A fines de los sesenta y por encargo de Sergio Bóffano, director de arte en el semanario La Mañana y el vespertino El Diario, Williams Gezzio comenzó a dibujar al ahora mítico indio charrúa Charoná. Niños uruguayos de todas las edades crecieron con ese personaje, quizá su único referente de una etnia con la que nuestro país se auto identifica, a pesar de renegar de su herencia indígena.

Uno de estos niños era Gerardo Sosa, integrante de la Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa (ADENCH), quien conversó con Sala de Redacción y contó que lo único que recuerda de su época escolar vinculado a lo indígena es la revista homónima del personaje y un mapa del Uruguay donde se podían encontrar de acuerdo a colores la ubicación de los charrúas, chanás, yaros, bohanes y minuanes. “Poco se nos informaba sobre ellos; que conformaban tribus no muy numerosas, apenas algunos aspectos de su indumentaria, de sus chozas y armamento rudimentario. Una imagen disociada de su participación en la Revolución Artiguista”, agregó.

Hoy día, algunos proyectos de entretenimiento o “cultura pop” -con intención educativa o no-, buscan que la representación de los pueblos originarios de nuestra región y país sea más variada y visible. Sala de Redacción también habló con Luis “Yayo” Arellano, creador de Crónicas de Sayaní*, una historieta estilo manga o comic japonés protagonizada por charrúas, y con Florencia Fernández, quien está al frente de Humanos: Las Aventuras de Fro por América Latina**, un videojuego en el que una adolescente uruguaya se encuentra con diferentes poblaciones originarias de la región y los problemas a los que se enfrentan.

Décadas después que Gerardo, jóvenes como Luis también estaban expuestos a referencias similares. El historietista cuenta que en el liceo le llamó la atención que “a los charrúas se los mencionaba poco y nada”. Años después, descubrió que habían sido partícipes de los procesos independentistas del Uruguay, para luego quedar relegados. Cuando conoció los hechos de Salsipuedes, ahí “le cerró todo”.

Arellano no sabe si tiene ascendencia indígena, en cambio Sosa sí. En su niñez convivió con sus abuelos paternos en las afueras de Río Branco: “el indio” tenía una relación particular con la naturaleza, con el monte y una forma especial de domar a los animales, mientras que “la china” sabía de herboristería y curaciones preservadas por la memoria oral. Pero en la televisión había películas de John Wayne, quien encarnando a diversos personajes aniquilaba indígenas en el “salvaje oeste”. Entonces, Sosa reconoce ahora que estos nativos americanos eran considerados primitivos “al igual que hoy en Uruguay, algunos integrantes de la clase política y de la intelectualidad insisten en que representan la barbarie”, subrayó.

Vientos de cambio

Para Sosa, la sociedad uruguaya “vive un proceso de reemergencia indígena”, en relación a que diversos colectivos indígenas reclaman su espacio en la arena pública e implementan obras culturales que buscan aumentar la presencia indígena en el imaginario popular. Ya en 1985, el dramaturgo Alberto Restuccia estrenaba la obra teatral Salsipuedes, el exterminio de los charrúas, una mirada a nuestra identidad a partir de la matanza de 1831. Recientemente, el documental El País sin Indios (2019), de Nicolás Soto y Leonardo Rodríguez, amplifica la voz de varios de estos colectivos e individuos.

Otros proyectos recientes incluyen a El Charrúa Ilustrado, un libro infantil editado en 1998 por Elena Gil Hernández, o la historieta Yatay: El Diente del Jaguar (2015), sobre un niño ficticio sobreviviente de Salsipuedes, por el propio Gerardo Sosa y Nicolás Rodríguez Juele. Éste último también incluyó elementos indígenas en su obra Muxica – La historieta charrúa, con cuatro volúmenes editados entre 2007 y 2010. 

La ciencia también ha realizado aportes para reivindicar la herencia indígena de nuestro país: trabajos realizados en 2005 por la química farmacéutica y experta en biología molecular Dra. Sinthia Pagano indican que un 38% de la población del país tiene ascendencia indígena por vía materna. En 2017, estudios dirigidos por la antropóloga Mónica Sans sitúan este número en un muy similar 34%.

Una heroína de armas tomar

Alrededor del año 2016, “Yayo” Arellano ya trabajaba en Crónicas de Sayaní. El primer capítulo saldría ese año, en la publicación antológica Powah! Deluxe II, para luego editarse los tres primeros episodios en un libro dedicado enteramente a Sayaní. En 2019 editó un libro con una versión retocada de estos tres capítulos, más otros tres, conformando el primer volumen de la historia. Mientras tanto, el cómic se publicaba de manera gratuita en internet.

El cómic surge con la intención de hacer una historia de aventuras, con una ambientación histórica y algún personaje real como el Cacique Venado, pero decididamente ficticia. Sayaní, la protagonista, es una joven guerrera charrúa, segunda al mando de su tribu. Este grupo, que se enfrenta a invasores portugueses y maleantes criollos, ve su rutina distorsionada por la llegada de un matrimonio de cronistas españoles. Dos siglos después, un adolescente uruguayo encuentra el libro que escribieron, redescubriendo la historia.

