con la ley”, según afirmó Abracinskas. “No lo firma Educación, que ese momento era María Simón y no lo firma el Ministerio del Interior, en ese momento a cargo de Daisy Tournié, que lo debería haber firmado porque se modificaba un delito”.
Frente a esta situación, recordó Abrazinskas, existía la posibilidad de que algún ministro convocara a Gabinete Ministerial y entonces votar uno a uno, para que definiera la mayoría; o la Asamblea General podría haber planteado que había un vicio de procedimiento en la interposición del veto, ya que la firma de al menos el ministerio del Interior no estaba. En cualquiera de estos casos hubiese sido posible la detención de la interposición del veto.
Para que exista un cambio real en la concepción de la salud en nuestra sociedad sería necesario que se dieran tres grandes transformaciones de forma simultánea. Por un lado, que el Estado reconociera plenamente a la mujer como sujeto de derecho y garantizara el ejercicio de los mismos, abandonando su actitud paternalista y se hiciera cargo de los riesgos e injusticias que viven las mujeres a diario. Sería necesario también que los profesionales de la salud, al igual que los políticos, dejaran a un lado sus concepciones ideológicas personales para llevar adelante lo que la población necesita, que es información y garantía en el ejercicio de sus derechos. El tercer eslabón es el cambio en los usuarios; los mismos deberían convertirse en sujetos activos de su salud y reclamar al mismo tiempo que ejercer sus derechos. A estos tres actores se agregaría uno más, al que hizo referencia Abracinskas en su exposición: la Universidad de la República. Cabe destacar que el debate sobre la despenalización del aborto y el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres no surgió desde la academia. Fueron las organizaciones sociales y luego algunos sectores políticos que apoyaron, quienes comenzaron a presionar para la conclusión de este debate. En este sentido, se hace necesario que la Universidad recurra a sus actores para aportar desde la creación de conocimiento nuevo, así como desde la complementariedad que puede surgir con los saberes que desde hace décadas el movimiento social viene generando en esta temática.
Refiriéndose a esto Abracinskas declaró “me parece que hoy por hoy es crucial que todas las facultades vinculadas por lo menos de la Universidad de la República estudien esta situación y lo hagan desde la forma comprometida. De lo contrario investigar sería solo generar informes para los currículos personales, hacer diagnóstico y saber cuál es la realidad pero sin intervenir en ella y nosotros creemos que la UdelaR es crucial para dar insumos a que en este país se tomen políticas informadas entre otras cosas”.
Joaquina Sanguinetti
 

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