La ley que regula y controla el mercado del cannabis fue un motivo de festejo para muchos uruguayos que estaban esperando ansiosos el poder tener sus propias plantas o juntarse con otros y plantar en clubes. Desde hacía muchos años en Uruguay había una vacío legal que no penaba el consumo de cannabis, aunque su comercialización y cultivo estaban prohibidos, lo cual era toda una paradoja.
El proceso hacia la legalización fue largo. De acuerdo a lo relatado por el periodista Guillermo Garat en su libro “Marihuanas y otras Yerbas”, fue en 2006 durante la primera presidencia frenteamplista de Tabaré Vázquez que los jóvenes del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Socialista pusieron el tema sobre la mesa e instauraron el debate. Pasaron 12 años de marchas, fumatas y discusiones sobre proyectos de ley en ambas cámaras hasta que en 2014, casi al final de la presidencia de José Mujica, se logró la regulación del cannabis psicoactivo de uso recreativo.
Es importante destacar que en la Ley 19.172 de Regulación y Control del Cannabis hay diferencias según se trate de cáñamo industrial, medicinal o cannabis psicoactivo, que es el que se utiliza de forma recreativa. Actualmente la dificultad para comprar, vender, producir o importar semillas está relacionada con esta última variedad. En el texto de la norma se establece que “Se entiende por Cannabis psicoactivo las sumidades floridas con o sin fruto de la planta hembra del Cannabis, exceptuando las semillas y las hojas separadas del tallo, cuyo contenido de tetrahidrocannabinol (THC) natural sea igual o superior al 1% (uno por ciento) en su peso”.
La implementación de la ley no fue sencilla, llevó algo de tiempo organizarse para poder registrar a los clubes cannábicos y reglamentar su funcionamiento, así como abrir el registro para aquellos que optaron por un cultivo en sus hogares. De acuerdo a la información publicada en el sitio web del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), en la actualidad existen 135 clubes de membresía que nuclean a 3.976 personas y 7.606 personas registradas para el cultivo doméstico (datos actualizados al 29/10/2019), además de las 38.006 personas adquirentes en farmacias.
De las tres formas que prevé la ley para acceder a las flores de cannabis psicoactivo, hay dos (cultivo doméstico y clubes de membresía) que requieren que ciudadanos comunes gestionen material genético, es decir disponer de semillas o esquejes* para poder tener las plantas de marihuana, de las cuales cosecharán las flores para consumo. El inconveniente actual que tienen las personas o los clubes que se inician por primera vez en el cultivo de cannabis psicoactivo es que no disponen de lugares autorizados y regulados por las autoridades donde comprar semillas o esquejes para iniciar su actividad.
El IRCCA -cuya creación estuvo prevista también en la ley 19.172- es el organismo encargado de, entre otros cometidos, “regular las actividades de plantación, cultivo, cosecha, producción, elaboración, acopio, distribución y expendio de cannabis”. En el artículo 46 de la misma ley se establece que “El IRCCA, en ejercicio de sus cometidos, realizará en forma exclusiva la importación de semillas o esquejes para el cultivo de plantas de Cannabis psicoactivo para ser destinada a los Productores de Cannabis Psicoactivo para dispensación en Farmacias, Clubes de Membresía y para las personas físicas que cultiven en forma doméstica.” Sin embargo, a cinco años de promulgada la ley, el Instituto aún no ha logrado cumplir este cometido que la ley prevé.
Martín Rodríguez, director del IRCCA, fue consultado por Sala de Redacción sobre cómo puede un club cannábico o un cultivador doméstico iniciar su actividad si no tiene previamente semillas o esquejes de plantas, a lo que contestó que hoy por hoy el único mecanismo viable es la donación, que está totalmente permitida.
A su vez la ley prevé que de un año para el otro, estos pueden autoabastecerse, es decir que de un año a otro tanto los clubes como las personas que cultivan en sus casas, pueden reservar semillas o esquejes para uso propio o para donar.
Regulación de la venta de semillas
Algo que resulta evidente para cualquiera que pase por la puerta de un grow shop** o que realice una simple búsqueda en internet, es que a pesar de que el IRCCA no ha dado aún autorización para la producción, importación o comercialización de las semillas de cannabis psicoactivo, efectivamente se están vendiendo.
Rodríguez afirmó que el IRCCA conoce esa actividad irregular y que la misma “desnuda que todavía hay un vacío regulatorio”. Según comentó, se inició hace algún tiempo el proceso para realizar importaciones de material genético, pero no fue exitoso: “Uruguay hizo una revisión de opciones para ver cuáles son las fuentes posibles de productos de semillas, de esquejes o plantas para los destinos diversos que tiene esta actividad, pero no encontró operadores que tuviesen el respaldo de sus autoridades locales. Se pueden identificar bancos de semillas en distintas partes del mundo a través de internet, pero en general no cuentan con las autorizaciones de las autoridades sanitarias de los países de origen”, sostuvo.
