El viernes 16 de setiembre falleció a los 71 años Mario Wschebor Wonsever, universitario de excelsa trayectoria académica y profundo compromiso social y político. Fue el fundador y primer decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar) entre 1990 y 1998. Los estudiantes lo recuerdan no solo por el esfuerzo de deletrear su apellido, sino -y sobre todo- por su pasión por la investigación científica y la enseñanza universitaria.
Wschebor nació el 3 de diciembre de 1939 en Montevideo. Era doctor en matemática por la Universidad de Paris-Sud, y hasta la semana pasada ejercía como profesor titular del Centro de Matemática de la Facultad de Ciencias. Si bien contaba en su haber con 65 publicaciones y más de 40 artículos en revistas arbitradas, no dejaba de tener tiempo para ejercer docencia con incluso estudiantes de las generaciones de ingreso, sin perder nunca su pasión por la profesión y el amor por la disciplina.
Su esposa, Adela Pellegrino, es también docente de larga trayectoria como demógrafa en la Facultad de Ciencias Sociales. Además, todos sus hijos compartieron su afición por la vida universitaria. Nicolás, docente de Facultad de Ingeniería, fue secretario general de la Asociación de Docentes de la Udelar; Margarita es asistente en Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Medicina, e Isabel, docente de la Facultad de Humanidades, es investigadora en el Archivo General de la Universidad.
Desde joven demostró su compromiso con la educación nacional, convirtiéndose en un destacado militante de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), donde participó en la lucha por la reforma de la Ley Orgánica universitaria de 1958. A futuro, ya desde el orden docente, fue uno de los más importantes impulsores de su actualización. Como tantos militantes, durante los años más oscuros, también él sufrió el destino del exilio, pasando esos años en Argentina, Venezuela y Europa.
Militante de la Vertiente Artiguista, es recordado como propulsor de la creación del actual Sistema Nacional de Investigadores, y entre sus aportes permanentes sobre educación, Mario fue coautor del polémico “Documento de los cuatro decanos” junto a Álvaro Díaz (Agronomía), Roberto Scarsi (Veterinaria) y Eduardo Touyá (Medicina).
Presidió la Unión Matemática de América Latina y el Caribe entre 1995 y 2001, y desde el 2005 al 2009 el Centro Internacional de Matemática Pura y Aplicada. Entre una interminable lista de distinciones, en 1991 fue galardonado como Caballero de la Orden del Mérito por el gobierno de Francia, y en 2007 recibió el premio Morosoli de oro en reconocimiento a sus aportes a la cultura nacional. Además, la semana pasada el Consejo Directivo Central de la Udelar impulsó, junto al Ministerio de Educación y Cultura y el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas, su candidatura al Premio México de Ciencia y Tecnología 2011.
El último adiós de sus seres queridos y allegados tuvo lugar el sábado en Martinelli. El domingo fue homenajeado en el hall de la sede de la Udelar, donde hicieron uso de la palabra el rector Rodrigo Arocena, y Rodolfo Gambini, miembro de la Academia Nacional de Ciencias, espacio que también integraba Wschebor.
Federico Barreto


Tanto la FEUU, como el Centro de Estudiantes de Ciencias (C100) dejaron manifiesto su recuerdo a partir de dos declaraciones públicas.  Sala de Redacción las reproduce a continuación.
Del C-100 en honor a la memoria de Mario Wschebor:
Sin lugar a dudas, cualquier estudiante que haya rondado por el C-100, aunque más no sea lateralmente, en cualquier época, habrá escuchado hablar de Mario Wschebor; ya sea como docente, como Decano o Consejero, como referente de la Facultad de Ciencias o simplemente como universitario que, con particular pasión, opinaba sobre los más diversos temas, especialmente aquellos vinculados la educación en nuestro país. Y más aún, esos estudiantes habrán aprendido a quererlo y a escribir bien su apellido.
Uno podía discutir con Mario en la cantina, en el ascensor o donde fuera, y sobre muchos temas. Siempre estuvo dispuesto a recibirnos, y en el acuerdo o en la discrepancia, dedicar algunos minutos a intercambiar opiniones, y en algún caso, hasta dejarse convencer. Discutía con tenacidad sobre la política nacional y universitaria, sobre matemática. Con esa misma tenacidad recorría el pizarrón en sus clases, incorporando las anécdotas y disgresiones (palabra que prefería por sobre observaciones) que no estaban en los libros de texto, y nos enseñaba la pronunciación (que nunca sabremos si correcta o no) de cuanto nombre de matemático apareciera en algún teorema.
