“A todos los que lucharon y se quedaron en el camino”
Esta no es la primera vez que Ruben y Mario son entrevistados, y probablemente no sea la última. Hace “como diez años”, de turistas en un museo de México, se toparon con una foto suya con un cartel que decía “nuestro hijo es hetero, pero igual lo amamos”. La foto se viralizó en todo el mundo y les permitió abrir el diálogo con la gente.
– Ruben (R): Esto es una batalla que uno la lucha con carteles, con presencia.
– Mario (M): Molestar, molestar, molestar. Que no te gane la vagancia. Nosotros somos grandes… a los camiones con música claramente no llegamos. ¡No nos da la nafta!
Todos los años traen un cartel diferente a la Marcha de la Diversidad. Mario dice que sin querer, vivieron una mágica historia. Cuentan que su mayor logro como pareja fue cuando lograron ser padres del primer hijo legítimo de una familia homoparental en Latinoamérica.
-M: Las demás familias homoparentales de acá tienen gurises de 10 años, el nuestro va para los 27.
– R: ¿Sabés qué carrera hizo? Es oficial de la Armada Nacional.
– M: Todo el mundo pensaba que iba a ser bailarín o algo así.
En los 90’ el diario La República hacía el suplemento “Susurros”. Los lectores podían dejar mensajes, muchas veces bajo seudónimos. Ruben escribió en Mercedes y Mario leyó en Montevideo. Ruben recibió 78 respuestas a su invitación de “felicidad seria, auténtica y discreta”, y Mario fue uno de los dos seleccionados para tener una cita el 8 de agosto de 1992. Un año después, participarían en la primera Marcha del Orgullo en Uruguay, y lo seguirían haciendo sin falta por los próximos 30 años.
– ¿Cómo era marchar en los 90?
– M: Era muy triste porque uno sentía vergüenza de ser. Por más que fuera la “marcha del orgullo”, uno se ponía tapabocas porque perdías el trabajo, no te daban pasaporte…
– R: Veníamos con miedo. El asunto era también un poco la familia, tenés que ubicarte en el año 93. Lo que sentimos ahora es una inmensa alegría, una felicidad. Esto es el orgullo para nosotros, ver la forma en que se ha ido multiplicando, cómo está cambiando el ADN de la juventud.
-M: En nuestra época se disfrazaba de amistad, de socios. Había que tener el cuero duro en aquel momento para marchar. ¡Ahora es bárbaro, ahora es fiesta! Nosotros nos vamos colmados para el año entero de todo el amor que nos tiran. La gurisada nos tira amor y nos llena el alma.
– ¿Les parece que, quizás, cada vez viene más gente porque está todo el mundo, porque acá está la movida? ¿Sirve o no sirve?
– M: Sirve totalmente.
– R: Eso es inclusión. Es la marcha más pacífica que puedas ver: no ves un incidente, no ves actos de corrupción, como se quiere ensuciar muchas veces… En decenas de miles de personas, puede haber cuatro o cinco que se desubican, pero eso pasa en cualquier grupo.
– M: La palabra más fea que existe es la “tolerancia” porque yo te puedo tolerar, pero es que te soporto pero no te acepto. Y los que están participando nos incluyen, y eso es lo importante. No tienen por qué ser gays.
– R: Nuestra lucha ya no es por nosotros; es por ustedes, por los hijos y nietos de ustedes e incluso por la gente querida de esas personas, que puede destratarnos. Lo que nos ha enseñado la vida es que muchas veces esos que te criticaron, después te admiran y por último te vienen a pedir consejos. Esa es una constante que pasa. Entonces siempre decimos a la gente: “Cuiden sus palabras, cuiden sus formas de expresarse”.
– M: El discurso delante de los niños… Los discursos homofóbicos hieren en el alma. Lo vivimos, porque en aquel momento no se cuidaba la palabra.
– Los chistes…
– M: ¡Los chistes, claro! Te sentías la basura más grande, o peor: te transformabas en puto mataputo, porque vos con tu grupo de amigos criticabas a aquel, pero morías por estar con él.
– R: Esa salida del closet no es únicamente de la persona que tiene una identidad diferente, es también para la familia, que no debe esconderse u ocultar la vida de su hijo o hija.
– Sí, he visto muchos padres acá.
– M: Ay, gracias a Dios sí.
– R: Hay muchísimos si. Pero hay que seguir construyendo, no está todo hecho.
– ¿Cuál sienten que es el primer paso para seguir construyendo?
– M: Hay que vigilar los derechos logrados, que son muchos y son buenos, pero hay que cuidarlos porque son un cristal y en cualquier momento se dan vuelta y disparan contra ti mismo. Por eso hay que seguir marchando, hay que seguir gritando, hay que hacerse visible. Porque hacernos visibles nos hace invencibles.
– R: Nosotros somos la respuesta de tantos años de lucha, por los que vamos quedando, y somos los que tenemos que agradecer y seguir fundamentando esta piedra fundamental de concreciones y de avances en la inclusión, más que nada en honor, a todos aquellos y aquellas que lucharon y quedaron en el camino. Eso es lo que es el orgullo, eso es la dignidad.