Sin garantías
La no regulación de la importación y venta de semillas de cannabis psicoactivo implica que actualmente los usuarios deban comprar semillas, que si bien cuentan con la información relacionada a la subespecie y el perfil canábico, no tienen garantías de que la información sea veraz.
Al comprar o recibir una donación de una semilla o esquejes de cannabis los usuarios buscan que las semillas sean de plantas hembras, ya que son estas las que proporcionan las flores para consumo. A su vez también toman algunas decisiones de acuerdo a los efectos buscados. Deben elegir entre las subespecies índica o sativa; índica produce un efecto relajante y cierta alteración en los sentidos, mientras que la sativa tiene efectos más eufóricos y creativos. Luego también inciden otros factores relacionados con el clima, y si es un cultivo indoor (adentro y con luz artificial) o outdoor (al aire libre).
También los usuarios suelen elegir sus plantas de acuerdo al perfil canábico de las mismas, es decir, cuánto tetrahidrocannabinol (THC), cuánto cannabidiol (CBD) y otros componentes orgánicos tendrán las flores de sus plantas al ser cosechadas. Un mayor porcentaje de THC asegura mayores efectos psicoactivos, mientras que un alto CBD provee mayores efectos medicinales.
La mayoría de quienes venden por internet o en los grow shop cuentan con un amplio catálogo de variedades con nombres algo psicodélicos, que especifican cuánto THC y cuánto CBD tienen las plantas, pero como se ha dicho anteriormente, no existe en nuestro país un organismo competente que avale esa información.
Otra dificultad para los compradores de semillas no reguladas es que quien vende puede fijar el precio a su antojo. En varios sitios web uruguayos (disponibles en Google) se puede consultar el valor de las semillas y en promedio el precio por tres de ellas varía entre los 600 y los 1500 pesos.
El dueño de otro grow shop, quién prefirió no revelar su nombre, comentó que las tarifas se fijan en relación al precio que se paga al banco de semillas de origen, que en general está en Europa. A este precio original se le agrega un sobreprecio de acuerdo a la dificultad para ingresar esas semillas al país, ya que deben hacerlo de forma ilegal, con el riesgo de que se pierdan algunas en el camino al ser decomisadas.
Comandante César Díaz
Leonel, integrante del Club Cannábico El Piso contó a Sala de Redacción que desde el nacimiento del club vienen plantando la misma variedad llamada “César Díaz”. Según el entrevistado, hace algunos años en el club probaron cruzar dos variedades llamadas “AK47” y “Granda Deep Purple”. Pensaron que el experimento no había funcionado, sin embargo una de las plantas resultó ser hembra y dar una floración de excelente calidad con un alto porcentaje de THC.
Los integrantes del club decidieron registrar esta variedad, que tomó como nombre la calle dónde se encontraban en ese momento. Es así que se llama igual que el militar uruguayo que en 1858 estuvo al mando en la batalla de Caseros. Según contó Leonel, tal como la ley lo prevé, ellos registraron ante el Instituto Nacional de Semillas (INASE) esta variedad de marihuana, también en el Registro de Propiedad de Cultivares para proteger su propiedad, sin embargo aún no tienen permitido comercializarla.
Martín Rodríguez dijo a Sala de Redacción que el IRCCA también ha registrado cuatro variedades llamadas Alfa, Beta, Gamma y Epsilon, dos de las cuales son las que están utilizando las empresas productoras contratadas para abastecer los expendios en farmacias.
Rodríguez comentó que en este momento el IRCCA y el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) están en conversaciones para lograr implementar estos artículos de la ley que prevén la regulación de la venta de semillas y esquejes pero que todo depende de “los énfasis regulatorios y cuáles son las prioridades que cada institución se fija”. Según dijo, hace más de tres años que trabaja en el Instituto y ya el tema estaba instalado, pero “por distintas razones ha sido difícil avanzar, entre otras cosas porque no hay, incluso a nivel internacional, ni referencias ni claridad regulatoria como para poder definir la actividad”.
Finalmente Rodríguez destacó que poder regular y controlar el origen y la producción de semillas puede ofrecer al país un valor agregado que no tiene y que podría resultar en beneficios económicos: “podemos ofrecerle al mundo, a las empresas de cannabis medicinal o para diferentes tipos de investigación un origen claro, legal, transparente y controlado de variedades de cannabis. Es sin dudas un plus que nuestro país puede aportar a partir de su regulación”.
*Tallo, rama o retoño de una planta que se injerta en otra o se introduce en la tierra para reproducir o multiplicar la planta.
**Traducido del inglés sería “tiendas de cultivo”, es decir, tiendas especializadas para el asesoramiento y la venta de insumos relacionados al cultivo de cannabis.