La idea de Arellano nunca fue hacer un cómic histórico, o con contenido educativo. Sin embargo, siempre quiso representar con respeto a los charrúas y pese a algunas licencias, ser lo más correcto posible. Eligió a esta etnia por esa falta de representación que sintió habían tenido en su educación. Movido por causas similares, eligió que la protagonista fuera una mujer, ya que en la historia generalmente quedan relegadas a ser “la esposa de”.

Humanos somos

En la misma época en que comenzaba a gestarse Sayaní, Florencia Fernández, licenciada en gestión cultural, comenzaba a desarrollar el videojuego Humanos que apunta principalmente a un público entre 9 y 12 años. Fro es una liceal uruguaya que se ve transportada a un pueblo en la Patagonia y mientras aprende términos del mapudungún -la lengua mapuche-, ayuda a los habitantes del lugar a resolver un problema ambiental. La protagonista descubre que una empresa petrolera está vertiendo residuos tóxicos en el río cercano al pueblo, pero el problema es todavía más complicado porque la petrolera es la que emplea a la inmensa mayoría de los lugareños, ha financiado los arreglos de la plaza y otros espacios del pueblo. Para Fernández, es un entramado complejo porque “no basta con decir ‘saquemos a la petrolera’ y todo se resuelve”.

En 2017, Humanos fue uno de los proyectos seleccionados por el Fondo Concursable para la Cultura del MEC. “Empezamos a trabajar fuerte en el juego y gracias al apoyo económico del fondo lo encaminamos un poco más”, cuenta Fernández. Sin embargo, puntualizó que gran parte del equipo trabaja en el juego de manera honoraria: “imagínate que hay un montonazo de gente laburando que no tiene nada que ver con el Fondo, porque cuatro años no se sostienen de otra manera”, entre otras cosas porque no quieren que el juego tenga sponsors comerciales.

El juego nace de la tesis de grado de Fernández, que giraba en torno a la diversidad cultural. La idea era proporcionar herramientas para que los docentes puedan trabajar el tema y desarrollar las llamadas “habilidades blandas”. Así surge Humanos, para trabajar sobre la diversidad cultural “desde lo más cercano hacia lo más lejano”, comentó.

Decidieron centrar el juego en un recorrido por Latinoamérica, donde el niño o la niña se encuentre con distintos desafíos que puede resolver en conjunto con las comunidades que viven en esos espacios. Pueden ser problemas como los nuestros, pero los enfrentan “de una forma distinta, justamente por su bagaje cultural”, culminó.

El equipo de Humanos incluye al antropólogo Antonino Zunino, quien junto a profesionales de la educación ayudó a que el juego evitara caer en estos clichés; “eso fue central para nosotros. Si jugás al juego te das cuenta que Fro jamás resuelve nada”, dijo Florencia. La adolescente, siempre tiene como objetivo último volver a casa, algo coherente para una adolescente que no sabe cómo llegó al lugar. Como mucho, lo que hace es desbloquear pequeñas cosas para que sucedan, que suceden porque la comunidad está organizada.

Desde afuera y hacia adelante

En el caso de Crónicas de Sayaní, Arellano nos cuenta que recibió devoluciones por parte de gente con ascendencia charrúa, incluso de algunas involucradas en agrupaciones similares a ADENCH. Es consciente de que estas personas además pertenecen al ambiente del cómic y le gustaría saber que reacción causaría su trabajo en gente que no maneja necesariamente esos códigos narrativos o estéticos. Al menos, sabe que entre el público escolar Sayaní tiene fans, porque a comienzos de este año lectivo una maestra y estudiante de antropología, lectora de su obra, se comunicó con él para contarle que estaba usando sus personajes como punto de partida para hablar sobre los charrúas en clase. Cuando la situación sanitaria lo permita, la idea es que el autor vaya a dar una charla a los alumnos.

El juego comienza ahora su etapa de testeo colaborativo abierto, invitando a todos los que lo deseen a descargar el demo, aunque hay que tener en cuenta que solo se encuentra disponible para dispositivos Android. Un punto de contacto importante con los niños y el público en general va a ser a través del Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI). Antes del testeo abierto, el juego fue compartido con los integrantes del Consejo de Niños del MAPI, una instancia donde los usuarios más jóvenes han ayudado a diseñar y montar exposiciones para el museo, entre otras cosas.

Para el equipo detrás del juego, el principal desafío es el económico. Aún con una labor colaborativa de programadores, diseñadores, artistas, actores, guionistas y expertos académicos, desarrollar un videojuego cuesta mucho dinero. Por ahora, el foco está en “poner a prueba” el demo con el público, y ver qué hay que pulir.

Arellano ya está trabajando en la siguiente etapa de Crónicas de Sayaní. Cuenta que en próximos capítulos podremos ver algún flashback, donde Venado lucha codo a codo con Artigas, además de presentar a otros personajes históricos como el mismísimo Fructuoso Rivera. Lo que sí es seguro es que, antes de la edición impresa del libro, cada capítulo estará disponible online.

*Crónicas de Sayaní puede ser adquirido en formato papel en librerías de plaza y leído gratuitamente en formato digital en faneo.es/comics/cronicas-de-sayani/

** El demo de Humanos puede ser descargado de humanosvideogame.itch.io y puede seguirse su desarrollo en sus cuentas de Facebook e Instagram: humanosvideojuego

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