– ¿Qué obstáculos identifican?
– R: Lo más duro es el discurso hipócrita, que viene de las entidades que son las que te tienen que proteger. Por ejemplo, la Iglesia no solo no te bendice sino que te maldice. Y hay figuras políticas que también. Cuando hablo de hipocresía, es porque dentro de esas instituciones, el hecho de la conducta homosexual está muy latente. No subyacente, latente también.
– M: ¿Cuántos lo viven y lo critican?
– R: ¿Cuántos políticos tienen doble vida? Y después se van descubriendo situaciones que a nadie le llaman la atención porque sabemos que las escondían debajo de la alfombra, pero que fueron limitadoras en todos los procesos nuestros. Pero ya te digo, en estos procesos uno tiene que hacer lo políticamente correcto, trabajar la inclusión de forma que no agreda a nadie, que no hiera a nadie, pero que tenga la firmeza de…
– M: De marcar tu lugar y que no te desplacen por tu sentir.
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“Discretos para que nos quieran”
Walter tiene 66 años. Convivió 34 años con su pareja, que falleció hace tres años. Lo acompaña su vecina Cecilia, testigo de las discriminaciones que vivió en sus trámites para declarar concubinato en el Banco de Previsión Social (BPS).
– ¿Por qué la afirmación de que el BPS es homofóbico?
– Porque hice todos los trámites, presenté una cantidad de testigos y siempre buscan la vuelta para no darme el concubinato que corresponde. Por eso pusimos este cartel, para que los jóvenes lo vean. Esa fue la intención. Mi pareja y yo vimos todas las épocas de discriminación, y ahora nos está discriminando el Estado.
– ¿Es la primera vez que traes este mensaje a la marcha?
– No. Siempre vengo, pero soy discreto, porque nosotros fuimos así toda la vida, discretos para que nos quisieran, ¿viste? Si había alguien escandaloso, ya la gente criticaba, lo insultaba y lo dejaba de lado. A nosotros nos insultaban pero en silencio, porque éramos discretos. Los militares también nos persiguieron, no podíamos estar juntos en el 82, 83…
– ¿Dices que recibiste discriminacion directa desde el BPS?
– Totalmente. En el BPS hay mucha discriminación. Si yo tengo alguna manera, o mi forma de hablar es de gay, ya enseguida te discriminan. Ponen excusas. Que él no era gay, y cómo que era gay. Porque como ya se murió… parece como que yo inventara.
– Cecilia (C): Yo fui su testigo en el BPS, y ante el Juzgado de Familia de primera instancia. Hace 30 años que lo conozco, a él y a su compañero Javier. Vivían juntos, desde que yo me mudé al barrio en el 93. Coincidía que yo trabajaba en un colegio y su compañero trabajaba en otro. Tomábamos el mismo ómnibus a la vuelta tres veces por semana y nos bajábamos en la misma parada.
– Walter (W): Él trabajó 30 años en el Liceo Francés, y ahí discriminaban porque es un colegio privado. Entonces él me decía que no podíamos hacer trámites para el concubinato porque lo echaban… y yo lo entendía… el que manda es el que paga. Ahora en la Universidad, si querés que te cuente, fui en el 2020 porque Javier falleció y empezó la pandemia. La Universidad no me atendió a tiempo. Cuando lo hizo yo ya tenía que presentar un abogado particular.
– ¿Tú estás hablando del Consultorio Jurídico de la Udelar?
– W: Sí, señora. Cuando volví al de la Udelar porque me dieron fecha, me dijeron que no, porque yo ya tenía un abogado privado. Yo quería hacerlo por la Udelar porque tengo jubilación baja. Además veía a los jóvenes con ganas y con fuerza, pero no pude… los privados solamente están por el dinero. Ahora volví, porque la abogada que tenía renunció. Fui cuando abrieron para tomar más gente y no había más cupos para cuando llegué. Entonces lo tuve que hacer con un privado de vuelta. Mucho dinero…
– Cecilia, ¿Tú entonces sos testigo de estas discriminaciones que él está viviendo?
– C: Absolutamente. Además, lo tomo también como una ofensa personal, porque él ganó en primera instancia en el Juzgado de Familia. El juez entendió que el concubinato que tuvieron con su compañero durante todos esos años estaba probado. Hay una serie de documentos que tienen cosas en común, están los testimonios de los vecinos, que no somos amigos personales de él, somos vecinos. Y nadie sabe mejor que un vecino en qué andas, eso es así. Pero el BPS apeló, que creo que es de oficio. El Estado tiene que apelar. Y en la apelación fallaron en contra…
– W: Porque nosotros teníamos propiedades…
– C: Diciendo que no había suficientes elementos como para dar por probado el concubinato. El juez dijo que los testimonios estaban como manipulados, una palabra de ese tipo. Yo me siento ofendida, porque yo no voy a ir a dar un testimonio falso, ni por él ni por nadie. Y nos metió a todos en esa bolsa, como que estábamos manejados para decir algo que no era enteramente cierto.
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“Somos seres sensibles que buscan la felicidad”
– Beatriz, ¿cómo fue que Crysol convocó a participar en esta marcha?