No se puede dejar de recordar el compromiso de Mario Wschebor para con la transformación de la Universidad. En el proceso de Reforma Universitaria iniciado hace algunos años nos tocó coincidir y también discrepar fuertemente, aunque siempre de forma cordial y fraterna.
Sin lugar a dudas fue un científico brillante y un docente comprometido. Nos deja como legado un sinfín de aportes al área de la probabilidad y al estadística. Galardonado con incontables reconocimientos nacionales e internacionales, Mario nunca olvidó la importancia de formar a las nuevas generaciones. Los que somos más jóvenes, le recordamos como uno de los primeros y pocos profesores titulares de la Facultad, que luego de más de cincuenta años de docencia, no titubeó a la hora de dirigirse a un salón de actos colmado de estudiantes recientemente ingresos a la Universidad, en cursos como el de Matemática I.
En esté último tiempo Mario siguió constituyendo una referencia para el C-100 dentro de Facultad, con su influencia muchas veces invisible para nosotros mismos. Por ejemplo, cuando en diciembre de 2009, con Mario ya alejado del CDC, la Universidad resolvió que los estudiantes que tuvieran una asignatura previa de la enseñanza secundaria para rendir en abril pudieran ingresar a la misma. Esta propuesta surgió desde el C-100 pero en realidad se originó en una política de la Facultad sostenida desde su inicios, y con Mario como uno de sus principales pilares. Fue una idea que atravesó a todas las generaciones de la breve e intensa historia del C-100. Cada vez que en la Facultad se arremetía contra “la previa”, el C-100 iba en busca del respaldo de Mario. Y Mario no escatimaba en su respaldo, agregaba argumentos y defendía sólidamente la continuidad de la política de “la previa” desde donde le tocara actuar. Siempre decía que no se podía alejar a un chiquilín del sistema educativo por un mes con la Semana de Turismo en el medio, que eso era una aberración del sistema. Y ahí seguía con su pasión por transformar el sistema educativo nacional. No tenemos dudas, que sin aquel apoyo sistemático de Mario, hoy la situación sería muy diferente. De ahora en más, deberemos recordarle a todos los estudiantes como se gestó esta emblemática propuesta que el C-100 hizo suya durante muchas generaciones.
Habrá muchas formas de recordar el legado de Mario, pero seguramente ninguna como redoblar su compromiso tenaz con la transformación de la educación pública.
A un militante comprometido con los principios más valiosos de la Universidad pública, autónoma y cogobernada, a un profesor apasionado, a un científico que dejó una huella imborrable, el C-100 hace llegar su entrañable saludo.
Un último y perdurable saludo
Ante la desaparición física de Mario Wschebor, la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay expresa su más sentido pésame a familia, amigos, colegas y seres queridos.
Durante más de 50 años, Mario formó parte de los debates más importantes de nuestra querida Universidad de la República. Demostró una y mil veces su preocupación por el sistema terciario de enseñanza y su compromiso con los principios más caros de la Universidad pública, autónoma y cogobernada.
En su juventud compañero de la Federación de Estudiantes en la militancia estudiantil, muchas generaciones crecieron junto a él. Al regreso del exilio muchas más generaciones tuvieron la oportunidad de escucharle, de discutirle y de aprender.
Como docente de matemática deja una huella imborrable. A sus estudiantes, a sus colegas, les dedicó lo mejor de su tiempo para reflexionar y cultivar aprendizajes juntos. Sus incontables aportes al mundo académico, merecieron numerosos reconocimientos por parte de la academia internacional hasta estos días, y son uno de los legados de su incansable tarea como universitario.
A la Universidad, al sistema educativo uruguayo, deja su sabiduría, y el honor de haber contado hasta sus últimos días con sus propuestas, su tenacidad y accionar comprometido.
Mario fue un militante imprescindible, un profesor ejemplar. A este militante de todas las horas, la FEUU le hace llegar un último y perdurable saludo.
ASCEEP-FEUU

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