El 1 de noviembre se celebra el día mundial del veganismo, un movimiento que como filosofía de vida busca dejar de consumir animales y sus derivados. A pesar de vivir en un país ganadero, es una decisión que cada vez toman más personas en Uruguay, donde la carne es mucho más que una opción a la hora de comer: es tradición, es el asado del domingo y, por lo tanto, sinónimo de reunión de amigos o familia.
Actualmente, son muchos los que deciden salir de esta cuadratura, cuestionarse el consumo animal y elegir una alimentación y un estilo de vida vegano o vegetariano. La diferencia entre ambos radica en que el vegetarianismo es una dieta que, de hecho, es puesta en práctica desde hace un largo tiempo por la población uruguaya; mientras tanto, el veganismo es un estilo de vida que no sólo abarca la alimentación, sino también todas las necesidades de consumo. Mientras que el vegetariano no consume carne animal pero sí sus derivados como huevo, leche y quesos, el vegano los descarta y también lo hace con las prendas hechas a base de animales a la hora de vestir o calzar, o con cualquier otra acción que implique el consumo animal.
Según la Unión Vegetariana y Vegana del Uruguay, en 2019 había 120.000 personas vegetarianas o veganas en el país. Datos de censovegano.uy, un proyecto realizado este año por un grupo de veganos activistas que, con apoyo de organizaciones, emprendedores y empresas, crearon un recuento de personas veganas en Uruguay, muestran que dos tercios (66%) de quienes adoptan este estilo de vida vive en Montevideo, mientras que el resto (33%) reside en departamentos del interior. En cuanto a género, 81% de la población vegana son mujeres, 16% son varones y 3% se define como no binario. Dichos porcentajes se basan en el relevamiento de 1.590 personas que hasta el momento completaron el formulario.
Experiencia
Sala de Redacción dialogó con Jimena Xavier, quien desde hace cinco años lleva un estilo de vida vegano y, al mismo tiempo, es emprendedora y madre, áreas de su vida en las que también aplica el veganismo. “Desde chiquita tuve un gran amor por los animales, antes de ser vegana fui vegetariana diez años por esa razón; cuando comencé a dejar de consumir carne tenía 15 años”, cuenta. A pesar de ser una adolescente en ese entonces y de vivir en el interior, razón por la que muchas veces el proceso de transición puede tornarse complicado, Xavier manifiesta haber contado con el apoyo de su familia: “Mi familia tiene campo en Salto, mi padre fue quien menos contento quedó con la idea, pero mi madre me apoyó y me preparaba comidas separadas”, recuerda.
Unos años después, al hacerse vegana y dejar de consumir derivados, lo que más le costó fue sustituir quesos y fiambres, pero también se encontró muy a gusto con la variedad de sabores que la comida vegana ofrece. “Hay opciones, cada vez más, por eso no me pareció difícil y fui aprendiendo que al huevo lo sustituís por harina de garbanzos con agua, que los fimbres ya existen y te podés dar un gusto, casi todo se encuentra”, señala, y agrega: “Me daba culpa comer, por eso tomé la decisión y creo que también es el motivo por el cual me fue bastante fácil el cambio”.
Emprender
De la búsqueda de sabores y el descubrimiento de cosas nuevas y veganas es que Xavier decidió emprender con “Tentación vegana”, para ofrecer productos dulces como alfajores, masitas o cajas navideñas, entre otros. “Hace cuatro años, cuando éramos muy pocos emprendedores veganos y una sola persona haciendo alfajores, decidí hacer los míos y ofrecer más sabores, algo más que lo clásico”, cuenta, y agrega que su idea principal en ese momento era “ofrecerle a las personas lo mismo que comían antes, pero veganizado”.
Para Xavier, la demanda ha crecido junto con los emprendimientos y eso significa que son cada vez más las personas que se unen a cambiar su estilo de vida. Según dice, es algo que nota en sus colegas, en los pedidos que le llegan a su propio emprendimiento y en el diálogo que mantiene con sus clientes.
“Al principio, cuando controlaba mi embarazo no le decía nada a los médicos, porque mi hija estaba saludable y si decís que sos vegana muchas veces cambian el trato”, relata en relación a su experiencia con la maternidad. En ese plano, solo una vez tuvo una mala experiencia: “En medicina general, fui por un control de otra cosa, salió el tema y le conté a un médico que mi bebé era vegana y la cara se le transformó, me repetía que me iba a arrepentir. Eso me dejó mal, fue un momento incómodo”. A pesar de eso, su hija, que hoy tiene dos años, está perfectamente bien de salud. “En los controles la pediatra me dice que está bárbara y los chequeos siempre le dieron bien”, agrega. Como madre pretende inculcarle que en un futuro continúe con la alimentación vegana y sobre todo “contarle la verdad, porque si a mi me hubieran dicho lo que realmente comía, no habría elegido comer ningún animal, pero si quiere probar, no le voy a cerrar la puerta”.
Por último, le dejó un mensaje para quienes estén en la duda de cambiar su estilo de vida: “Anímense y prueben, emprendan si lo desean, se van a encontrar con una gran variedad de sabores y una gran demanda, porque cada vez somos más; es un cambio por los animales y por el planeta”.