– Quien decide participar es Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos. Pide colaboración, como siempre lo hace, a organizaciones amigas para ayudarlos con las fotos.
– ¿En qué otros lugares han marchado además de la Marcha del Silencio y la de la Diversidad?
– Si te refieres a mí, también voy el 8M con mi familia. Y también están ahí Familiares.
– ¿Por qué consideras importante que la causa de los desaparecidos y la del orgullo LGBTIQ+ se apoyen mutuamente?
– Porque los desaparecidos se comprometieron y defendieron sus ideales en aquel contexto histórico. La causa del orgullo LGBTIQ+ es muy importante, luchan defendiendo sus derechos, quieren su identidad. En este momento histórico se avanza para respetar a todos y todas las diversidades. Fue impresionante cuando se detenían, decían “presente”, “Nunca Más” o sacaban fotos… Otro lenguaje, aunque el del silencio es un lenguaje válido. La dictadura persiguió a gays, travestis, etcétera. Somos lo mismo. Somos seres sensibles que buscamos la felicidad.
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Brasil sem progresso
Leonardo, Paulo, Bargi y Samuel
– ¿Primera vez que vienen a una Marcha de la Diversidad?
– Sí, acá en Uruguay sí.
-¿Y en Brasil?
– Nunca fuimos
– Somos discretos
– Es que Brasil tiene más shows. Es más concentrada en un lugar único, no es una marcha.
– ¿Consideran que Uruguay es un país vanguardista en derechos de las personas LGBTIQ+?
– Claro. Brasil tuvo un regreso, no un progreso, en el gobierno de derecha. Ahora está la izquierda…
– ¿Sintieron un retroceso en derechos cuando estuvo Bolsonaro?
– Sí, sí. Brasil tiene una comunidad LGBTIQ+ fuerte, pero es mejor acá.
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“El uruguayo si lo dejas tranquilo, te deja tranquilo”
Lo único que se sabe de este entrevistado es que es un científico parisino que vivió su juventud en Bruselas y su adultez en los Estados Unidos, además de que se autodefine como “un poco turbio”. Estaba sólo, mirando hacia el cielo en medio de Avenida de las Leyes, con una túnica violeta estilo tie-dye y medio porro en la mano.
– Eran cuatro horas de coche para llegar a Bélgica, y llegué hasta la frontera y tenían tanta luz nuclear que la gastaban iluminando todas las rutas en la noche.
– ¿Por qué terminaste en Uruguay?
– Quería salir de los Estados Unidos, ya me tenía harto.
– ¿Cuándo te viniste?
– 2014.
– ¿Te consideras de la comunidad LGBTIQ+?
– Yo apoyo esa comunidad, pero no la integro. Yo soy bastante sencillo en mis gustos…
– ¿Heterosexual?
– Supongo, hasta que coja con un amigo… No tengo una definición. Bueno, tal vez sí… Conozco gente de la comunidad. Tengo unos amigos de tanta confianza, que nos reímos mucho de los impulsos interiores de uno hacia otra cosa.
– ¿Uruguay te parece un país vanguardista en derechos para la comunidad LGBTIQ+?
– No, no, no…
– ¿En qué fallamos? Tú que tenés una visión global.
– Pienso que es muy conformista el uruguayo. No es abierto y no piensa en más que en él mismo. Pero no con mala onda. El uruguayo si lo dejas tranquilo, te deja tranquilo.
– ¿Consideras que en otros países que conoces, la situación es mejor?
– Depende mucho de la ciudad, no tanto del país. Es difícil desde niño, tanto para varones como mujeres descubrir quiénes son. De cualquier lado del Río Santa Lucía. Pero creo que hay una pequeña comunidad de Montevideo que es refugio para la gente tanto de acá como del interior.
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Veteranas
Aquel viernes de setiembre sobre avenida Del Libertador había amigas, hermanas y madres que estaban para apoyar a sus varones queridos. Sin embargo, identificar a las veteranas de la marcha, aquellas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+ era como encontrar una aguja en un pajar.
Jennifer
Jennifer y su prometida.
– ¿Ya viniste otros años?
– Si, vengo hace unos 3 o 4.
– ¿Cómo describirías el público de la marcha? ¿En estos años notaste algún cambio?
– Yo lo que veo es mucha juventud, casi no he visto gente mayor, de 40 para arriba. También hay gente que viene por la movida y otra porque apoya.
– ¿Qué está necesitando la comunidad?
– Falta apoyo en el tema laboral.
– ¿En tu caso lo sentís?
– En lo personal no, pero tengo compañeros transexuales a los que se les complicó bastante con el tema del laburo.
Silvana
– Vengo por el candombe, bailo y vengo con mis grupalidades de mujeres y disidencias.
– Si tuvieras que nombrar algo que sentís como el siguiente paso para dar a nivel Estado, ¿cuál sería?
– Políticas públicas de difusión y de concientización, de lo necesario que es el apoyo a la diversidad. Pero en todos los sentidos, acá hay mucha discriminación, mucho racismo, todavía hay instalados modelos que están de menos, que apelan al autoritarismo inclusive. Queda mucho por cambiar.